Nuestro puente

Opinión renata

Por Renata Bermúdez / @Renbyh

Dicen que la música es un idioma universal, y sí, es inevitable no dejarse llevar por una vibración o una nota. El domingo pasado el Instituto Municipal de Arte y Cultura, organizó el Segundo Concurso: Gala de Canto en Lengua de Señas Mexicana, y me encantó, porque era una Torre de Babel, todos hablábamos dos idiomas diferentes, pero que se unieron justamente por la música que emanaba de los sonidos de las bocinas, pero también de las manos de los concursantes.

Ese día, pude ver a muchas personas sordas y oyentes, todas tratábamos de comunicarnos entre nosotros, sin importar nuestra edad, sexo, preferencia sexual, religión o idioma hablado, sólo estaban ahí nuestras manos, nuestros ojos y nuestras emociones. Había nervios, llantos, risas, saltos, bailes, coros… personas que había visto antes y personas que veía por primera vez en mi vida, compañeros de curso y también alumnos nuevos.

Conocí a otros chicos sordos y vi también a mis amigos de mi comunidad parroquial, los vi en su ambiente, hablando entre ellos e incluyéndonos, los vi haciéndose videollamadas, platicando de sus trabajos, de sus amigos y familias. Estábamos entre amigos, y es que las personas sordas no tienen prejuicios, recuerdo a una señora hablando conmigo después de su participación diciéndome lo nerviosa que se sintió cuando vio que la letra iba más rápido que sus señas, y yo felicitándola porque lo había hecho realmente bien, pues ellos, son los dueños de las señas, y yo soy sólo una aprendiz que a veces, juega a ser intérprete.

Los oyentes, deberíamos hacer todos los días un esfuerzo para amar las diferencias, para respetarlas y enaltecerlas, conocer a personas que viven en un mundo diseñado para oyentes y por oyentes, y que se abren paso en la vida, en los trabajos, en la academia, en la sociedad…

Cada vez que conozco más la cultura sorda, me encantaría que todos los demás la conocieran también, que cada día más personas conozcamos la Lengua de Señas, que la difundamos, que entremos a clases o veamos videos en YouTube, porque las personas sordas son realmente admirables, viven con una lengua materna que es gestual-visual-espacial y además, saben leer y escribir en español, ¡convirtiéndose en bilingües!

Me di cuenta de lo afortunada que he sido de conocer a estas personas increíbles que estudian la universidad, que trabajan en oficinas, que son costureras, conductores, monitoristas, chefs… y se enfrentan a grandes retos todos los días, pero su capacidad de resiliencia es grandísima, su voluntad es fuerte, porque son más constantes que cualquier oyente, porque son capaces de llevar lo que empiezan hasta el final, por más complicado que parezca.

Yo creo firmemente en que una persona sorda puede hacer todo lo que se proponga y sé que si trabajamos de la mano, como lo hicimos ese domingo, lo vamos a lograr. Necesitamos dejar de hablar de inclusión y empezar a hablar de convivencia, urgen intérpretes de lengua de señas, no sólo en el canal de Congreso o en dependencias de gobierno, los necesitamos en la academia, y ahí, está nuestra responsabilidad como oyentes: amar la cultura sorda, respetarla, conocerla y valorarla, para que lo vivido en el teatro, se traslade también a las calles, a las universidades.

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