Los cínicos no sirven para ser periodistas

Los cínicos no sirven para ser periodistas

En esta columna el director de la Escuela de Comunicación de la Universidad Anáhuac Puebla reflexiona sobre el papel que juegan las y los periodistas ante los retos que vive la sociedad actual.

ABEL TOVAR

En el marco de la celebración del día del periodista en México, debemos plantearnos el entorno social en que convive el consumo de información y la gran labor que tiene la profesión en nuestros días, por lo que vale la pena hacernos dos preguntas básicas, ¿cómo me estoy informando? y ¿cuál es la fuente de donde proviene la información? 

Desafortunadamente, vivimos en una relación acelerada con la forma en la que nos informamos, buscamos lo que está en tendencia, aunque no sea precisamente noticia; damos por hecho cosas que deberíamos profundizar, cedemos nuestra confianza a la nota de impacto compartiéndola sin comprobar su veracidad, por lo que entre más escueta sea la información más rápido puedo continuar con otras publicaciones tanto en lo físico como en lo digital.

En este entorno social generalizado, el periodista ha perdido un protagonismo que debe salvaguardar, deber ser el guardián de la verdad porque la necesidad de un periodismo ético, crítico y humano se vuelve urgente. Como decía el periodista y escritor polaco Ryszard Kapuściński: “Los cínicos no sirven para este oficio”, traduciendo esta máxima a que es necesario antes de ser periodista, ser buena persona.

Quienes viven este oficio de manera profesional saben que no se puede perder la batalla frente a la desinformación, ya que los periodistas no son solo transmisores de información; son arquitectos de la memoria colectiva, aquellos que documentan la historia y guían el debate público hacia la reflexión y el entendimiento profundo.

El mismo periodista tiene la oportunidad de prepararse para mantenerse vigente a través de un perfil integral y adaptable que se forme desde la universidad con un rigor ético infranqueable, con un pensamiento crítico capaz de cuestionar narrativas oficiales y dar profundidad a temas complejos.

El periodismo no es un oficio en extinción y el periodista no debe ser el antagonista de la verdad, porque por donde se mire, no debemos olvidar que la labor periodística es el faro que guía la brújula de un mar de información inexplorable. En ese sentido, son más los retos que las realidades, ya que en un entorno donde la IA está transformando la creación y distribución de contenidos, los periodistas deben ser resilientes, abiertos al aprendizaje y capaces de reinventarse en sus roles. 

El ruido informativo es cínicamente abrumador, pero el periodista sabe que detrás de cada titular hay un trabajo humano, de rigor y de búsqueda incansable de lo que realmente importa, por lo tanto, es un hombre libre, que no trabaja teóricamente para nadie, sino que vuelca su oficio hacia la búsqueda de la verdad.

Los materiales publicados en la sección “Opinión” son responsabilidad del autor/a y no necesariamente reflejan la línea editorial de Manatí.
El autor de esta columna es licenciado en Ciencias de la Comunicación, maestro en Relaciones Públicas y Publicidad y actualmente dirige la Escuela de Comunicación de la Universidad Anáhuac Puebla.

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