El ring en los callejones

box cuba

Por Mayli Estevez de Tremenda Nota

Hacen un círculo. Carcajean, gritan, mientras el reguetón de moda retumba en el callejón. En el centro, dos adolescentes se ajustan los guantes. La mayoría de las veces prefieren golpearse a puño limpio.

Pelean por dinero o porque están aburridos, y es un buen incentivo para juntar a los “socios” y beber alcohol.

El boxeo callejero es un entretenimiento común en el barrio El Condado, de Santa Clara. Casi seis décadas después del triunfo de la Revolución, El Condado sigue sin calles asfaltadas, con aguas albañales y basureros por doquier. Los llamados “llega y pon” (caseríos insalubres) también pululan.

Con cerca de 20 mil habitantes en una corta extensión de 6,4 kilómetros cuadrados, El Condado debe tener —no hay datos disponibles del Ministerio del Interior— la tasa de delitos más alta de la ciudad de Santa Clara.

Que los chicos boxeen por dinero, o por unos tragos, no escandaliza a nadie. Tampoco se trata de un fenómeno particular del centro de Cuba; el entretenimiento salvaje sucede a lo largo y ancho de la Isla.

Tiburón sobrevive a los puñetazos

Yoandri Rodríguez ―19 años― tiene un alias que heredó de su padre: Tiburón. Dejó el preuniversitario después que su novia ―cuatro años menor― quedara embarazada. Fabricó un cuarto de madera y suelo de tierra en el patio de su abuela. Ahora trabaja por su cuenta, cargando sacos de cemento, botando basura o haciendo pozos, para mantener a su mujer y a su hijo de dos años. Le pagan al contado, dice. También boxea por dinero, a veces.

“No es un vicio. Ni lo hago a menudo. En El Condado es una cosa normal, casi para relajar, para joder. Nunca se hace tan público, pero tampoco escondido. No se apuesta demasiado. Algo para el diario”, confiesa Yoandri.

Yoandri y su hijo de dos años. (Foto: Mayli Estévez Pérez)

En un santiamén hay un grupo numeroso que alardea de poder frente a otro. Hacen un ruedo y en el centro dos chicos se caen a puñetazos. La pelea no dura demasiado. Uno de ellos suele “tirar la toalla” muy pronto. A los diez minutos el ring improvisado se muda de sitio, a otro callejón, a otro barrio. La policía no interfiere.

“Me gusta boxear. Al cubano le gusta lucirse y después hablar de eso. Conmigo vienen a fajarse porque soy Tiburón y quieren ganarme”, alardea Yoandri.

Hay algo de razón. La pelea a puños es popular en la Isla desde hace más de una centuria. La Enciclopedia del boxeo cubano de Willy del Pino asegura que en 1910 el chileno John Budinich oficializó la práctica de esa disciplina en Cuba, ofreciendo exhibiciones públicas, sin guantes.

Fenómeno nacional

Para el deporte cubano el boxeo es su tabla de salvación en cada evento multideportivo. “El buque insignia”, le llaman. Por ejemplo, la primera y única vez que Cuba ganó los Juegos Panamericanos fue en La Habana (1991), y el boxeo aportó 11 títulos. La Isla ha producido más medallistas olímpicos en esta disciplina que ningún otro país del mundo: los pugilistas cubanos han traído a casa 73 medallas.

El mayor exponente del boxeo profesional del país fue Kid Chocolate, que en la década del 20 al 30, ganó 136 de sus combates (51 por nocaut).

En la época del amateurismo, después de 1959, sobresalen dos nombres: Teófilo Stevenson y Félix Savón. Y aunque el boxeo reinó durante mucho tiempo, también ―como el resto del deporte cubano― ha visto flaquear sus fuerzas. Varias de las figuras principales del pugilismo cubano, como Guillermo Rigondeaux y Odlanier Solís, naufragan hoy con mediana suerte en las lides profesionales de Estados Unidos.

Tanta fue la influencia del boxeo practicado en la Isla a nivel mundial que hay un estilo bautizado como “cubano”. Tiene fuertes movimientos de piernas, que le otorgan ventaja en los desplazamientos laterales. El cubano es un contragolpeador nato.

El Inder organiza torneos de boxeo en Combinados Deportivos a lo largo de la Isla. (Foto: Yariel Valdés González)

La otra cara de la moneda

En 2018 el video de un boxeador callejero cubano apodado Linito irrumpió en las redes sociales. Las hazañas del habanero ―filmado en el Centro de Entrenamientos de la Escuadra Nacional de Boxeo, ante la mirada de campeones mundiales como Julio César La Cruz o Andy Cruz― se hicieron virales. Linito rompía ladrillos y abría cocos de solo un golpe de puños.

Pero el boxeo callejero se desvincula de los logros, el reconocimiento, la legalidad y la atención gubernamental concedida al boxeo profesional. Es una opción de ganar dinero “por la izquierda”, con tu cuerpo, al margen de las leyes. Algunos adolescentes, con mayor suerte, saltan a la academia, donde se aprende a boxear bajo supervisión desde los nueve años.

En una especie de academia para niños en la calle San Miguel de Santa Clara dice Yoandri que le tomó el gusto a boxear. Lo que más lamenta es que no haya condiciones materiales para que se popularice más la práctica de este deporte. Él tiene unos guantes que antes fueron de El TigreYoandri habla en pasado. Aclara luego que El Tigre está preso y que “esa gente es conflictiva”.

“Antes venían los del Inder (Instituto de Educación Física y Recreación) una vez al mes a los barrios y practicaban varios juegos, y traían guantes para boxear entre los niños. Ya no vienen. Uno puede comprarse guantes, ni puede andar en cualquier calle peleando porque los vecinos se molestan”, afirma.

Para Orlendys Ávila Ramírez, actual Comisionado de Boxeo de Las Tunas y por varios años entrenador en categorías menores, practicar el pugilismo al libre albedrío, sin cabecera, resulta traumático.

“Este es un medio de protección —dice a Tremenda Nota— que vino a humanizar el boxeo. Es cierto que para los aficionados disminuye un poco el espectáculo, pues hay menos golpes contundentes, pero hace una gran diferencia en cuanto a la seguridad de los atletas. La acumulación de golpes a largo plazo provoca trastornos en el lenguaje, problemas de visión, heridas que a veces quedan para toda la vida”.

Los entrenadores buscan sus pupilos en las escuelas, desde edades tempranas. Jorge García Gárciga, Comisionado de Boxeo en Villa Clara, informó al periódico Vanguardia recientemente que la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) de la provincia tiene una buena reserva de niños, a partir de los 11 años y hasta los 14. Los datos ratifican la popularidad de una disciplina que, a pesar de sus detractores, no deja de tener matrícula.

Pero los chicos se pulen también en la calle, sin la mirada de un profesional.

En cualquier deporte, pero más en el boxeo, el entrenamiento deportivo tiene una cientificidad que debe ser tenida en cuenta: el control de las cargas físicas, la corrección de errores técnicos, el chequeo de la frecuencia cardíaca y la respiración, el nivel de intensidad de la preparación tienen que ser supervisados por un profesional”, según Ávila Ramírez.

“Es posible ―prosigue el entrevistado― que una persona consiga ponerse a tono físicamente, pero es muy difícil que sin ayuda de un profesional pueda alcanzar una forma deportiva óptima”.

El ruedo de boxeadores callejeros en El Condado de Santa Clara no distingue por color de la piel o edad, pero sí por sexo. En la calle, igual que en la academia cubana, el boxeo sigue siendo el único deporte inaccesible para las mujeres.

Tiburón cree que a “ellos” les gustas” n darse golpes. “Ellao entran en el rango de lo posible.

“En este barrio no hay edad, solo necesidad”, espeta.

Yuniesky Valero, de 27 años también mata el aburrimiento dando golpes. “No tengo trabajo, al menos no con el Estado. Sin horarios tengo mucho tiempo libre. Vivo al lado de Tiburón y cuando pelean frente a su casa me embullo”, dice mientras se acomoda una melena rubia que le cae sobre la cara.

“Lo que más dura una pelea, al menos que yo haya visto, son diez minutos. Gana el que más aguanta, por supuesto. Terminas con uno y otro se pone los guantes, y así vas pasando por casi todos. Los demás están mirando o grabando con los celulares”.

“Lo del dinero no es importante, porque no se maneja mucho”, aclara el joven. “Cuando peleamos sin guantes no nos damos en la cara. No somos locos. Así gastamos la energía”.

ESTE TEXTO FUE PUBLICADO ORIGINALMENTE EN TREMENDA NOTA.

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