Los esfuerzos gubernamentales y de distintas entidades, tanto a nivel local como regional e internacional, por hacer de las ciudades espacios seguros para todas y todos, significa uno de los más grandes desafíos de nuestra época. Sin ir más allá de nuestro primer entorno, la seguridad pública entendida como todos aquellos incentivos que permiten a las personas desarrollarse en libertad en el ámbito público, es parte de discursos y narrativas en la mayoría de las agentes sociales.
Ante la inseguridad, qué podemos tener entonces. Si somos vulnerables, cabe la pregunta: ¿perdimos todo? Es ésta una de las principales incógnitas que a diario nos hacemos.
Casi el 67 por ciento de los habitantes del estado de Puebla consideran a la inseguridad como el problema más importante que nos aqueja de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), que señala a las policías locales como las que en menos confía la población.
Vivimos tiempos difíciles, sin embargo, debemos hacer conciencia sobre el papel que las corporaciones policiales juegan en la construcción de ciudades seguras, de ciudades que tengan paz.
Partamos de lugares comunes en cuanto a la discusión de las instituciones policiales. Carecemos de reflexiones serias sobre la policía que queremos, de ahí que haya tres ideas que predominan en este asunto: la policía que tenemos es la que merecemos, se renuevan etiquetas a partir de nuevos modelos dejando de lado los contenidos que incentiven la transformación y, por último, nunca será suficiente una mejor policía si los cambios no se dan en toda la sociedad con enfoque de gobernanza.
Las reformas policiales deben estar acompañadas de mecanismos idóneos y no de ideas sustentadas en privilegiar lo urgente y no lo importante. Ha existido una tendencia en los últimos años por incrementar agentes, armas, infraestructura para combatir a la delincuencia, más policías es asociado con más seguridad. Desafortunadamente los procesos, protocolos y procedimientos de las corporaciones no necesariamente se fortalecen y pulen a la misma velocidad ni de acuerdo con las necesidades del entorno. Es necesario establecer diálogos para construir desde la comunidad las nuevas instituciones policiales.
Las resistencias tanto al interior como al exterior de las distintas policías, la falta de voluntad política y el hecho de que las grandes decisiones de seguridad pública sean implementaciones verticales impiden en muchos casos la autodeterminación de la reingeniería necesaria para innovar la función policial.
Han existido múltiples acuerdos entre distintos niveles de gobierno que no se han concretado en acciones. Urgen resultados óptimos, mecanismos de coordinación eficientes y modelos que se centren en la función del agente, ya que en muchos casos son la primera referencia de la acción del gobierno con la sociedad.
Los agentes son receptores de información, pueden y deben generar inteligencia para la prevención y nutrir a las instituciones para generar estrategias. La colaboración ciudadanía – policía es un componente vital de la gobernanza en seguridad.
Los modelos policiales deben partir de la experiencia local para asegurar su sostenibilidad, manteniendo la tendencia vertical dejaremos de lado las identidades y comportamientos de las comunidades, separando cada vez más a los agentes de las y los vecinos.
En el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia generamos en colaboración con gobiernos y la sociedad, distintos proyectos y programas para incidir en el cambio positivo de las instituciones de seguridad locales.
Actualmente estamos ejecutando la ruta hacia la Certificación Policial Ciudadana (Certipol) en el municipio de Puebla, para robustecer a la institución desde su interior con la expectativa de generar resultados a mediano y largo plazo. Abonamos a reducir las deficiencias institucionales producto de años de abandono y falta de planeación.
Participamos en distintas mesas de seguridad, en donde las organizaciones civiles y los gobiernos dialogan sin intermediarios los grandes retos en la materia, convencidos de que una ciudadanía más fuerte, participativa y que exija cuentas claras podrá contribuir a mejorar el entorno.
La reforma policial es un tema indispensable en la formulación de políticas públicas de seguridad. La sociedad civil debe involucrarse de manera crítica pero siempre dispuesta a colaborar y a formular respuestas concretas a problemáticas cuya solución no puede postergarse más.
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