Colombia le falló a la paz

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El SÍ para mí significaba ser la generación que le dio la oportunidad a Colombia de creer en la paz y en la esperanza, dar mi voto de confianza a un acuerdo que implicaba devolver la fe en la sociedad; creer que podíamos cambiar las cosas. Se lo debemos a las víctimas y a las futuras generaciones. Por el contrario el NO de Colombia nos deja con una incertidumbre enorme frente a lo que va a ocurrir ahora

Por Jenny Cubillos / @NingunaJuana

Soy una colombiana que no ha conocido la paz. Hace algunas semanas mientras conversaba con mi familia sobre los acuerdos (de paz), fue inevitable traer a la mesa las historias familiares tocadas por la guerra, entre ellas el miedo que vivió mi abuela que con tan sólo 8 años veía como mataban a los vecinos incendiando la casa donde vivìan, o el terror que vivió mi tía al trabajar a dos cuadras del palacio de justicia cuando éste fue tomado por el M19 (Grupo guerrillero) y el recuerdo que tengo de haberle preguntado a los 9 años por qué habían puesto una bomba en un club donde había tantos niños (atentado Club el Nogal). Todas estas historias me hicieron darme cuenta que en las generaciones desde hace más de 70 años no se conoce la paz.

Los diversos conflictos políticos y sociales que ha tenido Colombia han sido encarnados por múltiples actores armados que se han caracterizado por la gravedad de sus acciones bélicas y los daños ocasionados a las víctimas que van desde desapariciones forzadas, secuestros, desplazamiento, delitos sexuales, reclutamiento forzado entre otros que han ocasionado una huella imborrable en la historia colombiana.  

El 2 de octubre del 2016 fue la primera vez que los colombianos tuvimos la oportunidad de votar SÍ o NO en un proceso de paz, ya que a pesar de que han existido varios, ninguno había sido tan sólido e integral como éste ya que parecía dar solución a los ejes centrales de la guerra, la tarea era responder en un plebiscito a la pregunta “¿Apoya usted el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera?”.

Éste fue realizado durante cuatro años entre el gobierno del actual presidente Juan Manuel Santos y el grupo guerrillero de las  FARC (el cual es el grupo armado más grandes y antiguo de Colombia).

El acuerdo consistía en el planteamiento de seis puntos centrales para la construcción de paz; el primero en una reforma rural cuyo interés se centraba en tecnificar el campo y ayudar a los campesinos a conseguir tierras donde pudieran trabajar tranquilos; el segundo hacía referencia a la participación política donde se pretendía hacer que los pueblos que habían sido más afectados por la guerra tuvieran un lugar en el estado y además se protegiera la participación política de todos y todas; el tercer punto y tal vez el más señalado, hacía referencia a que las FARC hicieran política sin armas y les garantizaba curules en el senado y la cámara por ocho años, el cuarto hablaba de la dejación de armas y la desmovilización del grupo guerrillero a la vida civil, para lo cual debían pasar por zonas de concentración donde tuvieran un acompañamiento para poder integrarse a la vida civil; el quinto punto correspondía a las víctimas de la guerra, ya que hablaba de restitución de derechos humanos, el derecho a la verdad, la justicia, reparación y garantías de no repetición mientras que el sexto y último punto consistía en poner a los colombianos a participar del ejercicio de este acuerdo y además establecía que garantes internacionales como la ONU velaran porque los acuerdos se cumplieran a cabalidad.

Desde que se conocieron los acuerdos han rondado múltiples comentarios a favor y en contra del plebiscito, que van desde personas que afirmaban que con el SI se le estaría entregando el país a un grupo armado terrorista y que en lugar de hacer política sin armas debían ser llevados a la cárcel con duras penas, sin embargo hay que considerar que el punto clave para que las FARC se sentara en la mesa de negociación en la Habana, era garantizarles un lugar de interlocutor para que dejaran las armas y empezaran a participar como partido político en la construcción de paz. Es bien sabido que para hablar de negociación cada parte debe ceder y dar algo a cambio.

Lo que más llamó mi atención en las últimas semanas y que fue evidente en los resultados de la votación fueron las opiniones de la mayoría de víctimas directas del conflicto, quienes aseguraban que lo que les pasó a ellos fue tan difícil que a estas alturas no importaban tanto las penas y sanciones si no la reparación y la verdad de lo ocurrido así como las garantías de no repetición para dejar este episodio atrás y empezar de nuevo con la  reconstrucción de sus vidas en un país sin guerra.

Los resultados electorales que tuvieron mayor votación por el sí fueron en los departamentos más afectados por la guerra, ellos dieron su voto de confianza y esperanza al proceso.

Sin embargo hoy ganó el NO con un 50.21% frente a un SÍ con el 49.78%  que a pesar de ganar por una mínima diferencia, finalmente es la decisión tomada.

Personalmente el SÍ para mí significaba ser la generación que le dio la oportunidad a Colombia de creer en la paz y en la esperanza, dar mi voto de confianza a un acuerdo que implicaba devolver la fe en la sociedad; creer que podíamos cambiar las cosas. Se lo debemos a las víctimas y a las futuras generaciones. Por el contrario el NO de Colombia nos deja con una incertidumbre enorme frente a lo que va a ocurrir ahora, aún no sabemos si se van a renegociar los acuerdos ni qué pasará con el cese al fuego bilateral. Pero la esperanza en que en un futuro recordemos este momento como el paso previo a la Paz, continúa.

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