El 20 de noviembre, al margen de los festejos patrios por el Día de la Revolución, cerca de 100 personas encabezaron una marcha en resistencia por el Día Internacional de la Memoria Trans en Puebla. Lo hicieron por el orgullo, la dignidad y la justicia.
CARLOS GALEANA | @CarlosGaleanaB
“La revolución será marikha, jota & disidente o no será”, dice el cartel que carga entre sus manos una mujer trans afuera de la Comisión de Derechos Humanos de Puebla durante la mañana del 20 de noviembre, Día de la Revolución Mexicana, pero también el Día Internacional de la Memoria Trans.
No está sola. Junto a ella hay mujeres, hombres y personas no binaries que desde las 11 de la mañana comenzaron a reunirse en este punto para participar en una marcha disidente con el fin de exigir justicia para todas las víctimas de transfobia.
Una hora más tarde, los contingentes comienzan a avanzar al redoble de los tambores de la batucada lesbofeminista Lencha Manas.
—¡Estamos j-u-u-u-u-u-n-t-r-a-a-a-a-a-a-ns!, corea alguien mientras les manifestantes responden con bulla.
Cerca de las 12:30 de la tarde se detienen frente al Hotel Isabel —ubicado afuera del Congreso del Estado—. Sobre las paredes y ventanas comienza a caer una lluvia de hojas de colores con mensajes que exigen respeto a la comunidad y justicia para Alejandra, una mujer trans que fue asesinada en diciembre de 2020 en uno de los cuartos de este lugar.
Una persona con el rostro cubierto toma un megáfono. Recuerda que, de manera paradójica —e ignominiosa—, el transfeminicido ocurrió dos o tres días después del levantamiento de un plantón feminista instalado frente al Congreso local que pedía, entre otras cosas, el reconocimiento de la Ley de Identidad de Género.
Algunas familias y parejas que se encuentran hospedadas en el lugar escuchan con atención. Enseguida un trabajador del hotel les pide que decidan si prefieren entrar o salir porque van a tener que cerrar la puerta del lobby por seguridad.
—Siendo México el segundo país con más transfeminicidios, transhomicidios y asesinatos de personas no binaries, nos preocupa saber cuan usual es encontrar este tipo de historias. Tan solo en el lapso de octubre 2020 a septiembre de 2021, se reportaron 65 asesinatos de personas trans. Las mayorías de las víctimas son mujeres, recalca ante el megáfono.
El caso de Alejandra no es aislado. Cuatro meses antes, Samantha, una reina de belleza trans, fue asesinada en Atlixco. Además, colectivos como Grupo Transgénero, señalan que de enero a junio de 2021 en Puebla ha habido alrededor de siete asesinatos de personas trans.
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“No hay libertad sin la diversidad”, gritan las, los y les asistentes durante un momento. La expresión parece congruente, pues mientras esto ocurre banderas del espectro asexual, de la bisexualidad y de otros colectivos de las disidencias ondean durante la protesta.
Minutos después también se escuchan las voces al ritmo de otra consigna: “Les trans contra la guerra, les trans contra el capital. Les trans contra el machismo y el terrorismo neoliberal”.
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Sobre la calle 2 Sur los reclamos se convierten en baile. La mujer que porta el cartel anunciando que la revolución es “marikha, jota y disidente” ahora baila al ritmo de la música de la batucada.
—Resistan hermanas, dice otra mujer que se manifiesta y no para de sonreír.
La Marcha por la #MemoriaTrans en Puebla también se vive entre canto, baile y alegría. pic.twitter.com/S6r874JG9c
— Manatí (@Manatimx) November 20, 2021
La avenida ahora es una pista de baile. Algunos automovilistas tocan furiosos el claxon de sus vehículos por haber quedado atrapados en el tráfico. Mientras esto sucede el mensaje escrito en una tela cargada por dos hombres es sacudida ligeramente por el viento: LXS VIDAS TRANS TAMBIÉN IMPORTAN.
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Cerca de la 1:30 de la tarde la marcha hace otra parada en el Parque Federico Escobedo, un espacio que, a decir de las personas que toman el micrófono, ha registrado muchos actos de discriminación hacia la población LGBTTIAQ+.
—Tomar las calles como disidencias en colectividad es siempre una oportunidad para imaginar otras formas de organización. El Estado seguro que se olvidará de nuestras existencias, pero nosotres podemos salirnos de su organización. Pensar no solo en horizontalidad, sino también en espirales, garabatos… no han sido tiempos sencillos, pero creemos que crear redes de apoyo entre nosotres puede detener la violencia que nos asesina. ¡Que este parque nos recuerde que el espacio público nos pertenece a todes!
Una cascada de aplausos comienza a resonar. Los tambores también se vuelven a escuchar durante unos segundos.
Otra vez silencio. Ahora todes vuelven a escuchar a la persona que toma el megáfono para recordar algunas exigencias de la marcha.
Entre las principales se encuentran poner fin a la violencia transfeminicida, transhomicida y al asesinato de personas no binaries. Alto a la discrminación y a los discursos de odio, incluyendo los que provienen desde algunos espacios informativos.
También exigen visibilizar a las infancias y adolescencias trans y disidentes. Frenar el sistema carcelario, y dejar de utilizar el movimiento trans como proselitismo político.
De acuerdo con el Diagnóstico para identificar las necesidades de la población LGBTTI del municipio de Puebla, elaborado por el ayuntamiento en 2020, ocho de cada 10 personas de la población LGBTTI han sufrido algún tipo de acto discriminatorio en espacios públicos, siendo las mujeres trans uno de los grupos más vulnerables debido a la precariedad económica y sanitaria a la que se enfrentan.
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Ha pasado casi media hora y la marcha se encuentra a pocos metros de la Fiscalía General del Estado. Todas, todes y todos están alrededor de la placa que rinde homenaje a Agnes Torres, activista trans asesinada en 2012 e impulsora de la Ley de Identidad de Género en Puebla.
Les organizadores piden un aplauso y reiteran que la violencia también se combate desde la ternura. Reiteran que el espacio en el que se encuentran es seguro e invitan a que cualquier persona hable frente al micrófono.
Anastacia, una de las que se animó a expresar su sentir, después concede una entrevista breve a Manatí. Reitera lo que dijo cuando se le cuestiona por qué decidió marchar hoy.
—Nunca estamos protegidas por nada. Tenemos que seguir buscando visibilidad para la comunidad, hombres, mujeres, trans, no binarias… queremos que el gobierno sepa que estamos juntas, que no somos invisibles, que vamos a tener que marchar las veces que tengamos que marchar porque necesitamos inclusión en la sociedad, señala sin titubear.
La marcha llega a su fin. Sin embargo, algunas de las personas prefieren quedarse en la plaza para convivir, bailar y acompañarse.
Otras toman fuerza. Saben que ese mismo día a las 6 de la tarde, el orgullo y los reclamos se demostrarán durante una marcha silenciosa. Aquí está, la resistencia trans.