Por Carlos Galeana / @Caalgaba93

Tal parece que a los mexicanos nos gustan muchos los huevos -sin albur-, y es que además de que se pueden preparar de muchas formas para desayunar, comer o cenar, los huevos forman parte de nuestro léxico y de nuestro lenguaje no verbal. ¿Quién no le ha pintado “webos” a alguien cuando se encabrona? o ¿quién no ha dicho “está de huevos”, cuando algo le parece “chido”?, al parecer la mayoría.

Tanta importancia le dan a los huevos, que algunos políticos los tienen en la boca, uno de ellos, Enrique Peña Nieto, por ejemplo, quien durante uno de sus discursos afirmó que nuestro país se encuentra en declive petrólero a través de la frase “se acabó la gallina de los huevos de oro”. Así como están las cosas, pienso que la gallina no se acabó, tal vez está desaparecida, amenazada, torturada o quizás si acabó, y ahora está enterrada en una fosa clandestina en algún rincón de nuestro país.

Después de escuchar la frase antes mencionada de nuestro presidente, todo tiene sentido, la gallina se acabó y lo único que dejó fueron las cajas donde iban a empacar sus huevos, las cuales, al parecer aprovechó Javier Duarte, el exgobernador de Veracruz; y es que si no se enteraron, les cuento que la PGR encontró 23 millones de pesos en cajas de huevo en una propiedad del señor prófugo de la justicia; vaya, ahora cuando vea a alguien transportar algo en las calles en una caja “360”, sospecharé de su contenido.

En fin, espero que aunque la gallina no esté, tengamos los huevos u ovarios suficientes para tratar de que este país cambie y no vivir entre tantas malas noticias, esas que tanto daño nos hacen.

Nos leemos luego, nos vemos después.

“Hace tiempo me dijeron que aquí no pasada […] que esta tierra es de ciegos”