México querido, no lindo

México

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Los millonarios van donde quieren, son felices dejando sus propinas y sintiéndose filántropos entre la miseria en la que se bañan bien protegidos, de lejos. Los intelectuales que se ponen de bebida y sexo hasta el culo y usan a los pobres de palanganeros con generosas propinas. Para ellos, México es el Ying y el Yang metafísico, el lugar donde disfrutar apenándose de la gran injusticia social, y sin embargo del libertinaje que ofrece el dinero.

Por Iconoclasta / @Ultrajant

Hay cuatro formas de vivir México y solo dos de comprenderlo, o aceptarlo con resignación a pesar de lo amargo.

  1. La frivolidad turística.
  2. La frivolidad de los millonarios y artistas.
  3. Viviendo como ciudadano forastero, con inquietudes sociales.
  4. Como mexicano.

Porque el resto de humanos que gobiernan y rigen México, no lo viven, lo exprimen y lo expolian. Esos no saben nada de lo que ocurre bajo sus elevados genitales.

1.-La frivolidad de los turistas que no se atreven a salir de los centros turísticos del litoral mexicano como Acapulco, Los Cabos, Cancún… O también en tierra más firme como el Palenque de Chiapas, siempre guiados, sin salirse de los caminos.

Se centran en la diversión de intentar comer los platos más picantes y reírse, visitar las miles de iglesias que hay en todo el país y disfrutar de bebidas y transportes baratos, a ellos que el cambio de moneda les favorece. Luego cuentan a familia y amigos que es un país de mucho contraste entre pobreza y riqueza, sin haber conocido nada, sin haberlo sentido, por puro esnobismo.

2.-Los millonarios van donde quieren, son felices dejando sus propinas y sintiéndose filántropos entre la miseria en la que se bañan bien protegidos, de lejos. Los intelectuales que se ponen de bebida y sexo hasta el culo y usan a los pobres de palanganeros con generosas propinas. Para ellos, México es el Ying y el Yang metafísico, el lugar donde disfrutar apenándose de la gran injusticia social, y sin embargo del libertinaje que ofrece el dinero. Intelectuales y millonarios no viven México, solo lo parasitan a su antojo con risas e ingeniosas frases. Riveras y Fridas, por ser mexicanos, estaban muy lejos de su país.

3.- Como ciudadano extranjero te mueves diariamente por las ciudades y todo el  exotismo que ven los turistas se desvanece en calles que se han creado para los coches, sucias, peligrosas para los niños porque nadie denuncia alambradas de espinos en muros de solares a la altura de los ojos de los pequeños. Porque hay gente muy mayor que ha de seguir trabajando cuando en otros países esos mismos hombres y mujeres (algunos) viajan en autocar y tienen una pensión decente. Los que tienen problemas de motricidad carecen de libertad para poder usar su silla de ruedas y los que tienen motricidad, han de ser cuidadosos para no partirse las piernas en las tapas de las banquetas y desagües abiertos, que ningún policía municipal denuncia para su reparación. Porque los trámites son engorrosos y caros. Es mejor una mordida y que la alambrada siga ahí.

El soborno es la madre de todas las vergüenzas en México.

Porque vivir en México es dejar continuamente monedas a la gente que vive de trabajos indignos y miserables, todo el día… Niños tan pequeños y tan expuestos al sol y a los malos conductores entre cruces de avenidas.

Los trabajadores y sus jornales que apenas cubren la renta de la casa y unas vacaciones tan cortas, que en otros lugares crearían huelgas que arruinarían la economía de un país.

Los campos tan pobres, tan abandonados. Aunque siempre hay alguien que dice ante la decepcionada mirada, que sabe de sitios donde hay mucho cultivo y mucho verde.

Pero es tan grande México, que parece una broma que hayan unos pocos lugares con verde.

Una broma de mal gusto, como lo es la prensa mexicana.

Y toda esta injusticia social pesa sobre todo en los que hemos conocido y comparado otras sociedades. Con un mínimo de inquietudes por la justicia y la dignidad, la frivolidad se evapora ante la miseria y el fraude.

Así se comprende México cuando has vivido, disfrutado y padecido con todos esos amigos que has conocido, grandes hombres y mujeres, más curtidos de lo que ellos se creen.

La belleza de algunos lugares y arquitecturas se empaña enseguida por el vaho de la miseria.

El ciudadano extranjero quiere marchar cuanto antes de ahí, de toda esa miseria añeja; pero su dinero rinde más. Y extiende en el tiempo su residencia. Luego, con los años de gastar allí tu dinero, llegas a la conclusión de que ayudas a mucha gente sin darte cuenta, sin pretenderlo.

Y se hace difícil dejar México, porque a esas alturas, has conocido gente a la que vale la pena abrazar y compartir tertulias y sonrisas.

4.- Mexicanos. Esto es siendo un tanto quejumbroso; pero siempre concluyendo que México es un gran país que reúne un sinfín de climas.

Sintiendo en el corazón el himno nacional y el de su estado. Y que tras unas cervezas, siempre se escapa un grito de Viva México delante de algunos de los miles de moteles baratos que hay repartidos por todo el país para que nazcan muchos hijos que sigan pagando a los corruptos que allí ostentan el poder. Porque a los trabajadores y sus hijos se los comen los funcionarios, los narcos y una educación vieja y desfasada como el fascismo más rancio.

Mexicanos ajenos e indolentes ante la inusitada cantidad de peatones atropellados todos los días en ciudades y carreteras, como si saliera a cuenta matar en lugar de pisar el freno y desgastarlo.

Porque hay idiotas con prisa, subnormales que piensan que el volante es una parte de su sexualidad y pasan rozando a los peatones en los cruces. Normalmente, los seres humanos se creen la hostia puta de machos y selectos cuando manejan el coche; en México se eleva este orgullo idiota a la enésima potencia.

Por eso se aferran casi devotamente al celular, para buscar algo de libertad, o tal vez para no ver lo que les rodea y que permanece inmutable a lo largo de los decenios.

La resignación pesa en los hombros de los ciudadanos, de mis queridos amigos mexicanos.

Y al final, la indiferencia por toda la pobreza que los rodea, es un arma para poder sonreír hartos de trabajar.

Ellos lo comprenden y lo tienen que aceptar, porque “no hay de otra”.

La nula capacidad de autocrítica, el chovinismo totalmente injustificado, los celulares… Nada de eso combatirá la pobreza, solo podría hacerlo una buena educación; pero nunca prospera hacia la ética y un mínimo de equidad social. La educación en México, es solo un lavado de cerebro continuo y la exaltación de mitos mentirosos para inculcar en los niños los mismos complejos que padecen los mayores.

México es hermoso, pero ante todo es un drama continuo, una depresión sonriente que se adhiere a la piel de todos los que allí viven y copulan.

Porque mis paisanos mexicanos, se merecen unas palabras sinceras para variar, en lugar de que sus hijos icen cada lunes la bandera y toquen música militar, y negarles conocimientos útiles.

Texto publicado originalmente en  Voces Subversivas

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