JESSICA BADILLO | @MasQueUnaHincha
Esta semana los medios de comunicación que normalmente no hablan de futbol femenil comenzaron a hacerlo. Lo hicieron justo en una jornada en la que la Liga MX Femenil paró. No hablaron para resaltar el gran mérito de Tigres al realizar un histórico amistoso internacional con el Houston Dash, sino para probablemente colgarse de la polémica que generó un incidente al final del partido.
Al término de este juego —en el que Tigres demostró un gran nivel y que fue el primer gran examen ante un rival de la National Women’s Soccer League (NWSL) — fotógrafos captaron el momento en el que un aficionado manoseó a una jugadora mientras se retrataban.
Después de esto, Tigres sacó un comunicado para reprobar la acción y pedir apoyo a sus seguidores para encontrar al agresor. También informaron que esta persona sería vetada de sus instalaciones
En los últimos días varios comunicadores se han encargado de hablar acerca de esta agresión y del acoso en general en el futbol femenil como si fuera un tema nuevo o como si ellos — en su mayoría hombres — fueran los más afectados o escandalizados.
Está bien que lo retomen, pero también deberían darse cuenta de que ellos mismos son parte del problema. Es incongruente publicar su indignación ante este hecho si hace unos meses retomaban imágenes de jugadoras de la Liga MX reduciéndolas solamente a su belleza física.
No tiene sentido tener una mesa de debate sobre el acoso en el futbol femenil si dentro de su equipo no hay ninguna mujer. No es posible que en pleno 2019 algunos medios tengan a las mujeres en pequeños vestidos, leyendo los comentarios de redes sociales o haciendo notas de color.
¿Quieren hablar del acoso en el futbol femenil? Antes de eso deberían recordar que muchas mujeres no pueden ir a un estadio de futbol solas por temor a ser violentadas. ¿Por qué se les olvida que las compañeras que nos dedicamos al futbol fuera de la cancha nos enfrentamos al rechazo y no contamos con las mismas oportundiades que los hombres? ¿Por qué siguen dudando de nuestro trabajo por el simple hecho de ser mujeres?
¿Y si hablamos de las jugadoras? Ellas han aprendido a jugar teniendo gritos impropios como música de fondo y luchar por un pago y condiciones de trabajo justas. Han aprendido a cuidarse entre las mismas compañeras y viviendo día a día discriminación por el simple hecho de ser mujeres y atreverse a hacer lo que les gusta.
Qué bueno que este hecho abrió una conversación acerca del acoso en el futbol femenil. Pero sería importante llevarlo por el curso correcto. Atacar el problema desde la raíz, aceptando nuestra culpas y sin re-victimizar a las propias mujeres que están siendo acosadas.
El acoso hacia las mujeres en el futbol no nació el sábado después del partido entre Tigres y Houston Dash, el acoso existía desde hace mucho y seguirá existiendo si los propios medios y directivos no ponen de su parte. Antes de hablar y de juzgar deberíamos preguntarnos si somos parte del problema.