PALOMA FERNÁNDEZ | @PalomaPEN
La frase “somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar”, cobró vida el martes 9 en el Zócalo de Puebla con el Aquelarre feminista, organizado por el El Taller A.C.
En este evento se realizó una quema simbólica del patriarcado, con todo aquello que a las mujeres hizo o hace sentir oprimidas, con miedo o en su momento las hirió de diversas maneras.
El evento, que dio inicio a las 6:20 de la tarde aproximadamente, comenzó con algunos cánticos y consignas llevadas por la Batucada Lenchamanas, quienes animaron a las asistentes y atrajeron a los curiosos, que empezaban a rodear al contingente.
Los niños, jóvenes y adultos que rodeaban la protesta emitían opiniones en voz baja, o al menos lo suficientemente baja para crear bullicio.
La quema comenzó al menos 20 minutos después de anunciar su llegada; el círculo se redujo cubriendo a las compañeras que encendían el fuego donde arderían toallas femeninas, sostenes, tampones, libros de tópicos machistas, capitalistas o discriminadores, nombres de acosadores, violadores, feminicidas y autoridades del estado, así como instituciones que deben garantizar la seguridad de las mujeres, pero que —en palabras de las manifestantes— sólo encubren a violadores y asesinos.
Hubo algunas mujeres valientes que, en medio de la multitud, quemaron públicamente a sus agresores, violadores o ex parejas por el daño físico y psicológico que por años causaron en las ellas.
Todos estos elementos y personajes ardían para eliminar con un propósito: la representación simbólica de un deseo. El deseo mismo de que las mujeres puedan vivir libres, felices y plenas, sin miedo a estos sujetos o a lo que se pueda decir de sus cuerpos por las imposiciones heteropatriarcales.
Para terminar la quema, el colectivo realizó una piñata que representaba el machismo mismo y muchas otras causas más, como la violencia, la explotación, el racismo o la homofobia. Todo para representar la destrucción de todo aquello que destruye a las personas por su género, sexualidad, raza, o estrato social.
Primero se hizo la invitación para que quien quisiera, pudiera golpear y romper todo lo que este objeto representaba, para luego quemarlo junto a todo que ya estaba hecho cenizas para ese momento.