LABChico será el primer laboratorio subterráneo en México. Será construido a 100 metros de profundidad dentro de una montaña en la zona turística Río el Milagro, en Mineral del Chico, Hidalgo, y buscará, por primera vez en el país, medir la radiación natural de la zona y detectar materiales contaminantes, principalmente plomo en agua u otros sitios.
El proyecto inició en agosto del año pasado por iniciativa del investigador del Instituto de Física Eric Vázquez y se espera que pueda ser inaugurado en un año. Cuenta con financiamiento del programa británico Global Challenges Research Fund (GCRF), que busca abordar, por medio de la ciencia, diversos desafíos que enfrenten países en desarrollo.
De entre los nueve desafíos que se enfoca GCRF, LABChico se involucra en tres: salud, educación y medio ambiente. Además, LABChico fue seleccionado por el GCRF como proyecto ejemplar y fue uno de los mejores evaluados en México.
El proyecto busca propiciar un acercamiento directo entre la ciencia y la sociedad, pues la gente podrá no sólo conocer el laboratorio y sus investigadores, sino también llevar muestras de agua u otros materiales para ser analizados y descubrir su nivel de radioactividad por medio de detectores de alta tecnología.
Actualmente, los investigadores posdoctorales del IF, Estela Garcés y Adiv González, trabajan con Vázquez, y juntos desarrollan las primeras pruebas en una de las minas de la zona para poder ver cómo funcionan los aparatos, conocer sus deficiencias, su resolución y caracterizarlos, o sea, poner fuentes de radiación de baja intensidad, tomar los datos, analizarlos y saber así la eficiencia del detector.
¿Cómo funcionan los detectores?
Los detectores usan los mismos principios de un contador Geiger, un instrumento usado frecuentemente para medir la radioactividad en un sitio específico. En estos contadores, los iones de la radiación son acelerados por un campo electrónico y posteriormente convertidos en un pulso de corriente eléctrica, la cual, señala el paso de radiación.
De hecho, la razón de que sea subterráneo es para reducir el ruido proveniente de los rayos cósmicos sobre la superficie de la Tierra, y hacer mediciones con una mayor certidumbre.
Los detectores de LabChico son peculiares: trabajan a baja temperatura, tienen mayor densidad y tienen más portadores de carga disponibles.
“Gracias a esta peculiaridad los detectores semiconductores tienen mucha mejor resolución en energía. Esta ventaja nos permite ver con mucha precisión las líneas de rayos gamma de muy baja energía que son emitidos en poca abundancia por los isótopos radioactivos”, afirma Estela Garcés.
En LABChico se medirá únicamente la radiación natural que se espera del ambiente y, con eso, mostrar que la radiación es una característica natural que sólo es peligrosa cuando se encuentra a niveles no apropiados para la salud. En caso de llegar a detectar algo así, se informaría inmediatamente a las autoridades.
“Debemos ser cuidadosos en cómo hablamos de radiación, ya que con ese tipo de detectores estamos continuamente hablando del tema. Es importante que la gente no vaya a confundir que vamos a hacer experimentos con radiación, sólo vamos a medir radiación natural ahí”, menciona Adiv González.
Como parte de su objetivo social, el proyecto también servirá para capacitar a gente de la comunidad local en Hidalgo, desde los guías de turismo que puedan introducir los objetivos y servicios del laboratorio para los visitantes hasta las personas que quieran integrarse al equipo para que ellas puedan operar los detectores.
Además, se pretende lograr un convenio con la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) para que jóvenes de licenciatura puedan hacer tesis, colaboraciones, servicio social u otras actividades académicas en LABChico.
La recta final
Gracias al apoyo del GCRF, LABChico es parte de una gran colaboración internacional. “Estos proyectos buscan que investigadores del Reino Unido colaboren con investigadores mexicanos y aparte de hacer ciencia básica, estas colaboraciones sirven para crear un impacto social y eso lo queremos lograr a través de LABChico”, menciona Garcés.
Junto con Eric Vázquez participa también el investigador del IF Guillermo Espinosa así como Alexis Aguilar y Juan Carlos de Olivo, del Instituto de Ciencias Nucleares; Carlos Canet, del Centro de Ciencias de la Atmósfera; investigadores y estudiantes de la Facultad de Ingeniería de la UNAM; Xavier Bertou, del Centro Atómico Bariloche e investigadores de la Universidad de Sussex y Royal Holloway, ambas en Inglaterra.
Actualmente el proyecto se encuentra en la fase de planeación y diseño, por lo que los académicos están realizando los análisis requeridos para conocer la estabilidad de la roca de la mina y actuar de acuerdo a ello. Estos estudios están a cargo de estudiantes de la UNAM, de la licenciatura de Ingeniería de Minas y Metalurgia, quienes acreditarán su tesis con el estudio topográfico de la zona para determinar la mejor ubicación para el laboratorio.
“Nosotros esperamos que despierte el interés, sobre todo en los jóvenes, que despierte el interés en la ciencia”, comenta Adiv Gónzález. “Que sepan que es una forma de entender al mundo, y una posibilidad de empleo a largo plazo”, continúa Estela.
Tanto el GCRF como los investigadores involucrados, la comunidad de Mineral del Chico y el gobierno de Hidalgo esperan que este laboratorio pueda generar mejores estándares de salubridad, así como empleos, turismo y, lo más importante, cultura científica.
Las expectativas son grandes. Y LABChico, a diferencia de su nombre, ha sido planeado en grande para cubrirlas e impactar en la sociedad. “De verdad nos gustaría ver este proyecto ya establecido y estamos trabajando para lograrlo”, concluye, entusiasmada, Estela Garcés.