Obama y nosotros, “los otros”

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Obama habla de que jamás han dejado de estar ¨preocupados¨ por las constantes violaciones a los Derechos Humanos que se han dado en la isla. Por supuesto que no habló de lo que las tropas de Estados Unidos hacen en Irak o Siria, donde se mata y tortura a prisioneros por pura diversión.

Por Roberto Longoni / @Galleta27

En los años setentas en América Latina surgió un movimiento intelectual que tuvo sus raíces en las luchas de liberación que desde épocas coloniales se empezaron a gestar en todo el continente. El pensar estas luchas y comprender sus cosmovisiones, motivos, razones y circunstancias, así como sus propuestas y horizontes, es lo que hizo surgir lo que se conoce como la Filosofía de la Liberación.

Con un sello personal, la Filosofía de la Liberación es también una denuncia contra la ignorancia y el despojo que el pensamiento y las razones de nuestro continente han sufrido por parte de los centros de poder. Con una comprensión peculiar de la modernidad y la historia en su conjunto, esta filosofía comprende y denuncia que la historia del pensamiento, de las ideas y la filosofía, así como de la humanidad, está reducida a una visión puramente occidental, hermética, europea central, que no toma en cuenta a las periferias de las cuales se aprovechó y aprovecha para poder impulsar su propio “progreso” (el mal de muchos, bien de unos pocos) y que incluso legitima la dominación y la opresión en todos sus aspectos. Económicos, sociales, filosóficos, artísticos, religiosos.

Desenmascarar la opresión sufrida y resignificar el pensamiento propio para que surjan nuevos horizontes de emancipación y de lucha. Esa es la bandera que alza la Filosofía de la Liberación. ¿Qué nos trae a hablar de esto?

En días pasados, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en entrevista para CNN, habló sobre su punto de vista sobre América Latina y su situación actual, así como de la visita histórica que realizará a Cuba en días próximos. Considero que las palabras de Obama en el trasfondo son preocupantes y denigrantes. Su discurso, que tiene el dejo de sus antecesores y que no tiene otro punto de partida u otro enfoque más que el de siempre, es decir, el de considerar a Estados Unidos un país solidario y perfecto, líder moral capaz de juzgar los actos de los demás, está plagado de lugares comunes y de una retórica que en el fondo, no es distinta a la de los políticos estadounidenses en general.

Si repasamos la entrevista, al referirse a su visita y a Cuba, Obama habla de que jamás han dejado de estar ¨preocupados¨ por las constantes violaciones a los Derechos Humanos que se han dado en la isla. Por supuesto que no habló de lo que las tropas de Estados Unidos hacen en Irak o Siria, donde se mata y tortura a prisioneros por pura diversión. Incluso el móvil principal de esas invasiones viola todos los protocolos de paz que la ONU (lamentable fantasma) ha establecido. Pero de eso el señor Obama no habló.  Y esto tampoco es una excusa, donde sea que se violen los derechos de la humanidad, se debe luchar por la dignidad y la justicia, contra lo que sea y quien sea. Lo lamentable es que no haya en Obama el más mínimo sentido de autocrítica, que deja ver un despotismo muy bien disfrazado.

Igualmente preocupantes son sus concepciones sobre la función y el papel que juega Estados Unidos en el continente. No espera, dijo, que los cambios en Cuba sean inmediatos, pero está a la expectativa de que lo que el llama “el régimen”, cambie pronto y se abra a la “economía del S.XXI” (el neoliberalismo, que carga en sus espaldas con el despojo, la miseria y la exclusión de miles de seres humanos en el planeta, así como la destrucción paulatina y cada vez más tangible, de la tierra). Yendo más allá, es alarmante notar que el discurso del presidente de los Estados Unidos no se plantea que los cambios deban surgir de su propio gobierno o de su país, si no que los que deben cambiar son los “otros”, los cubanos, los latinoamericanos, puesto que ellos, Estados Unidos, al parecer, lo hacen todo bien. Incluso se refirió a las muestras de respeto que cada vez más muestran los gobiernos de América Latina hacia Estados Unidos (No es casualidad que esto lo diga cuando diversos gobiernos progresistas de la región han sido desbancados por gobiernos conservadores), como si al fin y al cabo, debiéramos pleitesía y servilismo a ellos.

Preocupante, ¿o no?

Al hablar de sus años como periodista en Estados Unidos, el pensador y luchador cubano José Martí, decía haber vivido en las ¨entrañas del monstruo¨. Monstruo depredador, doble moral, despojador e insaciable que no deja lugar a la crítica o a la libertad de otros, mientras esto afecte a sus intereses más profundos: los monetarios. Y no hay que confundirse, este no es un discurso de odio. Como alguna vez expresara Fidel Castro, nuestros problemas y nuestras críticas van encaminadas a las cúpulas del poder norteamericano, que le han vendido a su pueblo una forma de vida y una percepción de humanidad basada en le consumo, el desprecio y la mentira.

Martí nos recuerda que “Patria es algo más que opresión, algo más que terrenos sin libertad y sin vida, algo más que derecho de posesión a la fuerza. Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanza.”

Esta patria/matria común de la que Martí habla, y a la que aspiramos todos aquellos que creemos en una América Latina, Nuestra América, unida y solidaria, que se construya desde sus propios valores y pensamientos, desde sus propias historias y luchas, desde sus propias concepciones e ideas, desde sus propias pasiones, y que tiene que cambiar, no porque el poder lo ordene, si no para bien de su gente y de su futuro, y que no debe tributo o respeto a nadie mas que a su tierra y su pueblo, debe confrontar los discurso dominantes y seguir denunciando, como desde hace años, con valor y coraje, la opresión sufrida.

¿Cómo justificar esta unión? Quizás comprendiendo lo que también decía Martí. Que esto llamado patria/matria, no es “el amor ridículo a la tierra, ni a la hierba que pisan nuestras plantas, es el odio invencible a quién la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca.” Odio que se convierte en lucha, justicia, grito, equidad, libertad, amor.

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marcostropero

Considero que es un buen artículo.
Tienen razón: la filosofía nuestra tiene necesariamente que ser la de la Liberación contra la de ellos, que es la del despojo, la de la contracultura, la de la muerte, la de la exclusión.
Qué a ningún revolucionario convencido le quepan dudas: están siguiendo con Cuba un modelo similar al que practicaran en la extinta Unión Soviética, lo que adaptado a las nuevas circunstancias políticas de la Región.
Se han dado cuenta (aunque tarde) que la política que han seguido cointra la Isla es obsoleta, pero persiguen el mismo fin: destruir a la Revolución cubana.

Por lo demás saludos.

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