Bienvenidos a Belleville

Les Triplettes de Belleville

Por Gustavo Ramírez / @Taboobs

Antes de comenzar, debo advertir que la siguiente no es una crítica cinematográfica ni una reseña musical, sino la invitación a disfrutar de un film cuyo trabajo audiovisual tiene la apabullante capacidad de exaltar los sentidos del espectador más renuente.

Supe de la existencia de Les Triplettes de Belleville gracias a un repentino interés en el Gypsy Jazz y los sonidos gitanos, aunque confieso que no esperaba encontrar gran cosa en el soundtrack de una película que a primera vista me pareció rarísima.

Sobra decir que la técnica de animación no es sencilla de digerir para las pupilas acostumbradas a la tradición occidental. La estética de las escenas parece más una colección de imágenes distorsionadas que una película de dibujos animados. Sin embargo, estoy seguro de que esa es la razón que podría llevar al espectador a descubrir un eufórico momento de abandono con la realidad, y convertir al mundo en la caricatura de sus deseos y sus temores.

El aspecto sonoro es el exquisito complemento de un drama que transita vertiginosamente entre la angustia y el alivio. Cada una de las piezas que lo componen, desde las que tienen forma de canción hasta las que terminan por ser más bien un collage de sonidos, están diseñadas para crear diferentes tipos de atmósferas que potencian lo que se está viendo en pantalla.

A pesar de haber sido estrenada en el cada vez más lejano 2003, no ha perdido vigencia ni frescura gracias a que se trata de una película que se adelantó a su época. Los dejamos con el trailer y una sola recomendación: a Les Triplettes de Belleville hay que mirarla con los oídos bien abiertos.

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