¿Y si nos casamos?

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México, nuestro amado México, no sólo sufre por la violencia o el narcotráfico y la corrupción, sino que sus niños están siendo forzados a casarse. Según datos de CNN, los estados con mayor incidencia son: Guerrero, Chiapas, Estado de México, Coahuila y Michoacán.

Por Renata Bermúdez / @Renbyh

Recuerdo que cuando estaba en el kínder Juan Rulfo de San Andrés Cholula, una vez mis amiguitos y yo nos reunimos a jugar “a la boda” en el patio de atrás, imaginábamos que mis compañeritos se casaban en la iglesia de San Andresito, comulgábamos con obleas y al final en lugar de arroz les aventamos grava que nos encontramos en el piso… ¡bendita infancia!

¿Pero todos los niños del mundo pueden decir lo mismo? Alguna vez escuché que un padre en su homilía dijo que en años de la infancia de Jesús, los niños y niñas también jugaban a casarse, cantaban como si de verdad fuera una fiesta, sin embargo, actualmente para algunos niños y niñas, no es un juego, sino una realidad. Realidad que afecta en su mayoría a niñas y se ha considerado como una violación a los derechos humanos.

Y aunque parezca que es un mal que afecta a sociedades de otros países, México, nuestro amado México, no sólo sufre por la violencia o el narcotráfico y la corrupción, sino que sus niños están siendo forzados a casarse. Según datos de CNN, los estados con mayor incidencia son: Guerrero, Chiapas, Estado de México, Coahuila y Michoacán.

El matrimonio infantil está considerado como la unión de dos personas donde al menos una de ellas es menor de 18 años, puede darse por una cuestión tradicional, pero equiparable a la esclavitud, pues las niñas son utilizadas para el servicio de la casa, lo cual impacta directamente en el desarrollo emocional, psicológico y físico.

Personalmente creo en el matrimonio, lo veo no sólo como una institución formal para la creación de una nueva familia, sino como el núcleo de la sociedad, como una escuela de valores donde la persona aprende a ser persona, pero antes de creer en el matrimonio, creo en la infancia, creo que los niños y niñas, son los únicos que pueden darle al mundo una nueva vida, darle al mundo esperanza; cuando veo a un niño o niña de la mano de su padre o madre, con sus hermanitos o jugando con otros niños, me provocan una emoción y una tranquilidad indescriptible, me dan fuerza, esa fuerza para decir “¡el mundo puede salvarse, aún tenemos una carta por jugar, no está perdido, por ellos vale la pena seguir, vale dar la vida!”.

Y si el matrimonio para algunos no es esto, perdóname querido lector, pero es la confirmación de un mundo que se pudre poco a poco y que no estamos siendo capaces ni tú ni yo, de darle a cada niño y niña la oportunidad de desarrollar sus talentos para hacer de este mundo un lugar mejor. Y de nada vale el sentimentalismo que tengamos al verlos si no podemos aportar lo mínimo para que ellos tengan plenitud en sus derechos, ni en su desarrollo emocional, físico y mental, entonces seguimos siendo parte de una sociedad sin alteridad, urge el desarrollo de políticas públicas que mejoren las condiciones de los niños y niñas, sobre todo penas altas para aquellos que vulneran los derechos de la infancia.

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