Del día mundial del libro

Homenajes Día Del Libro

Por Alan F. García Campos

Como cada 23 de abril, en días anteriores se llevó a cabo una conmemoración más del Día Mundial del Libro; seguro estoy que nuestro México máxico, donde se lee medio libro al año y tiene una de las tasas más bajas a nivel continental de apoyo a la literatura y las artes, se llenó de homenajes a escritores, libros y similares (excepto a Juan Rulfo a 100 años de su nacimiento porque la fundación que lleva su nombre no les tiró esquina si no pagaban un billete). Estos homenajes son lo que me llama la atención.

En primera instancia, los homenajes del día internacional del libro se basan en una sarta de protocolos que la mayoría de los escritores homenajeados jamás hubieran aceptado; además, estos mismos eventos se llenan normalmente de “autoridades” (es un decir) que se ufanan de ser ávidos lectores (saludos a nuestro presidente) aún cuando al momento de abrir la boca todos aquellos que les escuchamos (algunos por desgracia) nos damos cuenta del abismo enorme que se encuentra entre lo que dicen y lo que hacen. Estas “autoridades” recitan panegíricos obviamente preparados acerca del autor o la obra de marras, pero nunca hablan de su propia experiencia en el mundo de la lectura (¿será que no existe? me pregunto en pose mártir de la literatura), ni siquiera hacen mención de algún libro que haya sido de su interés; a fin de cuentas, ellos son la autoridad, los jefes, los directores, los presidentes municipales, los que no pueden ser cuestionados.

Estos mismos, rodeados de paleros que anhelan en algún momento ser dignos ejemplares para que les tomen en cuenta en la siguiente elección, hacen las delicias de chicos y grandes al vanagloriarse como próceres de la cultura (sobre todo si hablamos de los directores de “cultura, recreación y deportes”). Las “autoridades” suelen también acompañar sus “mensajes” con una invitación a “los jóvenes” para acercarse al mundo de la lectura (en una de esas deliciosas ironías de la vida). Si por mala suerte el homenaje en cuestión incluye la lectura de alguna obra, las “autoridades” deben enseñar sus cartas: en la mayoría de los casos, las lecturas que realizan son una muestra clara de su poca experiencia en el mundo de las letras. Como colofón, alguna cita textual, un refrigerio, un par de entrevistas, aplausos de pie y a la verga. Vámonos a lo que sigue.

En lo personal, tuve que asistir a un homenaje al trágicamente fallecido Ignacio Padilla, donde se dio lectura a su obra póstuma “Inéditos y extraviados”, donde hubo todo lo anterior, además de una deliciosa coerción a trabajadores del ayuntamiento local, donde era evidente que estaban ahí a huevo. Viva México, puta madre.

Las opiniones expresadas en la sección “Opinión” son responsabilidad del autor/a. En Manatí somos un sitio abierto a distintas expresiones.

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