LUIS CONDE | @luis_cond
El pasado 5 de marzo la ciudad de Puebla se cimbró con los reclamos de justicia por el asesinato de tres estudiantes y un conductor de la plataforma Uber en Huejoztingo, durante la marcha estudiantil más grande que se recuerde en la historia de Puebla.
Los conteos de medios de comunicación fueron incapaces de brindar un número preciso ante la ola de estudiantes que dejaron las aulas para marchar hasta Casa Aguayo, la sede del gobierno estatal, pero coincidieron en que, al menos, 50 mil personas plantaron cara a la inseguridad que impera en el estado.
Y no sólo eso, el eco de la indignación entre la comunidad estudiantil en Puebla resonó de una forma particular entre las paredes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), donde 21 escuelas y facultades se fueron a paro como reclamo de justicia. Sí, por el asesinato de los estudiantes, pero también por una serie de irregularidades y abusos que aumentaron la presión del movimiento.
PARA CONTEXTUALIZAR: “Los estudiantes que asesinaste no morirán”.
Fue justamente en ese contexto donde comenzó a fraguarse la exposición Libertad Simulada, un esfuerzo de Mariela González Segura e Iliana García Malo López, estudiantes de la Escuela de Artes Plásticas y Audiovisuales (ARPA) de la BUAP, para documentar y exponer desde su trinchera el sentir de la comunidad universitaria.
En entrevista con Manatí, las estudiantes que recién concluyeron el sexto semestre de su carrera, explicaron que este trabajo puede entenderse no sólo como un registro artístico de los hechos, sino como una pieza que invita a la reflexión y a la creación de comunidad dentro y fuera de la institución.
Libertad Simulada es una exposición que tuvo que migrar del plano físico al digital, pues aunque fue pensada para exhibirse en alguna sala, las condiciones por las que atraviesa el mundo ante el COVID-19 obligaron a migrar hacia el mundo digital.
La curaduría
Libertad Simulada aborda el movimiento de 2020 desde la mirada de la comunidad estudiantil, pero también desde una perspectiva histórica, es así como se encuentran semejanzas con el movimiento de 1968, así como con las percepciones, opiniones y posturas que surgieron entre la sociedad.
Iliana García explicó que, desde su concepción, esta muestra buscó tener a usuarios más que a espectadores, tal como ocurriría en una sala de exhibición tradicional, por lo que la recreación de espacios, sonidos y voces del movimiento es algo clave dentro del recorrido virtual de la exposición.
Las opiniones sobre el movimiento, las posturas ante los estudiantes y la percepción sobre las autoridades académicas y estatales son las llaves que abren las puertas a lo largo del recorrido virtual, en donde se muestra material, mayoritariamente de la comunidad de ARPA, entre fotografías, collages, audiovisuales y clips de sonido.
Un concepto disonante
¿El movimiento estudiantil de 2020 fue algo auténtico o hubo algunos intereses externos a las demandas de la comunidad? Ésta fue la pregunta que Iliana y Mariela se hicieron al buscar un nombre para la exposición.
Las autoras explican que el nombre encuentra su porqué “debido a que se trata de un concepto que engloba a los movimientos (sociales), así como a la intromisión de autoridades y personajes dentro del movimiento”. Además, justificaron, este concepto trata de enunciar la participación política para mostrar que “te dan la libertad de actuar porque les es conveniente”.
Como explicaron las curadoras, el diseño de esta muestra busca responder a la interrogante de cuánta libertad existe realmente en la comunidad universitaria, además de hacer una crítica hacia las acciones políticas que surgen dentro del cuerpo estudiantil.
“También es tratar de hacer una crítica hacia las acciones políticas, cuestionarnos si esa libertad era nuestra o es de aquel o aquella que decide ser parte del movimiento”, dijeron en una entrevista para Manatí.
Las deudas pendientes y un recordatorio
A pesar de que la marcha más grande de la que se tenga registro en Puebla resonó incluso a nivel internacional, las promesas y acuerdos de solución a las demandas estudiantiles siguen sin ver la luz.
Además, las estudiantes de Artes Plásticas reprocharon que, pese al tamaño de la movilización, la corrección política con la que se recuerda el movimiento parece tener más impacto que las peticiones del alumnado.
“A pesar de que el movimiento fue masivo y con mucha participación, se recuerda más lo políticamente correcto de la marcha, pues es recordada más por ser pacífica y por no dejar basura (…) y eso engloba el concepto de libertad simulada, porque se resalta solamente la pasividad y unidad de la comunidad, pero se dejan de lado los temas de relevantes”, explican.
Las curadoras ven en su obra un mensaje, quizás el más importante: el de un recordatorio. Un recordatorio porque, justifican, al movimiento no se la hado un cierre porque en realidad el movimiento no lo ha tenido de forma explícita entre la comunidad.
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“Ahora es como si todos se hubieran olvidado. Estábamos en paro, luego pasó lo de la pandemia, las clases se reanudan virtualmente y todo el mensaje como que se pierde, por eso es importante el valor del movimiento.
“Los movimientos son el clímax de algo, pero no tienen que ser el final y es necesario dar seguimiento para ser más críticos y fuertes. Esta es una exposición para recordar que el tema sigue vigente, que los problemas de la comunidad persisten”, explica Mariela.
Iliana y Mariela cuentan que Libertad Simulada es una exposición que está planteada de forma permanente para que sea visitada por la comunidad interesada en la dirección https://libertadsimulada.calln.mx/, donde han tenido una buena respuesta por parte de la comunidad desde su apertura, el pasado 4 de junio.
