Laboratorio de lo Invisible es un proyecto que promueve la inclusión que debes de conocer; aquí te contamos la historia.
LUIS SORIANO | @LuisSorianotz
Más de 7 millones de personas en México tienen una discapacidad y en Puebla hay cerca de 400 mil personas en esta condición, de acuerdo con el Inegi. Y, sin embargo, las películas que se exhiben en las salas de cine, sean grandes éxitos taquilleros o producciones más modestas, rara vez cuentan la historia de las personas con discapacidad.
“No sólo las personas con discapacidad no están ahí, sino tampoco las mujeres o los pueblos indígenas o los afromexicanos o los niños”, dice Dana Albicker Mendiola, fotógrafa. “La mayoría de las narrativas audiovisuales o mediáticas son ficciones o de meritocracias, como de hombres blancos heterosexuales europeos”.
Albicker Mendiola es cofundadora y tallerista del Laboratorio de lo Invisible, una plataforma que no sólo busca la accesibilidad de los productos audiovisuales para la comunidad ciega y sorda, sino que también propone su inclusión en los procesos de creación artísticos.
Nosotros también partimos de ser críticos ante las narrativas hegemónicas que están puestas en los medios audiovisuales (…) Hay un montón de personas con discapacidad haciendo cosas, ¿por qué no se cuentan esas historias”, insiste.
La iniciativa propuesta por Laboratorio de lo Invisible es tan inédita en el país como revolucionaria. Cuestiona la invisibilización de las discapacidades en los medios de comunicación y propone la independencia de las personas con discapacidad, aunque entiende, de forma paralela, que algunas buscan ser invisibles.
Es decir, atesoran su propia independencia desde su misma comunidad, y no desde la representación en los medios hegemónicos.
Desde hace algunos años, en los talleres de este proyecto la comunidad sorda y ciega se aproxima al arte y los procesos creativos, así como en la realización de exhibiciones fotográficas, sonoras y audiovisuales. En estos talleres participan también personas sin ninguna discapacidad que, sin embargo, desean producir piezas que sean asequibles para todos.
Son los procesos de creación colectiva. Cuestionarse cómo se hace el cine, desde formas verticales y jerárquicas que reproducen violencia también, no sólo a personas con discapacidad, sino a mujeres. El director siempre es hombre y los directores deciden qué hacer con las películas. Aquí intentamos hacer proyectos más colaborativos, buscando formas de lo comunitario y el arte participativo”, explica.
El Laboratorio de lo Invisible tuvo como antecedente Cine para Imaginar, un proyecto que surgió en 2010 con el objetivo de generar mecanismos de accesibilidad para que la comunidad ciega disfrutara del cine mexicano.
Aunque entre estas herramientas se encontraba la descripción en audio, es decir, la narración sucesiva de las escenas de la película, Cine para Imaginar trató de impactar de forma local, apoyándose de cortometrajes producidos por la comunidad cinematográfica poblana.
La adaptación frente a la pandemia
Antes de la emergencia sanitaria, el Laboratorio de lo Invisible había realizado proyectos en los estados de Puebla, Oaxaca, Jalisco, Veracruz, Ciudad de México y Guanajuato, y se encontraban incursionando en el estado de San Luis Potosí.
“Las convocatorias en línea para los talleres jamás han funcionado, no es la ruta adecuada generar publicaciones en torno a eso ni aunque sean accesibles”, explica Moisés García, antropólogo de la organización.
No obstante, las problemáticas que presentaba el contexto digital para la organización no han presentado una falta de afluencia en los talleres impartidos como parte del proyecto.
Actualmente, los talleres cuentan con una asistencia de hasta 15 personas, sin contar intérpretes o talleristas, o siete personas en los talleres específicamente para personas sordas.
La dinámica digital adoptada con el confinamiento preocupó a los y las integrantes de Laboratorio de lo Invisible, ya que no todos los miembros de la comunidad sorda o ciega tienen acceso a los medios para ingresar a los talleres en línea. Sin embargo, al mismo tiempo, esta modalidad ha permitido la accesibilidad de los talleres a personas que no viven en Puebla.
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Foto de portada: Laboratorio de lo invisible.