La mirada del fotógrafo Daniel Chazari dirige este recorrido por los campos de cempásuchil y terciopelo en Atlixco, Puebla.
FOTOGRAFÍA: Daniel Chazari | @dannychazari
TEXTO: MARIO GALEANA | @MarioGaleana_
Si abril es el más cruel de los meses, como dijo Eliot, noviembre es el único mes de los muertos. Y, en lugar de lilas, engendran cempasúchil los campos yertos. Donde antes no había nada —nada que no fueran raíces, piedras— ahora hay botones frescos. En el amanecer, los campos se extienden, reflejan su rostro frente al cielo. Después, adornarán ofrendas, viejos retratos de fantasmas, corazones, recuerdos, y al final morirán, desflorados, por las avenidas, por los campos, por los rincones de las casas en donde alguien extraña a alguien. Se harán polvo, terminarán en la tierra. Y el siguiente año, transmutados, revivirán, otra vez, al fondo de los campos secos. Qué afortunadas son las flores de los muertos.
Ésta es una galería del fotógrafo Daniel Chazari (@dannychazari) a propósito de la explosión del cempásuchil —y de su eterno acompañante, el terciopelo— por uno de los vastos campos de Atlixco.