El proyecto Yo Decido, iniciativa impulsada por el INE y la asociación civil Servicios a la Juventud A.C., fue creado para incentivar la participación política y la equidad de género en Puebla entre las mujeres jóvenes de entre 16 y 20 años.
PALOMA FERNÁNDEZ | @PalomaPen
Un espacio de aprendizaje, hermandad y participación política es lo que 128 mujeres jóvenes poblanas han encontrado en el proyecto Yo decido: Por el derecho a la participación política de las mujeres jóvenes en Puebla.
La iniciativa surgió desde el 2021, gracias al Programa Nacional de Impulso a la Participación Política de las Mujeres del INE, y la asociación civil Servicios a la Juventud A.C. (SERAJ).
Después de un año de funcionamiento, esta iniciativa de empoderamiento y aprendizaje de los derechos de las mujeres ha reunido a jóvenes de todos los rincones del estado, quienes generan estrategias de incidencia política en sus comunidades.
Wendy del Carmen Chacón Pérez, estudiante de Psicología de 23 años e integrante del SERAJ, es la encargada de este proyecto, en el cual encontró una oportunidad para seguir impulsando a las juventudes.
“Se ha creado una cadenita donde todas formamos parte, y todas hemos dado nuestro granito de arena, también los facilitadores me han ayudado muchísimo a crear el vínculo con las chicas. A que ellas se sientan seguras y nos podamos escuchar”.
Este proyecto tuvo difusión en planteles de bachillerato, donde estudiantes como Fernanda, Daniela y Angélica se enteraron del proyecto y con curiosidad decidieron entrar.
Su decisión las llevó a crear un espacio de participación, comunidad, compañerismo y contención emocional entre ellas y sus compañeras; un espacio que si bien es virtual, cada sábado las reúne dentro de sus propios contextos para dialogar de aquello que les atañe o les inquieta.
Participación en comunidad
Fernanda Itari Amaro García, de 16 años, se enteró de este proyecto en su escuela, el COBAEP Plantel 18, ubicado en Santa Ana Xalmimilulco, junta auxiliar de Huejotzingo, de donde ella es originaria
Ella al igual que Daniela Sánchez García, estudiante en el CBTIS 260 de 17 años, entró al proyecto un tanto escéptica porque no esperaba que fuera, a la par de teórico, un espacio para la expresión y la contención emocional.
“Nos dejan de expresarnos, y no es como que te digan es que tu forma de pensar está mal, o es incorrecta, más bien, te orientan, te ayudan si tienes dudas. De ese lado me ha ayudado a ser más abierta, a poder expresarme mejor, a poder participar”.
Para Daniela, el expresarse antes representaba un reto, pero gracias a la confianza que le han inspirado sus compañeras y asesores, ha logrado, incluso, generar espacios seguros para sí misma.
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Si bien Angélica Reyes Núñez, también estudiante del CBTIS 260 de 20 años, ya esperaba que este proyecto tuviera diálogo y orientación, tuvo una grata sorpresa al poder encontrar que, en las historias de sus compañeras, veía su propia realidad.
Ya que además de espacios de opinión e incidencia, también se da espacio para escuchar y preguntar, por ejemplo, cómo ha ido su día, cómo se sienten o qué han hecho.
“Nos abrimos tan bonito acerca de las problemáticas que tenemos, las platicamos con una confianza, como si fuéramos amigas de hace años que jamás en mi vida me había pasado eso, fue algo muy muy padre. Fue algo que dije, estoy en un lugar muy bonito, muy lleno de confianza”, compartió Angélica.
Acoso e inequidad de género: problemáticas comunes
Dentro de estos diálogos también han notado que, una de las tantas cosas que las unen, también son las problemáticas de género como el acoso sexual o la inequidad de género.
“El problema que más nos une es el acoso sexual dentro de nuestras comunidades cuando vamos hacia la escuela, y también la discriminación de género […] porque nos desaprueban por ser mujeres, nos desaprueban por, según, no poder hacer cosas”, Angélica reconoció.
Y es que en su cotidianidad ella se dedica al comercio, y a diario escucha cómo se le compara o es menospreciada por “no poder hacer lo mismo que un hombre”.
Incluso, han llegado a reflexionar el cómo esta posición de vulnerabilidad las ha llevado a repensar la culpa, el respeto y la validación a sus derechos.
Enseñanzas para el futuro
Este refuerzo al conocimiento de sus derechos y su entorno las ha llevado a pensar en cómo quieren verse en el futuro gracias a lo que saben hoy.
Ya sea como madres, como observa Fernanda: “Creo que también podemos enseñarle a nuestros hijos todo lo que aprendimos, y llevarlo a cabo en la sociedad con las personas que vayamos conociendo, aportando siempre todo lo que aprendimos y enseñándolo”.
O para marcar un cambio con sus conocimientos, como menciona Daniela: “Puedo aportar grandes ideas o puedo tener una participación ante la sociedad que no porque sean problemas pequeños quiere decir que no tengan la misma importancia que los problemas grandes, eso es que realmente es lo que estoy aprendiendo”.
O incluso desde su juventud, porque para Angélica “cumplir con la mayoría de edad no debería ser un requisito para ser escuchadas. Hay quienes a sus 16 años tienen ideas, metas y proyectos geniales, que podrían permitir ayudar a la sociedad y tener un bien común”.
En general, este proyecto además de seguir incentivando la participación de las mujeres jóvenes de Puebla, también ha puesto luces de esperanza en aquellas personas que, como Wendy, ven crecer a una nueva generaciones de mujeres que marquen un rumbo distinto en su entorno.
“Es bien bonito poder escucharlas y poder darte cuenta de que estás dejando algo y que se está sembrando realmente algo que esperas que florezca para un bien común”.