No todo México es territorio Telcel

Maurilio Toro, campesino, contesta a una llamada en sus cafetales, donde se queda a trabajar durante varios días seguidos. Desde que hay señal, se puede comunicarse con su familia que está del otro lado del valle.
La Cumbre, Santa Gertrudis, Sierra Norte de Oaxaca, 2013.
Maurilio Toro, campesino, contesta a una llamada en sus cafetales, donde se queda a trabajar durante varios días seguidos. Desde que hay señal, se puede comunicarse con su familia que está del otro lado del valle. La Cumbre, Santa Gertrudis, Sierra Norte de Oaxaca, 2013.

Por Rocío Flores de Oaxaca Media 

“No todo México es territorio Telcel”, eso parecen decir 21 comunidades oaxaqueñas , integradas a una red de telefonía celular, denominada Telecomunicaciones Indígenas Comunitarias.

Telecomunicaciones Indígenas es una iniciativa que recibió durante este 2017, el Premio Nacional Innovación Tecnológica para la Inclusión Social INNOVATIS, que por primera vez otorga el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

En el primer nivel destaca por el uso de software libre, es decir, la creación de un sistema tecnológico propio cuyos datos no son propiedad de ningún gobierno, sino de la comunidad en donde se utiliza el sistema.

 La administración de la red se realiza de manera remota, pues desde Berlín y la ciudad de Oaxaca hay especialistas que vigilan que todo funcione correctamente.

Telecomunicaciones Indígenas Comunitarias es una asociación civil sin fines de lucro, actualmente ofrece el servicio a 21 comunidades, zapotecas, mixes y mixtecas de Oaxaca a un bajo costo, comparado con Telcel, Telefónica Movistar o AT&T, las otras entidades que tienen la concesión otorgada por el IFETEL, para el uso del espectro radioeléctrico.

Ninguna de estas empresas dio cobertura a estas poblaciones a pesar de las demandas y urgencia de los habitantes.

A la fecha, unas 50 mil comunidades en México no cuentan con telefonía celular. De acuerdo con Ruth Orozco, coordinadora operativa de la telefonía comunitaria, para las empresas entrar a estas comunidades, no es redituable.

El costo de las antenas o equipo tecnológico podría colocarse como el factor más evidente, aunque si tomamos en cuenta que el dueño de la empresa líder en telefonía celular es uno de los personajes más ricos del mundo, esto en realidad es peccata minuta. Lo que realmente demanda de inversión es el servicio de administración de los sitios.

Montar una oficina en una población enclavada en las nubes, en la selva o la montaña, pagar empleados que hablen la misma lengua de los habitantes de la comunidad o contratar trabajadores bilingües, es lo representa la mayor inversión.

Por ello, ni Telcel, ni Telefónica Movistar o AT&T, ingresaron y dejaron sin cobertura a, más o menos, la mitad del país, lo que fue aprovechado por un grupo multidisciplinario de profesionales para poner a prueba este proyecto que inició su labor desde el 2013 bajo el nombre de Rhizomatica.

Telecomunicaciones Indígenas Comunitarias ha creado una plataforma o mecanismo con el fin de que un representante de la población administre la red de comunicación.

“Cuando alguna población se ha incorporado a este sistema, se nombra un Comité de Administración para que a través de una interfase -un mecanismo tecnológico que conecta y facilita el intercambio de información- cualquier persona mínimamente alfabetizada pueda manejarla: dar de alta a las personas usuarias, les puedan cobrar o dar de baja.”

Prueba de confianza

La persona encargada de la administración de la red, tiene acceso a la información, a los datos, a la mensajería. Todo lo ve.

“Tiene que ser de muchísima confianza, es prácticamente alguien ‘intachable’ dentro de la comunidad” dice Ruth Orozco, quién tiene entre sus actividades reunirse constantemente con las autoridades para ir evaluando y diseñando protocolos de seguridad, junto con el resto del equipo.

Lo anterior, porque se han reportado algunos casos de acoso.

¿Quieren intervenir en la información?

“Sí, de repente llega algún señor diciendo, quiero que me diga con quien está hablando mi esposa… evidentemente esa información no se le puede proporcionar”, aclara la coordinadora operativa.

Los ingresos

La otra línea de innovación es el modelo económico; cuando una comunidad desea utilizar esta red, se le vende el equipo, les cobran el costo de instalación, cables, etcétera; una vez que cuenta con el sistema, todas las ganancias son para la comunidad.

Cada habitante paga por el servicio una cuota de recuperación de 42 pesos; por cada 42 pesos que entran a la comunidad, 15 pesos van para la asociación civil, 2 a un fondo de emergencia para solventar gastos en los equipos por accodentes y los otros 25 se quedan en la comunidad. Es decir, en promedio en una comunidad con 300 usuarios, se reciben alrededor de 7 mil 500 pesos mensuales.

Para asignar a alguien como responsable de la administración de la red, generalmente se hace a través del sistema de cargos, la asamblea asigna a su administrador o bien el cabildo designa a alguien para ocupar este cargo, por ejemplo, el secretario.

En el caso de las comunidades en donde se rigen por partidos políticos, la gente está más habituada a otro tipo de relaciones y entonces ahí se les asigna un salario bajo y el resto del dinero se queda en la comunidad.

La historia de esta innovadora propuesta comenzó en Nigeria cuando el estadunidense Peter Bloom, -el ingeniero detrás de esta iniciativa- trabajaba con un grupo de defensores de derechos humanos en ese país africano.

Grababa testimonios y los mandaba a otras organizaciones para coordinarse y buscar apoyo y protección para la población, pero el gobierno podía intervenir las conversaciones y eso dificultaba su labor.

“Esto sucede actualmente con nuestros teléfonos celulares, de cualquier compañía, tus datos ya no son tuyos, son de la compañía a la que le estás pagando tu línea telefónica y cuando tu aceptas el contrato estás cediendo todos los derechos”, explica Ruth.

Con el tiempo Bloom y otros amigos y colaboradores hicieron algunas investigaciones y planearon un sistema con un software libre.

Después de trabajar en Nigeria emigró y por azares de la vida, ahora vive en Oaxaca. Aquí comenzó a visitar las comunidades y con el tiempo observó el interés de éstas por contar con una telefonía que les permitiera comunicarse en casos de urgencia médica o con sus familiares que habían emigrado a Estados Unidos.

Así empezaron a concretarse reuniones con autoridades. La primera en aventurarse fue la comunidad serrana de Villa Talea de Castro; hoy luego de cuatro años ininterrumpidos cuentan con 16 redes y abarcan 21 comunidades, ubicadas en la Sierra Norte, en comunidades mixes y zapotecas, en la Mixteca y recientemente en la Sierra Sur.

Santa María Yaviche, San Juan Yaeé, San Ildefonso Villa Alta, San Jerónimo Progreso, Santiago Ayuquililla, San Miguel Huautla, Santa Inés de Zaragoza, Santa María Alotepec, San Juan Tabaá, Santa Maríz Zoogochi, Santiago Nuyoó, San Juan Yagila, son algunas poblaciones que optaron por este sistema.

También San Pedro el Alto,San Pedro y San Mateo y San Miguel Cajonos, Santo Domingo Xagacía, San Francisco, Santo Domingo Yaganiza  y Santa Ana Tlahuitoltepec usan este servicio, desafiando el famoso slogan de la empresa Telcel.

Reiteramos que este texto fue publicado originalmente en el portal Oaxaca Media.
Fotografías: Pauline Rosen-Cros

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