“YouTube Cuba”: una comunidad que crece

YouTubeCuba

Por Cynthia de la Cantera Toranzo de Yucabyte

I. Los “zetas” (o post-millenials) cubanos descubren la web

Si en algo coinciden los youtubers de los que estamos hablando es que llegaron a Internet hace “muchísimo tiempo”. Para ellos –los últimos nacidos en el siglo XX– muchísimo tiempo significan 4 o 5 años.

En 2013, cuando la única empresa de telecomunicaciones en el país, ETECSA, inauguró su servicio público de acceso a la web, estos adolescentes fueron de los primeros en arriesgarse. Y digo arriesgarse porque entonces el acceso costaba 4.50 cuc la hora, se encontraba únicamente disponible en hoteles y salas de navegación estatales y, para más fatalidad, la conexión era desesperante por lenta.

Prácticamente por default, lo primero que hicieron una vez conectados fue abrir las dos primeras páginas que les vinieron a la mente: Google y Facebook. No fue casualidad. Aun sin conocer la red de redes, ya se hablaba de algo que se llamaba Google y algo que se llamaba Facebook, que uno servía para buscar información, y el otro para hacer amigos. Entonces tenemos esta escena: un grupo de muchachos se encuentran cara a cara con el recuadro del buscador. ¿Qué teclean? Videojuegos, animes, mangas, artistas favoritos.
¿Con qué les responde Google? YouTube.

II. “YouTube es toda la libertad del mundo”

San Miguel del Padrón, La Habana. Dina (Dina Stars) acomoda su celular para filmar con la cámara trasera (las cámaras frontales por lo general filman con menos calidad). Su trípode es una caja de maquillajes sobre el que coloca el celular y un pomo pequeño con vaselina para los labios para mantenerlo en equilibrio. Una vez acomodado todo el set, Dina se sienta en su cama y desde ahí graba para Cuba y para el mundo.

Esa es la primera ruptura: una comunicación directa entre el youtuber y sus seguidores. En la plataforma los youtubers funcionan “como sus propios jefes”, me comentó Frank (Camallerys Vlog). Y Brisbany (Ifrit) me escribe por el chat –estudia en Villa Clara, una provincia del centro del país– que si algo le gusta de YouTube es “poder crear algo por ti mismo sin que nadie dicte los parámetros”.

Cero mediadores es igual a cero censores. “YouTube es toda la libertad del mundo”, me dice Lester (MinioVlog).

Dina abrió su canal hace casi un año. Es un tiempo corto para un youtuber –de los que rozan y llegan a la categoría de celebrities– en cualquier parte del mundo. Pero en Cuba, donde el fenómeno es aún emergente, un año representa la media de los canales abiertos. Dina empezó con comentarios y consejos de moda y maquillaje; pero como vio que casi todas las youtubers se dedicaban a eso dio par de vueltas a su canal y ahora hace humor, (tags, challenges, etc).

Y aquí viene la segunda ruptura, que se deriva de la primera: los contenidos se vuelven más personales que nunca. “YouTube es para hacer lo que yo quiero y me gusta”, comenta Dina. Y Harold (Jariyo Q` Welta), dice: “Yo estoy en YouTube para mí mismo. Puedo hacer algunas cosas que me pidan los seguidores, pero no todo. Uno no puede volverse esclavo de los suscriptores”.

Pero como quieren llegar a la mayor cantidad de seguidores posible, los contenidos y las formas inevitablemente se diversifican, al punto de que todos, de alguna u otra forma, se están dedicando a los vlogs porque “es lo que más funciona”, dice Dina.

Dina graba un video para su canal durante la “Segunda Quedada de Youtubers Cubanos”.Foto: Cynthia de la Cantera Toranzo.

 Y con los vlogs viene la tercera ruptura: otras Cubas reflejadas a través de estos muchachos. El boom de la blogosfera cubana –que tuvo más o menos un período desde 2008 hasta 2013, y donde la mayoría eran periodistas– defendía, precisamente, la diversidad a la hora de mostrar Cuba. Pero este nuevo boom, protagonizado por jóvenes entre 18 y 22 años, tiene una forma menos analítica y romántica, más lúdica y desprejuiciada.

En un video de challenges, por ejemplo –aquellos donde los youtubers intentan desafiar retos, que van desde sujetar un huevo con los dientes hasta lanzar un pomo de agua al suelo y que este caiga de pie– lo divertido no es el challenge en sí, sino filmar el proceso y todo lo que un programa de televisión dejaría para “lo que usted no vio”. Se trata, definitivamente, de una generación conscientemente mediática.

Entonces podemos decir que Cuba vive en estos momentos un proceso de reconfiguración mediática, tanto desde los medios de prensa como los sociales. Y en todo ese proceso los youtubers tienen, en calidad de prosumers, su espacio.

III. Cronología rápida de “YouTube Cuba”

En 2016 escuché por primera vez sobre tres “youtubers” cubanos. En aquel momento, los llamábamos youtubers entre comillas o youtubers sin YouTube. Eran tres muchachos que se dedicaban a hacer videos de humor bajo los mismos códigos audiovisuales que los youtubers del mundo entero habían implementado años antes. La única diferencia era que sus videos no terminaban en YouTube.

Por suerte tenían Zapya, la aplicación móvil por excelencia de cualquier Android o iOS cubano, para el intercambio de contenidos. Los tres muchachos de Palanganeando compartían mediante el Zapya sus videos a todos los amigos y conocidos que pudieran. En cuestión de meses, recibieron mensajes desde provincias del centro y oriente del país. De móvil a móvil, sus videos habían atravesado el país.

Poco a poco, en una especie de mapeo, fueron apareciendo más youtubers. La lógica consistía en que uno descubría a otro y este último a otro, y así exponencialmente. Hoy, apenas dos años después, los youtubers mapeados que mantienen sus canales con la regularidad de un video semanal suman casi 30.

Había sucedido que, en una primera etapa, los muchachos estaban dispersos. Tenían sus canales, pero no sabían de la existencia de otros cubanos haciendo lo mismo. Este grupo, los que llegaron primero, tuvieron su inspiración en youtubers extranjeros: Germán, Pautips, Yuya, Mox…

El segundo grupo de youtubers –los que apenas llevan tres o cuatro meses– surgieron en parte por esta misma influencia foránera y en parte, también, por el recorrido que los primeros ya habían trazado en Cuba y la popularidad que comenzó a tomar el fenómeno. “Ahora mismo ser youtuber es una moda. Todos quieren serlo”, me comentó hace unos meses Adriano (Comepizza Online).

Por esa razón, la comunidad que recién comienza a articularse y reconocerse como tal necesita, de acuerdo común entre casi todos los youtubers, colaboración. Los videos en conjunto logran mayor alcance en cuanto a las vistas y suscriptores. Aunque algunos insisten en que las colaboraciones solo logran un intercambio de suscriptores. El alcance de la comunidad, como tal, no crece, sino que se comparte.

Para lanzar “YouTube Cuba” –uno de los nombres bajo los cuales la comunidad se identifica– los muchachos coinciden en que se necesita “que cada uno sepa apoyar al otro y alegrarse por las cosas buenas que le ocurren a los demás, pues todos somos cubanos”, dice Wendy (Make Style).

En la primera etapa –esa en la que estaban dispersos– los youtubers se descubrían entre sí, se enviaban solicitudes de amistad, compartían grupos en Messenger, se texteaban desde el móvil e incluso se llamaban por teléfono sin conocerse. La relación virtual antecedió a la física.

Se conocieron personalmente los domingos en casa de Michel (Michel de Boutique). Michel vio una vez a Adriano (Comepizza) y lo llamó para hacerle un ofrecimiento: poner sus videos gratis en el Paquete semanal. De ahí en adelante, se convirtió en la “matriz” de los youtubers cubanos dentro del Paquete.

IV. El bueno, el Paquete y el malo

Después de unos meses “subiendo” semanalmente sus videos al Paquete, los youtubers pensaron en convocar a los adolescentes que tanto les escribían y llamaban para decirles, así tan claro y sorprendente, que eran sus fans. “Yo no podía creer que había gente que de verdad quería conocernos, hacerse una foto con nosotros”, me comenta Dina.

Sobre el mediodía del sábado 12 de agosto de 2017 varios youtubers se fueron reuniendo para llegar juntos al sitio de encuentro de La Quedada, la primera reunión entre ellos y sus seguidores. La idea de llegar juntos fue más bien estratégica: tenían miedo. ¿Y si no había nadie?

La pregunta más bien era: ¿Y si no somos lo suficientemente capaces de convocar a nuestro público?, ¿y si en realidad todo esto no es más que un juego a ser youtubers? Pero los seguidores estaban allí, un sábado de verano a las cuatro de la tarde en Calle G entre 5ta y Calzada, en el Vedado. Los youtubers, incrédulos, supieron comportarse como las pequeñas celebrities que sus fans estaban esperando.

De alguna manera, se han vuelto una especie de Justin Biebers nacionales. Y todo gracias al Paquete. Desde que comenzaron a salir con Michel de Boutique notaron el cambio: “mis videos llegaban a muchas más personas que no pueden conectarse desde aquí, el número de correos se disparó, el contacto con las personas por las redes sociales también, e incluso el número de suscriptores en YouTube”, dice Brisbany.

Esa era la única forma de comprobar que la distribución por la red más estructurada que tiene el país estaba teniendo sus efectos. “Había personas que no podían ver los videos directamente por YouTube, sino por el Paquete –dice Dina–, pero igual se suscribían solo por cortesía”. Una forma más de solidaridad con el youtuber cubano.

Frank, que solo tuvo chance por dos semanas en el Paquete no pudo recoger luego los beneficios y comenta: “no creo que aporte mucho a YouTube. Lo importante es que puedes hacerle llegar tu contenido a la gente de aquí”.

Frank llegó al Paquete dos semanas antes de que suspendieran la publicación de los youtubers cubanos. Uno de ellos, en un video de chistes telefónicos –lo que en Cuba se conoce como “correr máquina”– bromeó con temas que las políticas del Paquete tienen explícitamente vedados (drogas, ventas ilíticas). Una broma de un adolescente, pudiéramos decir ingenuo, por la que terminó pagando el resto de la comunidad.

Los youtubers aprendieron que si algo deben tener es un criterio de selección de quién entra a su grupo, y cuáles son los contenidos que publica. Con el Paquete aprendieron también que necesitan una protección sobre sus videos, que son blanco fácil para la publicidad.

En el Paquete nada está regulado y lo que es peor: no hay forma posible de controlar las violaciones sobre los derechos de autor. Los videos de youtubers cubanos son utilizados para insertar todo tipo de publicidades sin su permiso.

“Yo hago un video en el que gasto sin recibir nada a cambio –se refiere Pedro (Sweet Dreams) en términos económicos–, y viene otro y cobra por poner los anuncios”. Pedro logró encontrar la persona que estaba violentando sus contenidos, después de visitar varias matrices -aquellos encargadas de “armar” el Paquete mediante la copia de los materiales audiovisuales-. Lo encontró y nada, ¿qué mecanismo tenía Pedro para denunciarlo? Ninguno.

Por eso Brisbany insiste que en “es una cuestión que debería organizarse desde más arriba. En otros países, al existir oficinas de Google e instalaciones como YouTube Space, la forma de organizarse está en manos de la misma plataforma. Lamentablemente aquí no es así. Sería una buena idea crear un grupo que le diera amparo legal a lo que hacemos”. “Un sindicato de youtubers cubanos”, dice Kevin (Palanganenado) y todos se ríen, conscientes de que es un chiste, pero es en serio.

Con la popularidad del Paquete, y el alza de las estadísticas, los youtubers pensaron lo mismo que cualquier otro en cualquier otro lugar del mundo: la monetización del canal. Adriano supo cómo hacerlo y compartió la idea. Hasta el momento, poco menos de 10 youtubers tienen pactado con diferentes agencias de YouTube la monetización. El dinero por concepto de tráfico se acumula y, al llegar al mínimo de cantidad pactada (en este caso 100 USD), pueden hacer la extracción.

Para eso han tenido que “crear una VPN para cambiar su ubicación, porque desde aquí no se puede acceder directamente a esas páginas. Luego hay que dar la dirección de alguien de confianza en otro país que te ayude además a administrar la cuenta”, dice Brisbany.

“Yo utilicé una VPN para activar la monetización –cuenta Frank–, pensé que ahí estaba la clave de todo pero no.La VPN te conecta siempre desde un lugar distinto. Me desactivaron (la cuenta para la monetización) y me dijeron que hasta que no registre un solo lugar (de ubicación) no habrá monetización”.

Wendy, que ya está en ese proceso con ayuda de un familiar desde el exterior dice que “hasta que YouTube no abra su monetización para Cuba será imposible (la vía de obtener ganancias económicas) para los creadores de contenidos de aquí”.

Javier (MinvaShows) resume el lío de la monetización en una cuestión ética: “Para cobrar tienes que abandonar los principios del youtuber cubano porque tienes que ubicarte por otro país”

Los principios del youtuber cubano representan, principalmente, negar su propia nacionalidad.

V. “YouTube Cuba” de cara al mundo

Emma Style, una de las “youtubers” cubanas más populares, se toma fotos con sus seguidores. Foto: Cynthia de la Cantera Toranzo.

El boom de idear, grabar, editar, distribuir, promocionar videos con el fin primitivo de tener algo de diversión no es particular en Cuba. El boom de la popularidad, la atención mediática, el reconocimiento y las felicitaciones de sus fans en la calle, la madurez en los objetivos (profesionalización, ingresos económicos), tampoco. Los youtubers del mundo lo hacen. La única diferencia es que los cubanos usan en lugar de una plataforma para publicar sus videos, dos, tres o más. Todas las que hagan falta.

Por ello, diría que la categoría “youtubers cubanos” no se circunscribe a la plataforma YouTube, pues los canales de publicación son diversos, y se ajustan al contexto de un país con difícil acceso a Internet. Uno de los proyectos más populares en Cuba, Palanganeando (Kevin, José y Daniel) tienen una presencia prácticamente nula en YouTube, pero constante en el Paquete.

Brisbany en cambio piensa que los de aquí tienen “un amor más puro por lo que hacemos. Con las dificultades que pasamos para grabar un video, editarlo, subirlo y promocionarlo, hay que amar verdaderamente lo que se hace para sacrificarse de esa forma sin recibir prácticamente ningún beneficio”.

“Los cubanos somos unos loquillos, no sé, tenemos ese toque de picardía que se hace evidente en cada uno de los canales”, dice Wendy. Un poco más apasionados, más atrevidos, los pilares comunes del chovinismo cubano. Fuera de eso, nuestros youtubers no perciben contraste alguno.

Los post-millenials cubanos –aquellos nacidos entre 1996 y 2000–, a diferencia de sus contemporáneos extranjeros, no vivieron la evolución de la web. Llegaron cuando existía –incluso se superaba– el 2.0, las redes sociales, el “vivir en línea” y no el “estar conectado”.

Llegar y plantarse, desde un espacio tan pequeño y privado como sus cuartos, de cara a Cuba, se les hizo fácil. “Ahora hay que pensar qué vamos a hacer de cara al mundo”, concluye Kevin.

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