El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) estimó que durante el año 2015 la cantidad de niños y adolescentes migrantes no acompañados que atravesó el territorio mexicano fue de 18 650 menores, cifra casi triplicada en relación al año 2013.
Por Eduardo Saavedra/ @_ESaavedra
Recuerdo que hace poco tiempo leía un texto del escritor alemán Günter Grass en donde decía que no había motivo para temerle a la inmigración, siendo que todas las grandes culturas habían surgido a partir de formas de mestizaje. Sin duda es una extraordinaria reflexión, aunque la cruenta realidad muchas veces refleja lo contrario, el miedo, el odio y la intolerancia por quienes cambian su lugar de residencia en busca de nuevas oportunidades.
Estudios e investigaciones han revelado que México es un territorio de origen, tránsito y destino de migrantes, es por ello que las realidades que enfrentan los migrantes en su recorrido a lo largo del país no siempre son las más idóneas e incluso las más favorables. Este breve texto busca realizar e invitar a la reflexión en torno a un grupo específico de migrantes, los menores no acompañados, aquellos niños y niñas que a su corta edad confrontan un sinnúmero de riesgos en su afán de conseguir una oportunidad o cumplir un sueño detrás de la frontera.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) estimó que durante el año 2015 la cantidad de niños y adolescentes migrantes no acompañados que atravesó el territorio mexicano fue de 18 650 menores, cifra casi triplicada en relación al año 2013. Del total de menores identificados, 49.6% provenían de Guatemala, 27.4% de Honduras y 20.5% de El Salvador; sus edades oscilaban entre los 12 y los 17 años. Gracias a datos revelados por el diario El Universal se pudo constatar que existieron más de 11 mil deportaciones de niños y adolescentes desde Estados Unidos hacia México, en donde en el 84% de los casos, dichos menores iban sin compañía alguna.
Sólo para dimensionar el panorama de los menores que buscan llegar a Estados Unidos y son detenidos, basta con mencionar que datos del Instituto Nacional de Migración revelan que la repatriación únicamente de menores mexicanos en 2015 se redujo 70% en relación al año 2007. En adición a ello, la Secretaria de Gobernación encontró que entre el año 2011 y 2014 los eventos de repatriación prácticamente se han mantenido constante. Hablando únicamente de las aprehensiones a menores no acompañados en la frontera sur de Estados Unidos, existe evidencia estadística que revela que el pico de aprehensiones de este tipo se dio en 2014 con un total de 68,541 eventos.
La aterradora cifra vislumbra un panorama desolador; es urgente garantizar protección inmediata para dicho grupo de migrantes; ello con el objetivo de salvaguardar su integridad de peligros como el secuestro, la trata de personas, la esclavitud, la captación por parte del crimen organizado, el tráfico de órganos y por supuesto el homicidio. Para entender el por qué de ésta lógica migratoria, es importante conocer las causas que lo originan; según estimaciones de la propia UNICEF tres son los motivos principales por lo que los menores deciden viajar y cruzar la frontera; en primer lugar encontramos el deseo de reunirse con su familia ya radicada en la Unión Americana; en segundo lugar está el deseo de mejorar sus propias condiciones de vida a través del trabajo y finalmente el escapar de una realidad violenta o de abusos.
Dentro del contexto de la migración infantil podemos encontrar una normatividad jurídica que tiene como pretensión principal el brindar protección oportuna a los menores migrantes; de esta forma encontramos el Principio de interés superior del menor el cual le atribuye protección especial sin importar su nacionalidad o estatus migratorio; igualmente encontramos el Principio de no discriminación en donde el Estado deberá garantizar los derechos individuales de los niños sin tomar en consideración su sexo, religión o idioma. Asimismo se establece el Derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo en el cual se le busca proteger de la separación de su familia, la trata, el tráfico de personas o la explotación laboral y finalmente quizá uno de los más controvertidos sea el Principio de no devolución en el cual ningún Estado podrá trasladar al niño o niña a un país donde existan peligros reales de daño irreparable que los afecte directamente.
Por último y no menos importante es retomar parte de las recomendaciones de la Agencia para Refugiados de las Naciones Unidas en materia de migración infantil; en donde se pretende reconocer una situación de riesgo para los menores en El Salvador, Guatemala, Honduras y México dada la creciente ola de violencia que azota a todos esos territorios; además de ello es importante el priorizar las necesidades de protección internacional de los niños desplazados de modo que sean incluidos en los planes y esfuerzos regionales y nacionales.