He decidido andar ligero hacia la libertad: hacia la ausencia del miedo. Dejo atrás mi fraternidad con el mundo y a los amores que amé sin condición o los que amé incluso antes de conocer.
No ha sido fácil decir adiós a Lucía pero he entendido que el amor es a veces la mejor respuesta a la pregunta más complicada. He entendido, sin soberbia, que amar es, también, dejar ir.