Cuando los desaparecidos vuelven a casa: la historia de Fátima y Sergio

personas desaparecidas.

El regreso de Fátima —de 13 años, desaparecida desde hace ocho meses—, y de Sergio —a quien su familia no veía desde hace cuatro años y daba por muerto—, reavivó la esperanza de los integrantes del Colectivo La Voz de los Desaparecidos en Puebla de volver a ver a sus seres queridos.

GUADALUPE JUÁREZ | @LupJMendez

El regreso de Fátima —de 13 años, desaparecida desde hace ocho meses—, y de Sergio —a quien su familia no veía desde hace cuatro años y daba por muerto—, reavivó la esperanza de los integrantes del Colectivo La Voz de los Desaparecidos en Puebla de volver a ver a sus seres queridos.

Sin ayuda de las autoridades y con sus propios recursos, Verónica encontró a su hija. Lo primero que hizo al verla fue abrazarla. Llegó hasta ella a través de un mensaje anónimo en Facebook desde donde obtuvo la dirección en la que se encontraba. No dudó en tomar un Uber para llegar hasta ella, a pesar de que la dirección se encontraba en el Estado de México. Abordó el carro sin importar lo que encontrara.

La ubicación exacta la tenía desde hace semanas la Fiscalía General del Estado (FGE) de Puebla, que esperaba ayuda de su homóloga en la entidad mexiquense. La ayuda nunca llegó y esa información quedó oculta hasta que la fundadora del Colectivo, María Luisa Núñez Barojas, pidió corroborar si la pista en redes sociales era verídica, para que la madre pudiera ir con sus propios medios por ella.

Verónica y su hija Guadalupe posan junto al retrato de Fátima, meses antes de localizarla con vida en una dirección del Estado de México.
Fotografía: Daniela Portillo. Serie: Nos queda de ti.

Hasta hoy, Verónica es hermética al hablar de quién tenía a la menor, porque dice que las autoridades no actúan contra la presunta responsable, aunque ésta se llevara a la niña sin su consentimiento. No se ha detenido a nadie, a pesar del riesgo que Verónica y su familia corren por haber rescatado a Fátima por su cuenta.

Fátima regresó con anemia y sin un diagnóstico claro de qué daño emocional y sicológico pudo tener tras estar lejos de su casa y de sus familiares.

Su madre, que mantiene por sí misma a sus dos hijas, ha gastado todos sus recursos en la búsqueda y la contingencia sanitaria por la propagación del Covid-19 ha dificultado su situación económica aún más.

Toda la ayuda que quisiera darle a Fátima está limitada; ni siquiera cuenta con dinero para pagar un autobús y exigir ante las autoridades que protejan a la menor o que la atiendan tras todo lo que ha vivido.

Fátima desapareció en junio de 2019. Cuando su mamá denunció ante las autoridades, en lugar de buscarla de inmediato, sobre todo por tratarse de una menor de edad, la culparon de que la niña se fuera, a pesar de que ella les dio pistas de quién se la había llevado.

El regreso de Sergio

En el mar de desapariciones que no se denuncian por temor o por la falta de recursos estaba el caso de Sergio, a quien sus padres originarios de la región de Zacapoaxtla buscaban desde hace cuatro años.

Sergio desapareció en Chihuahua, cuando trabajaba junto a su padre. Tras no encontrarlo, su familia regresaba cada que podía a ese estado para buscarlo, pero sin éxito.  Desde ese día, recibían llamadas de extorsión y pistas falsas que los llevaron a endeudarse.

Un día, alguien les dio un acta de defunción de su hijo, y con eso pensaron que había muerto. Hasta que un vecino tocó su puerta y les aseguró que su hijo estaba vivo, y sólo necesitaba dinero para regresar.

Una persona que se había topado con Sergio, contactó al Colectivo en Facebook y pidió ayudarlo a buscar a sus familiares.

Sus padres, desconfiados por todo lo que habían vivido, dudaron, hasta que vieron un video de Sergio, quien había permanecido en situación de calle en Sonora, sin recursos y sin recordar cómo regresar a casa.

Las deudas no les permitieron enviar dinero a Sergio para que regresara, entonces, sin ayuda de la Comisión estatal de Búsqueda de Desaparecidos en Puebla, el Colectivo y otros aliados cooperaron para el boleto de avión, pero por la pandemia se canceló dos veces el vuelo.

Para no esperar hasta que terminara la contingencia, María Luisa Núñez Barojas se apoyó de su sobrino que viajaría a Sonora en su tráiler, y le pidió ir por Sergio, así regresó a su casa, en la Sierra Norte de Puebla.

“Hace tres años no había vuelto a sentir feliz, volví a sentir felicidad en el alma y me llené de esperanza. A mí me dicen que mi hijo está muerto y sólo me dicen que ya no lo busque, así le decían a su mamá de Sergio”, dice María Luisa.

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