Nos faltan 55

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Nuestro México trágico, es uno de los lugares más peligrosos para ejercer el sacerdocio, ya que desde 1990 han sido asesinados 55 sacerdotes (sin contar a los mártires cristeros de entre 1926 y 1929). Y como remanente de la rebelión cristera, los sacerdotes no son el titular más importante de las noticias, porque “se vulnera el estado laico”. La Iglesia Católica es una de las instituciones más consolidadas en América Latina, pero también, el blanco ideal para muchos.

Por Renata Bermúdez / @Renbyh

Algunos dicen que la Guerra Cristera nunca se fue. Esa guerra anticlerical poco mencionada en nuestros libros de texto gratuito sigue vigente. Al escuchar las noticias del tercer sacerdote asesinado en menos de una semana, me fue inevitable recordar aquellas fotografías tomadas de sacerdotes antes de ser fusilados o de los mismos cristeros colgados de los postes de luz.

Nuestro México trágico, es uno de los lugares más peligrosos para ejercer el sacerdocio, ya que desde 1990 han sido asesinados 55 sacerdotes (sin contar a los mártires cristeros de entre 1926 y 1929). Y como remanente de la rebelión cristera, los sacerdotes no son el titular más importante de las noticias, porque “se vulnera el estado laico”. La Iglesia Católica es una de las instituciones más consolidadas en América Latina, pero también, el blanco ideal para muchos.

Los malos sacerdotes son quienes “venden”, es mucho más fácil para nosotros hablar de los escándalos en los cuales se ven envueltos, pero si se trata de hablar de sacerdotes activistas por los derechos de los migrantes u opositores a algunas malas prácticas del gobierno, no son titular, a menos que se manipule la información a conveniencia.

Tristemente, ante el asesinato de estos tres sacerdotes no haremos un HT diciendo #TodosSomosCatólicos #NosFaltan55, ni haremos marchas al estilo de Ayotzinapa para defender el derecho de los ministros de culto religioso a una vida libre de violencia y discriminación, no vendrán peritos extranjeros a investigar la verdad tras el crimen y mucho menos diremos que son “los muertos de Peña Nieto”.

Los móviles de los crímenes son un misterio, algunos trataran (o ya lo hicieron) de hacer creer que los sacerdotes “lo merecían” o que “ellos se lo buscaron”. La vida es un don precioso y que está respaldado por nuestra Constitución, reafirmado en los tratados internacionales de los cuales México es firmante. Nadie tiene el derecho de arrebatar la vida de otro, ningún argumento lo justifica y se requiere de persecución del delito.

Como laica y perteneciente a la Iglesia Católica, me uno a la exigencia de los sacerdotes y de la sociedad en general para el esclarecimiento de los 17 asesinatos de sacerdotes en este sexenio, de los que siguen sin justicia. La vulnerabilidad de la que son objeto lacera al tejido social. Mi abuelo decía: “el que come carne de sacerdote, revienta”, si ya el sacerdote no es sujeto de respeto y de autoridad, ¿qué se puede esperar el ciudadano común, aquel que no está envestido por un poder espiritual, ni está respaldado por una institución sólida?

No quiero que esta violencia le llegue a un amigo mío sacerdote, ni a mi hermano, ni a ninguna persona que se encuentre dentro de la jerarquía de la Iglesia, ni a ningún laico católico. #NosFaltan55  

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