Por Renata Bermúdez / @Renbyh
¿Ya vieron La forma del agua? Pues yo la vi este fin de semana, no puedo definir si me gustó o no. Un punto a favor: el uso de la American Sign Language (ASL). Un punto negativo: que a pesar de que Guillermo del Toro ha dicho que su película es una crítica al racismo yo difiero, ¿por qué?, muy simple: los afrodescendientes son un tema casi coyuntural y forzado por lo que se enfoca mucho más en el tema del monstruo y del amor que siente por la chica. Para ser una obra situada en los años 60, en Baltimore, podría haberse explotado mucho más el tema. Entiendo que tenía otra finalidad la historia, pero faltó profundidad.
Lo que sí me pareció fue una celebración a la diversidad, no al nivel de The Greatest Showman, donde la diversidad es palpable desde el inicio. The Shape of Water, aborda superficialmente la homosexualidad en uno de sus personajes y la discriminación de hombres blancos sobre afrodescendientes….
Aun así, el tema del monstruo me recordó a una persona de mi familia criticando la homosexualidad, y es que hoy por hoy, creo y estoy segura de que el amor se puede encontrar en todos los envases posibles, porque el amor es una decisión. Se decide amar al otro, no por sus méritos, apariencia o capacidades, sino porque yo, como ser humano libre y consciente, decido darle lo mejor de la existencia, de mí existencia a otro.
Aunque es una alegoría muy burda al poner un monstruo como protagonista y sujeto de amor; lamentablemente, es como han sido vistas las personas diferentes a lo largo de la historia: migrantes, “negros”, personas con discapacidad, judíos, musulmanes, gays, etc.
Cuando Elisa se lleva a su casa a “él”, fue inevitable pensar en mi padrino (sacerdote), diciéndome: “está bien que conozcas a personas diferentes, te rompen los esquemas”. El mundo actual tiene esa urgencia más allá de las coyunturas políticas, más allá de Trump y de las elecciones en nuestro país. Necesitamos romper los esquemas para aprender a amar al otro, al que es diferente a mí, al migrante, al pobre, al niño, al anciano, al homosexual, a la persona con discapacidad.
Estoy convencida de que cuando nos movamos amando a la humanidad en sus colores, formas, y miles de diferencias, haremos un mundo mejor para todos, donde todos cabemos y todos tenemos una misión por realizar, amemos nuestro envase, que es nuestro cuerpo para amar a otros.
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