Por Gerson Abdiel Ponce / @Geralbd
Aún la mañana no cobra conciencia cuando por la televisión veía como la selección de España era eliminada por su similar de Rusia en el mundial de fútbol. Rusia avanzaba a cuartos de final por primera vez desde México 1970 – cuando se hacían llamar la Unión Soviética-, la afición rusa celebra el acto histórico de su selección, mientras tanto Jorge Paleta Sánchez -cambio inesperado- se prepara para emitir por primera vez su voto en braille.
Son las 12 del mediodía del 1 de julio de 2018, la elección más grande de la historia de México se realiza con normalidad en la junta auxiliar Ignacio Romero Vargas, una colonia acechada en los últimos tiempos por la violencia que tanto lastima todo el estado de Puebla.
A la casa de don Paleta llegas con direcciones rotas, con vueltas a la derecha después de topar con pared. A la casa de Jorge Paleta llegas cuando llegas a la Romero Vargas, porque de ahí es él, de ahí es su esposa, y de ahí son sus hijos, y hasta en momentos – mientras caminamos a la casilla- se me figura que la Romero le pertenece a él.
Con su mano derecha en el hombro de su esposa – Marta Castellanos- don Paleta camina mientras me describe los lugares de su recuerdo, los lugares colectivos; la iglesia, las canchas, la otra iglesia y la escuela donde le toca votar. Llegamos alrededor de las 12:10 del mediodía, la casilla está concurrida, entre observadores, funcionarios de casilla, y uno que otro niño que, interesado por lo llamativo del día de las elecciones, se cuela entre las piernas de su madre para poder tachar el espacio que le es indicado. Don paleta presenta su credencial de elector, el personal del INE que se encuentra en la entrada se asegura que sea el número correcto de casilla y lo deja pasar. Yo me quedo en la entrada, esperando casi diez minutos a que don Paleta pueda votar.
Hace falta un poquito más de preparación, un poquito más de orientación para personas que son ciegos totales o débiles visuales, sostiene. Él tuvo que pedir el formato para poder votar en braille, y aparte comenta que “ya se está perdiendo el braille, el INE debería hacer uso de la tecnología”.
Doña Marta interrumpe y me platica la historia de una muchacha que nació con ceguera total y que a la hora de sacar su credencial de elector le exigieron tener una firma, no le valía firmar con una tache como en otros casos, la obligaron a tener una firma, a adecuarse a la falta de una legislación efectiva para las personas con discapacidad visual. Don paleta concluye diciendo que “la vida de un ciego de nacimiento es muy diferente, hasta en la forma de hablar, de expresarse, porque ellos nunca vieron la luz, pero en cuestión de un ciego total adquirido es muy diferente, porque yo te puedo guiar, porque me sé el recorrido de aquí de las calles, del centro, porque yo fui taxista, porque yo vi”.
Jorge adquirió – así lo dice él- la ceguera hace cuatro años, antes era taxista, pero debido a una retinopatía diabética perdió la vista, en un mes y medio la ceguera fue total y desde entonces ha luchado con la depresión y con sentirse un estorbo para su familia. Con la indiferencia que existe al caminar por las calles de Puebla, tiene que esconder su bastón detrás de su esposa para que la ruta se pare, doña Marta me platica cómo los vendedores ambulantes obstruyen las calles por donde está la guía para las personas con debilidad visual, -pero tenemos que enseñarlos a respetar, interrumpe Paleta.
Afuera del No.6 de la calle 1 mayo, don Jorge me muestra la regla y el punzón con el que escribe en braille, al fondo suena alguna canción de Los Ángeles Negros mientras pasa la moto de las tortillas.
Don Paleta se ve esperanzado con su voto, cree que su candidato puede apoyarlo, y a mejorar su situación. Lo mismo que otros piden, pero las personas como él, son lo otro de los otros, los olvidados.
Quisiera seguir platicando para que me cuente cómo ha aprendido a valerse por sí mismo en una ciudad que no los respeta y cómo ha sorteado la desesperanza para convertirla en motivación pero es hora de irme. Me despido y le insinúo que me gustaría regresar en algún momento, él asiente y me pide que comparta su voz, y aquí estoy, tratando que estas líneas encuentren cabida en los que las lean, que estas palabras sean cargadas de sentido y como dice Ignacio de Loyola, “poner más amor en las acciones que en las palabras”.
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Mañana la selección de Rusia juega contra Croacia por el pase a la semifinal, seguramente don Paleta lo escuchará, así como escuchó hace 6 días que su candidato hizo historia. Posiblemente aquel triunfo tenga a Jorge Paleta -como al 53% de los electores- esperanzado. La historia demanda nuevas realidades, alguna en la que encuentre sitio, en donde pueda obtener un trabajo para poder ayudar a su esposa; una realidad que se construya desde las autoridades hasta la sociedad civil.