MARIO GALEANA | @MarioGaleana_
Patricia Solís Castañeda y su familia tuvieron que realizar un viaje de 186 kilómetros y un plantón frente a la Fiscalía General del Estado (FGE) para que el fiscal general Gilberto Higuera Bernal se comprometiera, tras cuatro años de espera, a investigar la desaparición de su hermano Aurelio Alfonso.
Aurelio Alfonso Solís Castañeda tenía 20 años la tarde del 8 de septiembre de 2016, que se convirtió en la última vez en que su familia pudo verlo. Aurelio iba al centro de Xicotepec para comprar algunas cosas con su novia, África Quiroga Castro, de 20, y en el camino se encontraron a su maestro, Roberto Hernández Sánchez, que al igual que ellos era tan sólo un muchacho, pues tenía 29.
Desde entonces, su rastro se ha evaporado. Y su búsqueda retrata, en buena medida, la batalla que deben sortear las familias de personas desaparecidas: indagatorias que no avanzan, agentes que sencillamente se deslindan de los casos y un tipo de lentitud que es exactamente contraria a la prisa de las familias.
Por eso Patricia y su familia realizaron el pasado martes 8 de septiembre aquel viaje de 186 kilómetros: cruzaron Xicotepec y la Sierra Norte en un viaje de casi tres horas, hasta estar frente a la gris sede de la Fiscalía. Y, al cerrar la calle, anunciaron un plantón indefinido hasta que no obtuvieran la promesa de que la indagatoria avanzaría.
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Su solicitud fue atendida. Y a su salida tras la reunión con el fiscal general, Patricia Solís dijo que Higuera Bernal se deslindó de la inoperancia en la investigación de todos los casos que acontecieron antes de su arribo al cargo, es decir, antes de febrero del año pasado.
Fue muy puntual al decirnos que él no se puede hacer responsable de un mal trabajo previo a lo que toma la Fiscalía”, declaró a los medios que se encontraban a las afueras del edificio.
Según Patricia, el caso de su hermano será retomado por la Fiscalía Especializada en Atención a la Desaparición de Personas, donde se revisará la carpeta de investigación y se fijarán fechas para el avance de esas indagatorias.
Es decir: para hacer todo eso que debieron hacer en los últimos cuatro años.
En este lapso, la familia de Aurelio Alfonso ha denunciado que los agentes archivaron los resultados del ADN de su hermano por más de un año, debido a que el ministerio público nunca solicitó esta información.
Tampoco les compartieron las llamadas que realizó el joven durante la tarde de su desaparición, y los agentes se negaron a solicitar con prontitud los videos de los comercios en donde se cree que él, su novia y su profesor coincidieron durante aquel día.
Según Patricia, un funcionario responsable de la Casa de Justicia ubicada en Huauchinango dijo que la desaparición no estaba tipificada como un delito grave, y que, por tanto, no podían compartirles la lista de las llamadas que realizó antes de su desaparición.
Tras la nueva promesa de las autoridades, la hermana de Aurelio Alfonso ha fijado una advertencia: “Vamos a poner una fecha, y si en esa fecha la Fiscalía no nos da una respuesta completa, volveremos a hacer lo mismo. Lo que queremos es que realmente hagan su trabajo.”
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FOTOGRAFÍA DE PORTADA: ARANZAZÚ AYALA