La contingencia sanitaria por covid-19 provocó que los linchamientos disminuyeran el año pasado un 46%. La ciudad de Puebla, como en años anteriores, concentró la mayoría de los casos.
PALOMA FERNÁNDEZ/ @palomapen
Editores: Guadalupe Juárez y Mario Galeana
Los linchamientos en Puebla habían mostrado, durante los últimos años, un aumento progresivo que ninguna autoridad lograba detener. Pero algo cambió en 2020, el primer año de la pandemia: los linchamientos se redujeron un 46% en comparación con el año pasado.
Según datos del informe Justicia por propia mano: Análisis de linchamientos en el estado de Puebla 2020, del Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia del Estado de Puebla (CCSJP), el año pasado se cometieron 148 casos de linchamientos en los cuales nueve personas fallecieron. Esto representa casi la mitad de lo registrado en 2019.
De acuerdo con el documento, los linchamientos contabilizados el año pasado se concentraron principalmente en Puebla capital, donde se cometieron 67 linchamientos. De hecho, desde 2019 cuatro de cada 10 casos acontecieron en la capital.
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El segundo municipio con más linchamientos en 2020 fue Tlahuapan, con nueve casos; Amozoc, con siete, y Tecamachalco con cinco.
“De repente existe la falsa creencia de que son en municipios que son pequeños en población donde se desencadena este fenómeno, pero nada más alejado de la realidad, pues a mayor población, mayor es la probabilidad de que se presente este problema social”, explicó Israel Salomón, coordinador de Observatorio Ciudadano de Seguridad y Paz.
Salomón detalló que hay muchos factores que influyen en la reproducción de estos actos de justicia por propia mano, pero su principal detonante son los delitos patrimoniales, es decir, robo a casa habitación o a transeúnte.
La pandemia y los linchamientos
Febrero fue el mes con más incidencia de casos con 30 registrados. Desde ese momento, se documentó un mínimo histórico de dos casos en el mes de julio, la cifra más pequeña de los últimos tres años en el estado.
Pero esto –explicaron durante la presentación del informe, realizada la tarde del martes 30 de noviembre– se debe principalmente a la llegada de la pandemia por COVID-19 en el mundo durante marzo.
En ese sentido, la pandemia fue un factor que dictó un cambio en la dinámica social del estado, pues cuando el semáforo epidemiológico permanecía en rojo, el número de casos disminuyó de manera drástica.
Fue hasta que comenzó a avanzar a semáforo naranja o amarillo que la cifra de linchamientos empezó a aumentar de nuevo, pero con 10 casos como máximo en el mes de octubre de 2020.
Sin embargo, no todos los municipios que registraron estos incidentes se comportaron igual al cambio del semáforo epidemiológico.
“Si bien existe una relación con la escala cromática del semáforo estatal con la incidencia en linchamientos a nivel estatal también, a nivel regional esto no existió pues muchos de estos casos se cometieron en semáforo rojo”, dice Israel Salomón.
Trabajar en la percepción, posible solución
A decir de Tadeo Luna de la Mora, responsable del programa de Seguridad y Justicia del IDHIE, los linchamientos vislumbran el descontento social por el aumento del índice delictivo y la impunidad, la desigualdad social.
Las investigaciones del IDHIE revelan una relación directa entre el aumento de los linchamientos y el aumento de delitos de robo a casa habitación, robo a negocio y robo de vehículos.
Entre las recomendaciones para evitar los linchamientos, los especialistas exhortaron a que los medios de comunicación tomen en cuenta que un linchamiento inicia desde la agresión y no sólo con la muerte de la víctima.
Otra propuesta, dirigida a las autoridades estatales y municipales, es la creación de una base de datos para registrar los casos, reforzar la seguridad en los sitios donde se han registrado los linchamientos, así como mejorar la percepción de seguridad. Además, consideraron que es necesario que disminuya la desconfianza de la población hacia las autoridades.
