Daniel Pérez Domínguez: el trazo que deja un hombre desaparecido

Daniel Pérez Domínguez desaparecido

Daniel Pérez Domínguez desapareció en PUEBLA a finales de 2019 y el último rastro de su teléfono fue ubicado en Querétaro. Desde entonces, la investigación que la Fiscalía General del Estado ha realizado para hallarlo ha sido ineficaz.

MARIO GALEANA | @MarioGaleana_

Daniel Pérez Domínguez tenía 27 años cuando fue visto por última vez por su familia, el 23 de noviembre de 2019 en la ciudad de Puebla, a dos semanas de su cumpleaños.

Durante las primeras semanas de su búsqueda, agentes de la Fiscalía especializada para la investigación de delitos de desaparición forzada de personas simularon ante la familia de Daniel que ya se encontraban recopilando los videos de los últimos lugares en los que estuvo.

Pero meses después, cuando Cristina Domínguez, su madre, recorrió los mismos lugares, supo que las personas encargadas de la investigación no habían solicitado, hasta entonces, ni una sola grabación.

Daniel Pérez Domínguez tenía 27 años cuando fue visto por última vez por su familia, el 23 de noviembre de 2019 en la ciudad de Puebla.

“Esa es mi molestia”, dice Cristina en entrevista con Manatí, “la primera agente dejó pasar toda evidencia, nos mintió, nunca fue a solicitar el acceso a esas cámaras. Yo fui tiempo después para solicitar los videos por escrito, pero días después me contestaron que ya había pasado mucho tiempo y los videos ya se habían borrado”.

La familia de Daniel obtuvo el último indicio de su localización a través de un rastreo de su teléfono realizado por las autoridades: el trazo llega hasta un municipio de Querétaro, en donde dejó de emitir señal dos días después, el lunes 25 de noviembre de 2019.

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Según Cristina, este hecho fue decisivo para que la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas, un órgano constituido formalmente en enero de 2020 —poco más de un mes después de la desaparición de Daniel—, se declarara parcialmente incompetente para continuar el trabajo de localización.

“Fui con el gobernador y me mandaron a la comisión, pero ahí de plano me dijeron que no podían hacer mucho por mí, porque el rastreo del teléfono de mi hijo termina en Querétaro y según ellos sólo buscan aquí. No volví a pararme en la comisión. ¿Para qué?”, dice Cristina.

Cristina también acudió a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (Seido), de la Fiscalía General de la República (FGR), pero fue enviada de vuelta a la Fiscalía General del Estado (FGE).

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La vida de Daniel hasta su desaparición

Daniel es el menor de otras dos hermanas que nacieron entre 12 y 14 años antes que él. Al momento de su desaparición, sus hermanas tenían poco más de 40 años. Daniel se casó hace nueve años, que es exactamente la edad de su primera hija. La segunda nació sólo un año después.

Estudió gastronomía en la Universidad de Oriente hasta el quinto semestre, cuando tuvo que dejar la carrera para trabajar y proveer a su familia. Consiguió distintos empleos en restaurantes, hasta que su mamá les propuso a él y a sus hermanas establecer una pizzería.

Cristina forma parte del colectivo La Voz de los Desaparecidos, que reúne a decenas de familias de personas desaparecidas en Puebla.
Cristina forma parte del colectivo La Voz de los Desaparecidos, que reúne a decenas de familias de personas desaparecidas en Puebla.

La pizzería se instaló a principios de 2019 en la colonia San Manuel, cerca de Ciudad Universitaria, pero sólo algunos meses más tarde, a finales de abril, tuvieron que cerrar. Las obras de rehabilitación que por entonces el gobierno de la capital realizaba en esa colonia provocaron el cierre de muchas calles y, con ello, el fin de la pizzería.

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Daniel, su esposa y sus dos pequeñas hijas vivían en una colonia periférica de la ciudad de Puebla, de nombre Galaxia La Calera, muy cerca de donde vivía su madre.

Y por eso resultaba tan natural que, aquel último sábado en que fue visto, su madre le pidiera alcanzarla en una fiesta familiar para después regresar juntos a casa. Eran alrededor de las 7:30 de la tarde cuando lo llamó.

Pero Daniel contestó que sólo pasaría a su casa a ducharse para salir por la noche con una persona a un karaoke ubicado en la zona de Circuito Juan Pablo, a unos 20 kilómetros de donde vivían.

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La búsqueda y los mensajes

El domingo 24 de noviembre nadie tuvo noticias de Daniel. Le llamaron muchas veces y nunca tomó el teléfono. Sin embargo, Cristina asegura que su hijo llegó a contestar un par de mensajes a su hija y a una sobrina en los que decía que no podía tomar llamadas. Pero algo leían en el tono con el que contestaba que las hizo dudar.

“Dice mi nieta que las contestaciones no parecían suyas, como si la persona que contestaba el teléfono no supiera quién era. Sólo contestaba al trancazo”, narra.

Aunque Cristina no lo sabía, para entonces el teléfono de su hijo ya había salido de Puebla. Se desplazaba por una carretera que conducía hacia el Estado de México para luego virar hacia Querétaro.

Daniel Pérez Domínguez tenía 27 años cuando fue visto por última vez por su familia, el 23 de noviembre de 2019 en la ciudad de Puebla
Daniel Pérez Domínguez tenía 27 años cuando fue visto por última vez por su familia, el 23 de noviembre de 2019 en la ciudad de Puebla

La familia de Daniel comenzó a indagar con quiénes había estado durante los últimos días en que fue visto y detectaron a dos personas: una chica y un chico. Más tarde, cuando ambos fueron citados a declarar a la Fiscalía General del Estado (FGE), sus versiones fueron contradictorias.

Por ejemplo, la chica aseguró que la visita al karaoke fue un día antes, el viernes 22 de noviembre. En tanto que el chico dijo que lo que hicieron juntos ese viernes fue estar en la zona de Los Fuertes hasta el amanecer.

De cualquier modo, Cristina no pudo comprobar ni una ni otra cosa porque la primera agente que tomó el caso de desaparición de su hijo no consiguió los videos del karaoke, ni de Los Fuertes. Y cuando Cristina quiso hacerlo, descubrió que en aquellos dos puntos no existían suficientes cámaras o, en cambio, que los videos ya se habían borrado.

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El lunes algunos amigos de Daniel, a los que Cristina no conocía, se comunicaron con ella para advertirle que habían recibido llamadas en las que pedían un rescate por el secuestro de su hijo. De esas llamadas no hubo muchos resultados.

Hoy, más de un año después, Cristina cree que la investigación no ha sido eficaz, pero hay agentes que le han sugerido que pronto será archivada.

“Hay personas a las que se les puede preguntar qué pasó con mi hijo, hay quienes pueden decir, orientarnos. Yo sí le pido a las autoridades que hagan una búsqueda, que se pongan un poquito en los zapatos de nosotros y nuestros hijos desaparecidos. Puede haber una Fiscalía especializada, pero si no hacen su trabajo correctamente, no lo hará nadie. No pueden dar por terminada la investigación de una persona desaparecida cuando aún no saben qué pasó”.

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