La dignidad y la rabia en la décima Marcha de las Putas

marcha de las putas Puebla

STAFF MANATÍ | @ManatiMX
FOTOGRAFÍAS DE BRENDA PALACIOS | @Bgpalacioss

Algo distingue a la Marcha de las Putas de cualquier otra marcha. Y esa distinción comienza por el mismo nombre: retoma la palabra puta para resignificarla; la moldea a su antojo, juguetea con ella, le corta su distintivo machista y la porta, orgullosa, durante cada año.

Aunque se trata de una marcha que repudia la violencia machista, esta movilización se ha distinguido, sobre todo, por su carácter festivo. Parece reforzarse —y festejarse— el orgullo y la dignidad que implica ser mujer. Una mujer lesbiana, heterodisidente, no binaria, o sencillamente diversa.

En su décimo aniversario, Marcha de las Putas exigió el cese de la violencia machista, tuvo un carácter festivo y respaldó la toma del Congreso de Puebla. Fotografía: Brenda Palacios
En su décimo aniversario, Marcha de las Putas exigió el cese de la violencia machista, tuvo un carácter festivo y respaldó la toma del Congreso de Puebla. Fotografía: Brenda Palacios

Este sábado 5 de noviembre, la Marcha de las Putas cumplió su décimo aniversario. Reunió a alrededor de 200 mujeres que marcharon hacia el Congreso local, que se mantiene tomado por otro grupo de mujeres feministas desde el 24 de noviembre.

Lo hicieron al ritmo de la batucada Lencha manas, un grupo que a su vez forma parte de El Taller, la organización que ha convocado anualmente a la Marcha de las Putas. Cada paso iba acompañado por el tambor y la proclama.

La Marcha de las Putas es convocada anualmente por El Taller, una asociación de mujeres lesbianas. Fotografía: Brenda Palacios
La Marcha de las Putas es convocada anualmente por El Taller, una asociación de mujeres lesbianas. Fotografía: Brenda Palacios

Cuando el contingente de mujeres arribó al Congreso del estado, allí las esperaban largas hileras de papel picado colgando sobre la calle, además de las mujeres que mantienen tomado uno de los salones del recinto legislativo. Desde los balcones, entonaban y alzaban el puño junto a la multitud que las miraba desde abajo.

Apenas aparecieron ante la sede legislativa, de una bocina comenzó a sonar La Chona. Y a la quebradita le sucedió el reggaetón, la cumbia y la batucada.

Hasta que, a través de un megáfono, una mujer de cabellera negra ensortijada comenzó a leer el pronunciamiento por el décimo aniversario de la Marcha de las Putas. Reclamó la violencia machista, pero reafirmó la posibilidad de la libertad que implica, una vez más, salir a las calles en comunión.

Al final de la protesta, las mujeres tendieron a lo largo de la fachada del Congreso local una bandera trans para festejar la posible aprobación del reconocimiento a la identidad de las personas trans.

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