De la mano del silencio, evitando hablar con madurez emocional y política sobre lo “incómodo”, confundimos la funcionalidad social de nuestros dogmas sobre la funcionalidad lógica de nuestra propia humanidad,
Vampiro nos permite reinterpretar la calle como plataforma de la casualidad y la equivocación, siendo estos no un fin en sí mismo, sino pequeños eslabones de una cadena de eventos y augurios que nombran y moldean lo extraño, al otro