Por Carlos Galeana / @CarlosGaleanaB
Los recuerdos invaden la noche. Más que nostalgia, hay locura. Las personas no dejan de gritar. La música que se realiza sobre el escenario es una especie de droga que las mantiene saltando. “Tan solo ven, escúchame, tú sabes quién soy yo; olvídame otra vez”, comienzan a corear los asistentes. ¿El motivo?, festejan el décimo aniversario del álbum “Una vida no es suficiente” de Insite.
“Que esta noche les traiga bonitos recuerdos, que les recuerde a sus exnovios, exnovias o actuales parejas, Insite siempre los ha acompañado, aquí seguimos junto a ustedes”, dice Konra, vocalista de la banda.
Cerca del escenario alguien levanta las manos, sobre ellas se alcanza a ver la silueta de un bebé menor de 4 años. ¡Bendición, bendición!, grita la gente que le rodea. En el escenario los miembros de la agrupación ríen y agradecen el apoyo. Su música ha pasado a otra generación.
¡Verga, esa rola me recuerda a mi ex!, dice un sujeto con risas a la persona que lo acompaña. Siempre me dejas, se llama la canción.
La banda sigue tocando, el público continúa saltando, graba todo lo que pasa en el escenario con sus celulares y manda audios por whatsapp.
Otro grupo de personas se mueve de lado a lado mientras se abraza… El slam comienza pero la banda se despide.
Otra, otra, otra, gritan durante varios segundos. Insite, Insite, Insite vuelven a gritar durante otros segundos. Los rockers no salen.
¡A huevo!, grita una mujer mientras levanta su vaso lleno de cerveza como si se trata de un brindis… La banda sale de nuevo, toca un par de canciones más, entre ellas Pienso en qué y Rojo Azul.
El show acaba, los rostros de las personas adultas se ven diferentes. La sala de conciertos fue más que un inmueble, fue una máquina de recuerdos.