Por Adrián Tovar de La Dósis
Todos estamos entusiasmados por la posible legalización de la marihuana. En especial ante la apertura mostrada del nuevo gobierno. Pero entre tanta emoción, se generan ciertas confusiones sobre el impacto real que tendría la regulación sobre la vida pública.
Por ello, precisamos algunos puntos sobre los cuales debemos ser cuidadosos al momento de argumentar, decidir y promover que se legisle.
“Legalizar reducirá la violencia”
Uno de los argumentos en el debate público es que legalizar la marihuana ayudaría en la reducción de la violencia generada por la guerra contra las drogas.
Sin duda alguna, el cambio en la estrategia frente al mercado de drogas es necesario para “pacificar” al país. Después de todo, fue en 2006, cuando el gobierno declaró la guerra contra las drogas, que los niveles de asesinatos y desapariciones aumentaron de forma crítica.
Pero los mercados ilegales coomprenden diferentes sustancias y la violencia pareciera estar asociada a la distribución de drogas con mayor margen de ganancia que la marihuana, como son los opiáceos, las anfetaminas y la cocaína. A pesar de ello, la idea de que la legalización del cannabis es una respuesta contra la violencia continúa en el discurso de medios, expertos y políticos.
Nosotros consideramos que en el centro de la discusión deben permanecer los derechos, tanto de consumidores como de no-consumidores. Pero sí pensamos que la legalización contribuiría a una sociedad menos insegura, no porque eliminaría disputas entre traficantes, sino porque evitaría que la policía perdiese tiempo en perseguir y extorsionar usuarios y se podría concentrar en perseguir delincuentes.
¿Despresuriza las prisiones?
Una de las declaraciones de Sánchez Cordero que más ha llamado la atención al hablar de la regulación del cannabis es que esta era necesaria para liberar de prisión a cientos de miles de jóvenes detenidos por posesión de cannabis:
“Hemos calculado, más o menos, alrededor de 100 mil, tal vez un poco menos, de jóvenes que están privados de su libertad por razón de posesión de drogas”, declaró en septiembre. Pero nuestras propias pesquisas encontraron que a finales del 2016 solo había 8, 558 personas presas por delitos de Narcomenudeo, lo que indica que no hay, ni de cerca, esa cantidad de usuarios presos por posesión de cannabis.
Por lo que, si bien apoyamos la liberación de gente presa por delitos de posesión (la que hubiese), no es la solución al problema de sobrepoblación carcelaria.
¿Un mercado mayor que el de Canadá?
Otro de los argumentos a favor de la regulación es que se generaría un gran negocio, lo que beneficiaría al país con la creación de empleos y ayudaría a reactivar la economía.
Semáforo Delictivo (fuente) ha señalado que el valor de este negocio se estima en 6,000 millones de dólares (mdd). Jorge Treviño, director de la empresa BeHemp asegura que el negocio en México sería más grandes que en el Canadá, pero esto parece basarse solo en el hecho de que en nuestro país sería posible cosechar tres veces al año (enlace).
Hay que tener cuidado al hacer este tipo de comparaciones. Para empezar hay menos consumidores mexicanos que canadienses. En Canadá, el 14% de la población ha utilizado cannabis durante los últimos tres meses, mientras que en México la Encuesta Nacional de Consumo De Drogas, Alcohol y Tabaco muestra que sólo 2.1% de los mexicanos consumió marihuana… durante el último año.
Comparando el número de personas, habría poco más de dos millones de usuarios mexicanos (2,352,000) contra 4 millones de usuarios canadienses. Por lo que considerando estas cifras, el mercado mexicano no puede ser 3 veces mayor que el canadiense. Y esto sin considerar los niveles de ingreso.
Cabe señalar que lo posible es que crezcan los mercados medicinales, conforme se vayan encontrando nuevas aplicaciones terapeúticas de los componentes del cannabis; y los extranjeros, incluyendo el canadiense.
Texto publicado originalmente en La Dósis.