MARIO GALEANA | @MarioGaleana_
No hay espacio privado o público en el que las mujeres se sientan más inseguras en Puebla que en el transporte: en 12 mil kilos de metal andante han anidado algunos de los peores actos de acoso sexual y violencia.
En 2016, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) reveló que el transporte público fue el lugar en el que las mujeres manifestaban sentirse más inseguras. Aún más que la carretera, la calle, el cajero automático, los bancos, los mercados, los parques, sus trabajos, sus escuelas o sus casas.
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Las agresiones en contra de mujeres ocurren lo mismo en las estaciones que en los andenes o dentro de las unidades del transporte público.
Un informe realizado por ONU-Mujeres —quizá el único que revele la magnitud del acoso sexual en las unidades de transporte— exhibió que al menos la mitad de las mujeres que usan el transporte público han sufrido incidentes de este tipo.
El 43% recibió palabras despectivas y el 37.5% piropos ofensivos; el 28.3% vio a un usuario tocarse sus genitales y una de cada cuatro ha sido manoseada. El 11.5% fue perseguido para un ataque sexual, 2.8% de las usuarias dijo haber sido testigo de un tipo que eyaculó frente a ellas y el 1.9% fue abusada sexualmente.
El documento señala que las usuarias de la Línea 2 de la Red Urbana del Transporte Público (RUTA) —donde recientemente se implementó un vagón exclusivo para mujeres— manifestaron que el 90% de algunos de estos incidentes de acoso ocurrieron dentro de los vagones.
Datos oficiales proporcionados por RUTA refieren que, en los últimos dos meses, se ha remitido a 17 sujetos por incurrir en delitos de acoso.
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Aunque no hay un horario exclusivo en el que se concentren todos estos actos, el informe elaborado por ONU-Mujeres en 2018, como parte de la elaboración de un programa de espacios seguros para mujeres, muestra que el lapso en el que más ocurren es las 17:00 y las 20:00 horas.
“A nivel macrosocial, el acoso sexual y otras formas de violencia en el espacio público están enraizadas en un orden estructural de género sustentado, por un lado, en valores culturales y normas socialmente inculcadas que lo fundamentan y validan y, por otro lado, en relaciones de poder que generan desigualdades profundas entre hombres y mujeres”, resalta el informe disponible en el siguiente enlace.
Para ONU-Mujeres, este orden social de género normaliza e invisibiliza la violencia sexual tanto para víctimas como para agresores y expresa “el dominio de los hombres que se observa claramente en el espacio público”.
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Uno de los efectos más graves de esto —insiste la organización— es la dificultad para reconocer el acoso como un delito y una forma de violencia.
Los datos lo reflejan: sólo el 30.5% de los hombres creen que decir piropos ofensivos en el transporte público es un acto violento o un delito. Peor: sólo uno de cada tres cree que obligar a otra persona a tener relaciones sexuales puede serlo. Sólo uno de cada cinco cree que recargar el cuerpo sobre una mujer puede ser un acto violento. Y sólo uno de cada cuatro cree que si alguien eyacula frente a ellos es un delito.
“El hecho de que los hombres consideren que el acoso sexual es algo natural aumenta las posibilidades de que mujeres y niñas lo padezcan”, resume ONU-Mujeres.
Lo dicho: en 12 mil kilos de metal andante han anidado algunos de los peores actos de acoso sexual y violencia.