En esta columna, la autora reflexiona sobre la importancia del espacio público para todas las personas, haciendo énfasis en las mujeres.
El territorio, no solo es el espacio geográfico o la porción de una superficie, es la suma de los elementos que forman la base en donde se desarrollan las relaciones sociales. Las mujeres y niñas tenemos derecho a ser consideradas en el espacio urbano en igualdad de condiciones que los hombres y tener la posibilidad de acceder a los bienes y servicios que el espacio público ofrece.
Las calles, parques y jardines son el corazón de nuestra ciudad. Hemos olvidado que el espacio público pensado para las necesidades de las mujeres, es un derecho y no un capricho.
Visito con frecuencia el parque de Los Enamorados o también llamado Parque de la Pérgola, pasar el rato sentada bajo la sombra de los árboles puede ser muy relajante. Cada vez que lo visito puedo ver grupos de niños platicando, jugando futbol o rodeando el parque con sus bicicletas y me pregunto ¿dónde están las niñas? Algo tan simple como ver menos niñas disfrutando y desarrollándose en los parques a la par que los niños, denota una clara desigualdad e inequidad social.
En México, como en otras partes del mundo, los hombres y las mujeres no habitamos y transitamos por el espacio público de la misma manera. Nuestros recorridos, necesidades y peligros a los que nos enfrentamos no son los mismos.
El acoso sexual a niñas y mujeres en el espacio público es un comportamiento que ha sido tolerado y normalizado que se ha vuelto parte de nuestra cotidianidad y que atenta contra nuestros derechos humanos. Es esta realidad la que nos ha hecho vivir con temor y que durante décadas ha restringido nuestra posibilidad de disfrutar de las calles y restringido nuestra forma de movernos por la ciudad afectando nuestra capacidad de desarrollarnos libremente y limitando nuestras oportunidades de trabajo, educación y de formar parte de la vida pública. Cambiar rutas, evitar actividades e incluso cambiar nuestra forma de vestir se ha vuelto parte de nuestro día a día con el único objetivo de protegernos contra la inseguridad. La violencia que vivimos diariamente las mujeres puede ir desde palabras vulgares, comentarios incómodos, hasta el contacto físico e incluso el feminicidio y es el resultado de conductas discriminatorias arraigadas que se han seguido reproduciendo.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre seguridad Pública de 2022, la percepción de inseguridad de las mujeres en los espacios públicos (como parques o centros recreativos) es del 60.4%; en la calle, del 69.5%, y en el transporte público, del 73.8%.
Los espacios públicos seguros y bien diseñados, pensados para cubrir las necesidades de las mujeres, tienen un impacto positivo en la calidad de vida de las habitantes de nuestra ciudad. A través de las calles las personas podemos desplazarnos, conectar con nuestra comunidad, desarrollar habilidades y también son una vía para el intercambio de bienes y servicios.
El espacio público debe ser estudiado desde una perspectiva de género que nos permita visibilizar el problema y poder enfrentarlo proponiendo soluciones que consideren la diferenciación en el uso de la calle entre hombres y mujeres. La generación de datos, construcción de alianzas, creación de campañas y la implementación de leyes y políticas son parte fundamental de una estrategia para lograr un cambio significativo de cómo las mujeres experimentamos la calle.
En el 2021 La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), presentó la ‘Guía para la activación y operación de equipamientos urbanos y espacios públicos con perspectiva de género’ para que niñas y mujeres se sientan seguras en el espacio público. muestra los casos de éxito de intervenciones del Programa de Mejoramiento Urbano (PMU).
Es indispensable que la accesibilidad, la movilidad, respondan a una perspectiva de género.
Rediseñar el espacio público de nuestra ciudad con perspectiva de género es un reto monumental. No hablamos únicamente de obras públicas, se trata de justicia. Una ciudad segura para las mujeres, es una ciudad segura para todos.
Sobre la autora
Itzia Uranga. Ingeniera Ambiental, feminista, comprometida con la transformación urbana desde una mirada integral y con enfoque de género. Entusiasta de los espacios públicos, la movilidad sustentable, con la visión de que la calle también es un espacio de disfrute, encuentro y justicia social.
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