Una pregunta sin respuesta (aún…)

México

Por Roberto Longoni /@Galleta27

El filósofo alemán Theodor W. Adorno preguntaba, ante la barbarie de los campos de concentración, si aún era posible o incluso respetable y deseable, seguir escribiendo poesía después de Auschwitz. En el fondo de esta pregunta está el cuestionamiento por la posibilidad de seguir creando o imaginando otro mundo posible ante el golpe de angustiante realidad que ciertos sucesos violentos nos dan. Su pregunta encierra el cuestionamiento por la posibilidad de nombrar y expresar el dolor de un mundo profundamente miserable y desgarrado; un mundo donde parece ya no haber sentido ni esperanza posible.

Lamentablemente, la pregunta que Adorno se hizo por aquellos años sigue vigente en el contexto actual. Tan sólo hace algunas semanas nos estremecieron hechos que parecen no tener sentido o explicación alguna, y que nos dejan desarmados y horrorizados; absortos en un lapidario silencio. El asesinato de un bebé de dos años, junto con la violación de su hermana y su madre, a manos de una banda delictiva en Puebla; la represión cruenta a estudiantes normalistas en Chiapas; el homicidio cruel de Lesvya Berlín; se anexan a la lamentable ola de violencia y odio que el mundo, y nuestro país, padecen desde hace siglos.

No podemos seguir pensando que estos hechos son normales, pero tampoco podemos dejar de entender que no son una casualidad o un accidente; que son parte de nuestra cotidianeidad porque así lo hemos propiciado. Son el resultado de la sociedad que hemos construido. Una sociedad en la que importa más la ganancia que las personas, donde importa más el valor de cambio de una mercancía que cuestiones como la dignidad, la justicia o la paz. Una sociedad que ningunea y normaliza la barbarie y se burla de la diferencia (para exterminarla).

Ante noticias como estas, ante la barbarie que aún hoy vivimos (morimos), yo siempre regreso a esa pregunta y no puedo evitar que el desánimo y el absurdo me sobrecojan. Pareciera que de pronto el mundo ya no es digno de la palabra, que actos tan viles como estos no tienen otra posible réplica más que el silencio perpetuo.

Mis alumnos me preguntaron el otro día (jamás han leído a Adorno) si aún tenía sentido seguir hablando de ética o valores ante sucesos como estos. Les dije, no sin titubear, que era precisamente porque estas cosas pasaban que era, no solamente pertinente y significativo, sino necesario, hablar y plantear cuestiones como la dignidad humana, el amor, la paz; el valor trascendente de la vida y las posibilidades de otro mundo posible, basado en la solidaridad, la creatividad y la libertad real.

Por lo menos después de esto siguieron hablando, gritando y riendo… por lo menos no hubo un silencio lapidario, por lo menos la pregunta por la esperanza siguió (y sigue) por ahí rondando, a pesar y desde el dolor del mundo.

Herbert Marcuse (compañero de Adorno) acaba ¨ El hombre unidimensional ¨, su brillante crítica a la absurda sociedad industrial que hemos creado y reproducido, recordando aquello que Walter Benjamin escribió antes de su muerte, en los inicios del fascismo:

¨Nur um der Hoffnungslosen willen ist uns die Hoffnunggegeben¨ …Sólo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada la esperanza ¨.

La fotografía pertenece a Santiago Arau  y fue retomada del portal Código Nuevo

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