Cuídate, empodérate

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Por Renata Bermúdez / @Renbyh

18 de octubre del 2016, ante la situación de violencia de género en el Estado, cientos de mujeres decidimos unirnos en un reclamo colectivo ante nuestras autoridades para exigirles el cese a la violencia. Mujeres hermanadas caminamos juntas, porque codo a codo somos mucho más que dos. La experiencia superó mis expectativas completamente, primero por mis compañeras de camino, asistí con una chica argentina y otra estadounidense, ambas en sus países son feministas, llegaron a un país donde el machismo sigue siendo parte de todos los días y el conservadurismo en el cual vivimos, prevalece como un lastre para los movimientos de este tipo; esto representa uno de los choques culturales más fuertes de su viaje.

En nuestra llegada al Parque Juárez y la espera de los manifestantes que se aproximaban con la consigna “no somos una, no somos diez, pinche gobierno, ¡cuéntanos bien!” recordé uno de los códigos culturales más significativos que tenemos los mexicanos: el contingente fúnebre que acompaña los restos mortales del lugar del velorio al camposanto, que lleva entre sus manos flores de nube y otras tantas flores blancas. Así llegaron los participantes con flores de nube y gladiolas rojas entre las manos, había mujeres que usaban rebozo para cubrirse el cabello, significativo porque también era un funeral colectivo.

Nos reunimos en la plaza a la cual llegaron los compañeros de sociología de Tania, una de las últimas víctimas que era estudiante de la BUAP, vi ahí a uno de mis viejos conocidos, compañero suyo, él me comentó que Tania era una activista feminista de la casa de estudios, que el sentimiento generalizado era de indignación en la facultad, pero también de búsqueda, de encuentro, de refuerzo, pues sus compañeras retomaron la lucha de Tania generando nuevos movimientos y el resultado: la marcha del martes.

En la concentración tuvimos la oportunidad de escuchar a los padres de las víctimas, hela la sangre escuchar los relatos de esos hombres deshumanizados que fueron capaces de apuñalar por la espalda literalmente a sus exparejas en sus propias casas, de aquellos hombres que despedazaron los cuerpos de las víctimas, de aquellos que las siguieron en sus actividades cotidianas para matarlas, de aquellos que por un conecte andan libres sin purgar una pena, sin que haya justicia. Cuando tomó la palabra la madre de Paulina Camargo el corazón lo sentí completamente estrujado, confieso que lloré mientras ella narraba el triste final de la historia, porque no terminó con el asesinato de su hija y su nieto en el vientre, la historia continúa cada viernes que ella se queda frente a la Fiscalía General del Estado para exigir justicia, la historia continúa cada vez que se levanta por las mañanas y sale a buscar a su hija en los basureros para encontrar su cuerpo, cada mañana que ella busca terrenos baldíos para hacer hoyos en la tierra y encontrar los restos de Paulina.

Entre las voces de periodistas y activistas que nos motivaban a continuar la lucha, Sanjuana Martínez exclamó: “Un gobernador que no quiere que se active la alerta de género es un feminicida o gana con cada feminicidio”. Lydia Cacho recordó a Mario Marín y cómo las manifestaciones populares la sacaron de la cárcel para motivar a continuar la lucha por la justicia. Carmen Aristegui en transmisión en vivo afirmó tener un compromiso con el esclarecimiento de los hechos. Ni una más, ni una menos, vivas nos queremos era el grito colectivo después de las intervenciones.

Cuando el reloj casi marcaba las 5 de la tarde, se organizó la última parte de la marcha: la caminata hasta la Fiscalía, primero se pidió una marcha en silencio, a todos nos dieron esas flores de nube y gladiolas, el homenaje fúnebre había comenzado. Señor, señora, no sea indiferente nos matan enfrente de la cara de la gente. Se paró el tránsito en medio de mentadas y de personas que en bicicleta se arriesgaban a poner el cuerpo frente a los camiones. En la Fiscalía nos cerraron la puerta al llegar, pusimos como homenaje las flores en forma de cruz, ésta se enmarcó por las velas encendidas y la corona de flores que era el culmen del acto.

En cadena humana nos atrincheramos frente a la puerta de la Fiscalía haciendo un minuto de silencio, un minuto que no vale nada mientras las 66 mujeres asesinadas no tengan justicia. Terminado el minuto, también acabó la marcha. Ese día hablé con la madre de Paulina Camargo y sus palabras literales fueron: cuídate, empodérate.

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