Por Renata Bermúdez / @Renbyh
Uno de los temas más controvertidos siempre ha sido el aborto, pues no sólo se habla de un ser en gestación, sino de la vida de una mujer, de sus decisiones y de su cuerpo. Muchas veces me he considerado feminista porque apoyo la autonomía sobre nuestros cuerpos y nuestras decisiones, creo en la igualdad entre hombres y mujeres, sin embargo, creo que el empoderamiento va mucho más allá de un tema tan líquido como el aborto.
Al ver la discusión en la Cámara y el triunfo de las feministas en Argentina, creo que no sólo se debe a un tema de agenda política, también es el reflejo de una sociedad que se despierta ante la participación ciudadana; las feministas tomaron las calles y las pintaron de verde en medio de una fiesta: educación sexual para decidir, anticonceptivos para prevenir y aborto legal para no morir.
La contra parte, con el lema #SalvemosLasDosVidas, los pro-vida, también han hecho marchas y una movilización por parte de médicos, enfermeras y familias a favor de la vida. Un caso muy cercano es de una amiga argentina, quien ha compartido por medio de sus redes sociales su experiencia como madre a los 18 años, con todo el miedo que le generaba la vida naciente de su hija, que tiene hoy 16 años.
Me he puesto a pensar en cómo se sintió ella cuando descubrió esa vida dentro de sí. Yo tengo 24 años y estoy en un momento donde lo menos que quisiera es un hijo, tengo ganas de viajar, de conocer el mundo, de estudiar una maestría, de seguir trabajando e investigando. En esta edad, un hijo para mí, sería un lastre, y el mundo actual nos lo ha hecho creer: la vida sólo es válida cuando se trata de uno mismo, cuando sólo se trata del consumismo, de poseer viajes, ropa, marcas… todo aquello que no implica comprometerme más allá de mí, la vida de otro ser dentro de mí me hace ser sólido; desechar a un humano me hace ser yo lo más importante, y por eso el aborto es la salida fácil para nuestro mundo actual, el aborto me permite permanecer líquido, como dijo Bauman alguna vez.
Y al final, también creo que en este mundo líquido mantener un embarazo es un acto heroico y también de empoderamiento, ya que esto debe llevarnos no sólo a elegir sobre nuestros cuerpos, también sobre nuestra sexualidad y el método anticonceptivo que nos ayudará a vivirla de manera correcta, para entonces, prevenir un aborto.
Estoy de acuerdo con que necesitamos educación sexual para decidir, anticonceptivos para prevenir, pero no creo en el aborto, aun cuando se quiera justificar para mujeres pobres o violadas, siempre, siempre, existirá una alternativa.
Suscribo: ¡Salvemos las dos vidas! Pero no sólo de madre gestante a hijo, la vida no sólo debe ser cuidada desde la concepción, sino que se debe dotar a todos los nacidos, a todas las edades de verdadera vida: goce de los derechos y obligaciones, en cualesquiera que sean sus condiciones, género, discapacidad o educación, migrantes en tránsito o personas enfermas en agonía. ¡Salvemos todas las vidas!
Los textos publicados en la sección “Opinión” son responsabilidad del autor/a y no necesariamente reflejan la línea editorial de Manatí.