Menos tiempo, más productividad

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Trabajar muchas horas, no es trabajar mejor

Por Raúl Rodríguez Brito de Plumas Progresistas

Desde hace tiempo he venido escuchando y leyendo acerca de las jornadas laborales reducidas y todo lo que traerían consigo, y he pensado que es una idea magnífica, con quizá algunos riesgos para algunas empresas, pero viable. ¿Las razones? Más competencia, menos desempleo, más calidad de vida, salud, más productividad, eficacia y eficiencia.

Estas jornadas deben implementarse ─aunque en algunas empresas ya son una realidad─ en todas las empresas e instituciones, debido a que de acuerdo con algunos estudios realizados en Europa, específicamente en la ciudad de Londres, Inglaterra, trabajar más de ocho horas al día es malo para el corazón ya que los riesgos de padecer una enfermedad coronaria mortal o alguna otra como infarto no mortal o angina de pecho son 60 % mayores en personas que trabajan de tres a cuatro horas más de las acostumbradas; esto, de manera independiente a los riesgos tradicionales como lo pueden ser el sobrepeso, fumar, colesterol elevado, etc.

Cuántas veces no hemos ido por ejemplo a alguna dependencia de gobierno y ¿qué es lo que vemos? Desesperación, estrés, mal carácter, ineficiencia, malos tratos, etc. Y muchas veces esto tiene que ver con una cosa… las personas que ahí laboran, pasan más tiempo ahí sentadas que en casa, su vida es el trabajo y el trabajo es su vida, dejando de lado su salud, su familia y sus descansos.

Ha habido muchas personas que han hablado acerca de resumir el tiempo de trabajo durante la semana, y esto no es algo nuevo. El padre de la economía, Adam Smith, decía que el hombre que trabaja de manera moderada como para ser capaz de hacerlo constantemente, no sólo preserva su salud por más tiempo, sino que en el transcurso del tiempo, ejecuta mayor cantidad de obras.

Posterior a él, allá por la década de los 30’s, el filósofo británico Bertrand Russell y el llamado padre de la macroeconomía, John Maynard Keynes hablaban de jornadas laborales reducidas. El primero mencionaba la idea de que si la sociedad se gestionaba mejor, las personas promedio únicamente tendrían que trabajar cuatro horas diarias, y por ende, se le daba el derecho a hombres y mujeres a las necesidades y comodidades elementales para la vida, así como que podrían dedicarse a otro tipo de actividades, pintura, ciencia, escritura. Por su parte, Keynes miró hacia el futuro, especialmente pensando en sus nietos, y planteaba la idea de que en el año 2030 podría necesitar realizarse una jornada laboral no superior a las quince horas a la semana.

Tal y como lo mencionaba, algunas empresas ya han comenzado a implementar las jornadas laborales reducidas o están próximas a llevar a cabo este proyecto. Algunas de las personas que han empezado o han querido empezar en este nuevo estilo de trabajo son Jeff Bezos, Carlos Slim, el Ex-Primer Ministro israelí y recientemente fallecido, Shimon Peres y el joven emprendedor Stephan Aarstol.

Jeff Bezos, fundador y dueño de Amazon, propone una jornada de 30 horas a la semana y el cobro del 75 % del salario, con un horario de trabajo de lunes a jueves de 10:00 a 14:00 horas, ─además de algunas horas flexibles adicionales─, asimismo afirmó que se les daría la opción de trabajar 40 horas semanales si así lo desearan, y por supuesto, tendrían derecho a los beneficios sociales con que cuentan los demás trabajadores. Todo esto con la finalidad de crear un ambiente de trabajo adaptado a un horario reducido que, a pesar de ello, promueva el éxito y el crecimiento profesional ─así como empresarial─.

De igual manera, el magnate mexicano Carlos Slim ha propuesto una jornada laboral un poco más riesgosa, de once horas, sin embargo únicamente de tres días semanales, esto con la finalidad de que los trabajadores tengan más días para su esparcimiento y por tanto, para mejorar su calidad de vida, y disfruten el tiempo en familia.

Por otra parte, el Premio Nobel de la Paz y ExPrimer Ministro israelí, Shimon Peres, consideró que la jornada laboral no debería durar más de seis horas diarias y que de esas seis, dos tendrían que ser dedicadas completamente al estudio, lo cual, afirmaba, mejoraría en gran medida la competitividad de los países ya que, según él, el trabajo sin estudio va generando atraso, aunque nunca mencionó qué sistema o qué medios podrían ser utilizados con la finalidad de capacitar a los trabajadores.

Finalmente, Stephan Aarstol, fundador y CEO de Tower, una empresa que vende paddleboards (algo así como enormes tablas de surf en las que se puede ir de pie y remando), propuso a sus trabajadores una jornada laboral de cinco horas diarias, otorgándoles el doble del salario por hora con la finalidad de que pudieran ganar más que cuando trabajan 8 horas al día. Además, les prometió un 5% de las ganancias de la empresa como bonus.

Este último ejemplo al parecer ha funcionado perfectamente ya que este nuevo modelo, después de adaptarlo en el año 2015 a la empresa “Tower” ─la cual cuenta con una plantilla de 10 personas─, genera aproximadamente nueve millones de dólares de beneficios, convirtiéndose así en una de las compañías con mayor crecimiento en todos los Estados Unidos.

Al principio hablaba de más competencia, menos desempleo, más calidad de vida, salud, más productividad, eficacia y eficiencia. Se ha demostrado el incremento en la productividad, eficacia y eficiencia de las empresas, así como ha quedado demostrado el aumento en la calidad de vida de los trabajadores, los cuales muestran más felicidad, más ganas y por ende, más esfuerzos para que todo salga completamente bien y puedan seguir creciendo. Incluso hay empresas que han llegado a tener más organización al mismo tiempo que tienen menos distracciones y que, por lo mismo, han determinado que los trabajadores que terminen antes todas sus labores, puedan retirarse a casa tranquilamente y no tener que estar esperando sin hacer absolutamente nada a que de la hora de salida.

Los trabajadores y las trabajadoras necesitan de nuevo su vida, y los y las jefes y jefas deben saberlo, necesitan descansar y recrearse para tener un mejor desempeño día con día. Stephan Aarstol aconseja que para adaptar este nuevo estilo de trabajo, debemos tener siempre en mente la norma 80 – 20, es decir, el 20 % del esfuerzo de una empresa, genera el 80 % del beneficio. La idea es ir cuidando y manteniendo ese 20 %, poniéndolo como prioridad y desechando lo inservible.

Asimismo, es de suma importancia crear un ambiente mucho más productivo y centrado en los proyectos del día, pensar en el trabajo más que pensar en el tiempo que se estará en el trabajo, es decir pasar del “durando en el trabajo” al “trabajando duro”, lo cual beneficiará al trabajador y lo motivará mucho más cada vez que cada pedido, plan o trabajo vaya finalizando.

También, una cosa que muchos trabajadores odian es que incluso en su “tiempo libre”, tienen que estar disponibles para el trabajo o tienen que seguir trabajando por lo cual es necesario entender que una vez terminado el horario laboral y los días de descanso, los trabajadores o las trabajadoras son completamente libres, sin embargo, puede que existan ocasiones especiales en las cuales sí habrán de quedarse un poco más de tiempo o regresar posteriormente a la hora de la salida al trabajo, cuando se trate de un proyecto urgente o de mucha dedicación.

Estudios como el elaborado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el cual afirma que trabajar muchas horas, no es trabajar mejor, demuestra que desde el año 1990 los países que trabajan poco tiempo resultan ser más productivos que aquellos que laboran más ─tal es el caso de Grecia y Alemania. Grecia es uno de los países que más tiempo le dedican al trabajo, con un promedio de más de 2,000 horas al año, mientras que Alemania tiene un promedio de cerca de 1,400 horas, pero que, sin embargo, este último es un 70 % más productivo que el primero─; o como el estudio mencionado en párrafos anteriores acerca de los riesgos cardiacos. Estos aunados a los modelos que se han buscado implementar y/o ya se han implementado, también citados anteriormente, nos hacen llegar a la conclusión de cuán necesario es que se produzca este radical y benéfico cambio tanto para el bienestar y crecimiento de las personas como el crecimiento y efectividad de las empresas.

Tal y como lo mencionaba Shimon Peres, yo considero que la mejor opción para adecuar este nuevo horario de labores sería de entre cuatro y seis horas diarias, tomando en consideración que si se plantea el horario establecido por el ex-Primer Ministro israelí, es decir que se trabajen no más de seis horas diarias, cuando menos uno ó dos días a la semana se lleven a cabo cursos de capacitación, conferencias y/o talleres, que no superen las dos horas diarias, a fin de capacitar a los empleados y las empleadas de la empresa para incrementar sus capacidades, sus conocimientos y el rendimiento de estos y de estas en su labor cotidiana.

Asimismo, de llegarse a adaptar este nuevo modelo a gran escala, hay una gran posibilidad de combatir poco a poco el desempleo. Tan sólo imaginemos una empresa con dos trabajadores en el mismo puesto, trabajando la misma cantidad de horas pero en horarios y días distintos, ¡¿sería genial no?! Eso sí, habría quizá un pequeño problema con el presupuesto, sin embargo es viable incluso, la posibilidad de que se dupliquen las utilidades.

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