GUADALUPE JUÁREZ | @LupJMendez
Amada Barranco abraza el uniforme de béisbol de su hija Araceli y dice que su otro hijo, antes de cumplir la mayoría de edad, ya cuenta los días para hacer lo que las autoridades no han hecho: buscar al feminicida de su hermana.
Han pasado más de seis años desde aquella mañana, la mañana del 13 de noviembre de 2013. El momento en el que el ex novio de Araceli abrió la puerta de la casa de Amada y, mientras Araceli se bañaba, la apuñaló por la espalda.
Han pasado más de seis años, sí. Más de seis años desde que Amanda entró al baño y encontró a su hija tendida en el suelo, ya sin vida. Más de seis años desde que la Policía Municipal les dijo que olvidarán el caso. Seis años en los que los agentes ministeriales que deberían investigar a crimen le dicen a Amada que ella detenga al asesino de su hija y lo lleve ante la justicia, aun si está armado.
También han pasado, desde el asesinato de Araceli, seis gobernadores con diferentes rostros y colores, un procurador que luego se convirtió en fiscal general, un encargado de despacho que ahora es el titular de la Fiscalía General del Estado (FGE) y dos presidentes del Tribunal Superior de Justicia (TSJ).
Han pasado más de seis años.
Un relato de impunidad
Araceli era originaria de Acajete, tenía 23 años, le gustaba jugar béisbol y consiguió un campeonato en ese municipio en un torneo que organizó junto a otras amigas. Era el orgullo de su familia.
Durante los años en que su madre buscó la justicia desde las instituciones recurrió a todos: organizaciones civiles, activistas, periodistas y hasta al gobernador en turno, Rafael Moreno Valle.
Pero cada vez que acudía al ministerio público de Tepeaca, donde le informaban los avances del caso, la respuesta era siempre la misma: Javier, el ex novio y principal sospechoso del crimen, no había sido detenido.
Se supo que Javier huyó a Estados Unidos después de asesinarla. Se emitió una orden de aprehensión en su contra y hasta una alerta de la Interpol. Pero, con el paso de los años, los vecinos lo vieron de nuevo en la comunidad.
Cuando la madre de Araceli denunció esto ante las autoridades que atendían su caso, éstas le pidieron buscar y retener al feminicida.
Amada se ha resignado a vivir sin su hija, la única que pudo titularse como ingeniera textil en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, a pesar de las dificultades económicas que atravesaba su familia.
Por eso en el cuarto de su madre hay varias fotografías de ella desde niña, de cada etapa de su vida escolar y del día que se graduó, junto a su título y una tesis por la que le agradeció a Amada por todo su apoyo y esfuerzo.
Impunes, 85% de feminicidios
El feminicidio de Araceli ahueca todos los discursos en los que se promete “todo el peso de la ley” contra los feminicidas. Aun con todos los cambios en el poder político que han ocurrido desde hace seis años, el feminicidio se mantiene impune.
La estadística indica que nueve de cada 10 feminicidios se mantienen exactamente igual: impunes.
Desde enero de 2013 hasta mayo de 2020, se han cometido 286 feminicidios, según datos oficiales de la Fiscalía General del Estado (FGE), pero sólo se han dictado 43 sentencias contra los responsables.
De entre las 16 sentencias en análisis durante este año, cuatro fueron reclasificadas y se juzgó a los asesinos por homicidio doloso —y no por feminicidio— y cinco sentenciados apelaron la decisión del juez, de acuerdo con el presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Héctor Sánchez Sánchez.
En 2019, la Fiscalía de Puebla reportó ante el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) que se investigaban 60 casos de feminicidio, pero, para febrero de este año, el presidente del TSJ reconoció que sólo se habían emitido 12 sentencias condenatorias en contra de los responsables.
De acuerdo con información de la FGE, que fue concentrada por el Instituto de Gestión, Administración y Vinculación Municipal (Igavim), el año pasado sólo una de cada 10 carpetas de investigación iniciadas por feminicidio fue concluida y los responsables sentenciados.
En esta condición se inscriben los feminicidios de Araceli, ocurrido hace más de seis años, de Judith Abigail Jiménez, asesinada desde agosto del año pasado, de Angie Michelle Vera Estrada y Guillermina Rubín Martínez, asesinadas a mediados de julio de este año, y de cientos de víctimas más.