Por Francisco Corona/ @crownzyy
Mucho se habla del Día de Muertos, pero, ¿por qué es importante para los mexicanos?
1.- Mantiene viva la deliciosa gastronomía.
Poner el “altar” u “ofrenda” a las almas de sus muertos, es uno de los rituales que la mayoría de los mexicanos realiza en sus casas, sin embargo no llega solo: viene acompañado de comida. Pero no es cualquier comida la que se ofrece a las almas de los difuntos, se trata casi siempre de platillos típicos de cada región (porque en México, en cada región o estado, la festividad del Día de los Muertos tiene matices diferentes): moles, chiles, tamales, tortillas, pulques, mezcales, tequilas, salsas, tepaches, chapulines, pan, fruta, son sólo algunas de las cosas que se ofrecen y que en consecuencia son muy socorridas sus recetas durante esta temporada.
Puede que no se preparen con mucha frecuencia durante el año, pero sin duda ocuparan su lugar en la ofrenda.
2.- Es una manera de recordar a los antepasados.
El mexicano, si bien se caracteriza en su mayoría por su carácter alegre y desinhibido, se vuelve melancólico en la “Fiesta de Todos Santos”, otro de los nombres para referirse a la tradición del “Día de Muertos”.
Y es que recordar es volver a vivir, y aunque en apariencia se trata de casi una semana de festividades, en esencia es también volver a revivir el duelo por la partida del difunto. De ahí que el poner un altar o una ofrenda para los muertos sea todo un ritual, pues según la tradición, los difuntos que vuelven a su hogar ahora como almas, pueden probar la esencia de la comida y las bebidas que sus familiares han colocado para ellos: su comida favorita. En este sentido, tanto esfuerzo valdría la pena porque sería como alimentar nuevamente a sus familiares difuntos.
3.- Es una de las tradiciones mexicanas más conocidas a nivel mundial.
Si, quizá el Día de Muertos junto con el 15 de Septiembre son las dos festividades mexicanas más reconocidas a nivel mundial. ¿La razón? Son una mezcla de todo el folklore mexicano, que se desborda en todos los rincones del país: uno, quizá más festivo y explosivo, otro más calmo y melancólico.
Pólvora cruzando los cielos, colores vivos, ejércitos de vendedores ambulantes que llenan las calles de color con sus artículos, son algunas de las señales que los anuncian. No es de dudar que todo esto sorprenda a los extranjeros y turistas.
Por otro lado, es la cosmovisión sobre la muerte lo que hace de esta festividad algo tan peculiar: no se deja a la muerte de lado, o se le teme, sino que uno se envuelve en ella, se impregna de su esencia, ocupa un lugar como invitada en el hogar y por unos días se bromea con ella. Envalentonado, el mexicano no teme morir, pues la muerte es su comadre.
4.- Es un pretexto para reunirse en familia.
Quizá no es el mejor ejemplo, pero sin duda en muchas comunidades la gente que rinde honor a sus familiares o amigos difuntos, aún lo hace en forma grupal, y es que en familia las delicias y las penas se viven mejor. Son famosísimos los ejemplos de comunidades por ejemplo en los estados de Michoacán, Oaxaca, Yucatán, Puebla (Por mencionar algunos) donde la fiesta del Día de Muertos preserva aún su carácter de ritual, en el que en muchas ocasiones, los familiares incluso pasan la noche en los panteones o campos santos, velando al lado de sus muertos.
¿Quién dijo que al amor se lo lleva la muerte? Y es que para el mexicano, la familia es uno de los pilares de su vida.
5.- Nos lleva a “burlarnos” de la muerte.
Es bien conocido – ya sea como mito urbano, parte del folklore, o un poco de exageración- que el mexicano se ríe de la muerte. Ya lo decía algún escritor, para soportar la vida hay que reírse; el mismo principio parece aplicarse para soportar a la muerte.
Alguna vez alguien dijo que el mexicano no se ríe de la muerte por que sea a quien menos le duela, sino porque es a quien más golpea. Le golpea en el alma, en el corazón, en la memoria, que le recuerda durante el año a quienes han partido. Alejado de sus seres queridos para siempre, no queda más que ofrecer comida empapada del olor del incienso, rodeada de una cascada de flores naranjas, vivas, y reír, reír hasta el final.
Hablando del burlar de la muerte…me acordé de una cita que me gusta de Octavio Paz. Tal vez es tan popular que se convierte en cliché, pero la comparto igual!
“Para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con impaciencia, desdén o ironía…”