Francisco en el sureste de Jtatic Samuel

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De nuevo Chiapas es el epicentro del mensaje: “Hermanos, aquí estamos, esto somos, esta es nuestra fe, estas son nuestras formas, nuestras vidas, nuestro amor que queremos seguir amando. Si la muerte sigue siendo la respuesta de los poderosos, seguiremos respondiendo esperanza, futuro y un siempre presente ¡YA BASTA!” 

Por Roberto Longoni / @Galleta27

Siempre ha sido Chiapas, siempre ha sido el sureste mexicano. Ese incómodo rincón de esta patria herida que por alguna u otra razón, a pesar de estar tan al margen de nuestra geografía, sigue lanzado pistas de nuevos rumbos y nuevas formas de ser e ir siendo.

San Cristóbal de las Casas. Ciudad Real. Durante la colonia fue un centro de explotación de recursos y esclavización de indios con una importancia crucial para la dominación de la corona española. Ahí mismo un sacerdote, Bartolomé de las Casas, alzó la voz junto con los indios de la región para exigir la dignidad, la justicia y la humanidad de aquellos a los que Occidente consideraba menos que animales. Primer crítico de la modernidad (como menciona Dussel), Bartolomé tomó una postura clara en favor de la vida indígena y sus concepciones. Terratenientes, virreyes, reyes y caciques, de todos se ganó el desprecio y la calumnia. De los indios el respeto y el cariño. Años más tarde la guerra de castas, el racismo imperante, la dura lucha entre la intolerancia y el derecho a la vida.

Los años sesentas, un obispo, Samuel Ruíz, enviado a calmar las aguas y no ser más que el protector espiritual de la oligarquía coleta, entenderá pronto su misión entre los indios de Chiapas. Un Congreso que el gobierno paternalista quiso usar de manera proselitista, y que los indígenas junto a Don Samuel tomaron por asalto para exigir en verdad lo que querían. Años más tarde el obispo dirá: “Yo creí que me mandaban a evangelizar indios, y al final fui yo el que fue evangelizado por ellos.” Comprometido con una concepción de Iglesia inclusiva y activa, la Iglesia de los Pobres, Don Samuel, que se ganaría entre los indígenas el mote de JTatic que en lengua significa “PADRE”, echó a andar un proyecto complejo que involucrara cada vez más a las comunidades con el proceso de su propia libración. Basado en una reinterpretación del Éxodo (al que Francisco hizo referencia el pasado lunes frente a esos mismos indígenas) y de todas la concepciones tradicionales y dogmáticas de la Iglesia, tantas veces ajena a los pueblos indios, Samuel Ruíz logró que su mensaje místico, catequético y profético permeara en las luchas de los pueblos de los que decidió ser pastor.

Con una estructura consolidada en las comunidades, con diversos actores que ya no sólo eran pastores, si no políticos y luchadores sociales comprometidos, Chiapas se volvió el epicentro de una serie de intentos por transformar la realidad del México profundo. A pesar de todo, en esa profundidad, México estaba herido, sufría injusticia, miseria, despojo, olvido. El ambiente fue propicio para que en Enero de 1994 la esperanza surgiera de aquel rincón, y armada de verdad y fuego, bajara las montañas con el rostro tapado para mostrarnos lo que se escondía en lo más hondo para decir “¡Ya Basta!”; como Bartolomé siglos atrás, como los indios en la guerra de castas, como Don Samuel al ser convertido en su corazón, como todo México. “Paz, libertad, democracia, justicia, dignidad.” “Nunca más un México sin nosotros.” “Para todos todo hermanos, nada para nosotros.”

Y los fantasmas y santos del pasado rondaron Chiapas de nuevo, y se siguen paseando en la conciencia nacional.

De nuevo Chiapas. Un hombre. Argentino. Representante de una institución por demás contradictoria, capaz de encubrir y enaltecer las peores atrocidades, pero igual albergue de miles de actores comprometidos con la causa del amor y la justicia. El mensaje se antoja renovado, fresco. El tono es algo más familiar y comprensivo que el de sus antecesores. Con sus matices, Francisco viene de nuevo a dar aire y fuerza. “¡Perdón hermanos!” “Ustedes deben enseñarnos a no terminar con la vida.Los indios del sureste reconocidos en su labor de renovación, de lucha, de amor y justicia. Y el eco de Bartolomé, del zapatismo, de las luchas campesinas, de Don Samuel, se hace presente. El gesto, la ofrenda y la oración en la tumba de Samuel Ruíz. Una aprobación que hace años esperábamos muchos, sobre todos aquellos que tuvieron la dicha de luchar con él, o los que lo tenemos como un referente de lo que es en verdad seguir los pasos de Cristo hasta las últimas consecuencias.

De nuevo Chiapas es el epicentro del mensaje: “Hermanos, aquí estamos, esto somos, esta es nuestra fe, estas son nuestras formas, nuestras vidas, nuestro amor que queremos seguir amando. Si la muerte sigue siendo la respuesta de los poderosos, seguiremos respondiendo esperanza, futuro y un siempre presente ¡YA BASTA!”

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Me gustó mucho la forma en que escribiste Roberto.
La verdad hay cosas que no comparto con el zapatismo y con algunos movimientos de la época de Samuel Ruiz, pero creo que en lo profundo hay mucha verdad: un pueblo explotado y mantenido en la miseria donde el mensaje cristiano es, junto con sus familias y tradiciones, su único tesoro.
Hay mucho que aprender de este cristianismo que toca el corazón y recuerda a cada uno su dignidad como hijo de Dios y, a partir de él, valorarnos y hacer valorar a los marginados.

Juan Manuel, gracias por leer mi artículo y por tu opinión, en verdad lo aprecio mucho. Te puedo decir que comparto muchísimo con el zapatismo, pero que, en favor del espíritu crítico que creo que siempre debe imperar, se que han tenido muchos errores, al igual que aciertos.

En cuanto a Don Samuel, me parecen importantes el tipo de gestos como el que tuvo Francisco al rezar frente a su tumba. De cierta manera creo que le está dando la importancia y el valor que en su momento muchos, (incluso los zapatistas), no le dieron. Más allá de los aciertos y errores que también pudo tener, creo que en Don Samuel se expresa está vivencia de Jesús y del cristianismo que tu mencionas. Este caminar con los marginados, restituirles su dignidad como hijos y como seres humanos, y tocar el corazón herido de tantos que en algún momento volvieron a tener esperanza gracias a signos y ejemplos como estos.

Muchos critican la religión o la devoción de los pueblos indios. Incluso la minimizan o la creen una reacción propia de “niños” o esclavos. Creo en el fondo que el tipo de devoción y creencias que se dan en las comunidades, han servido al proceso de liberación de sus pueblos, al comprenderlas como un mensaje para el amor, la acción y la transformación.

Por último, te vuelvo a agradecer tu lectura y tu comentario, y pienso que podemos coincidir en que nosotros como cristianos de hoy deberíamos tomar estos ejemplos para no solo ser voceros, si no actores de la palabra. Como mencionó el Papa en sus días por México, “ya no es tiempo de maestros, si no de testigos”.

SALUD, Y ASÍ SEA.

ROBERTO GIORDANO LONGONI

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