El Museo Amparo fue inaugurado hace 32 años en un edificio de muchas vidas ubicado en el centro de Puebla. Sobre sus salas se extienden más de 3 mil años de experiencia humana.
MARIO GALEANA | @MarioGaleana_
Si todos los museos son novelas de ciencia ficción, como afirma el escritor Jorge Carrión, entonces el Museo Amparo es una novela longeva, que agrupa más de 3 mil años de experiencia humana en siete salas de exhibición. Una novela que este 28 de febrero de cumplió 32 años de haberse escrito.
El Museo Amparo fue inaugurado el último día de febrero del año 1991 en un inmueble en el centro de Puebla que ha tenido varias vidas. En el siglo XVI fue parte de un conjunto de edificios en donde se construyó el primer hospital de la ciudad. En el siglo XVII fue un colegio para niñas y un albergue para mujeres casadas o viudas. En el siglo XIX tuvo varios usos, desde casa de sacerdotes hasta asilo de ancianos. Y a finales de ese mismo siglo pasó a manos de Vicente Espinosa Bandini, el abuelo Manuel Espinosa Yglesias, fundador del Museo Amparo.
Ya en el siglo XX fue adaptado como museo por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez y, hace sólo trece años, fue remodelado como parte de un plan arquitectónico contemporáneo que hoy permite a sus visitantes gozar de la icónica terraza que tantas veces hemos visto en las historias de Instagram.
Entre su acervo, la colección permanente del museo exhibe mil 700 piezas de arte prehispánico, más de mil 300 piezas de arte virreinal y del siglo XIX, y al menos 400 piezas de arte contemporáneo.
La pieza más antigua data del año 1,200 antes de Cristo y la más moderna es la instalación anfibia de la artista Sarah Crowner que tiñó de azul cobalto uno de sus patios, como parte de la exposición Serpentear, un montaje del 2022 que propone, precisamente, el diálogo entre lo antiguo y lo contemporáneo.
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El Museo Amparo es uno de los centros culturales, museísticos y recreativos más importantes de la ciudad y del estado. A diario ofrece actividades virtuales y presenciales para turistas y públicos; talleres, conferencias, ciclos de cine, cursos, diplomados, recorridos guiados.
Desde que la pandemia menguó, ofrece entrada gratuita a residentes del estado de Puebla, además de estudiantes y profesores, personas menores de 13 años y mayores de 65 años. Y los domingos, como se sabe, es gratis para todos los visitantes foráneos.
Actualmente cuenta con dos exposiciones temporales. Lu’ Biaani: Francisco Toledo y la fotografía, que muestra una vasta colección de piezas que el mítico artista oaxaqueño reunió a lo largo del último cuarto del siglo XX.
Para el investigador Alejandro Castellanos Cadena, curador de esta exposición, Toledo es el artista que más incidió en el desarrollo de la fotografía en México durante los últimos 25 años.
No sólo fundó dos instituciones dedicadas a la promoción de este trabajo, el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, sino que promovió el trabajo de cientos de fotógrafos de distintas generaciones a partir de talleres, exhibiciones y diálogos, y logró coleccionar en vida más de 100 mil piezas fotográficas.
Y la segunda exposición temporal es Sarah Crowner. Serpentear: Lecturas entre lo antiguo y lo moderno, la cual propone un diálogo entre la obra de la artista y el Museo Amparo, con una instalación en el Patio Prehispánico que emula el lomo de una serpiente color azul cobalto.
La piel escamada tiene el color de la talavera poblana, y serpentea por debajo de una fuente y de los árboles, avanzando en la profundidad del subsuelo… metafóricamente, claro está.
Dentro del museo, a lo largo de tres galerías, parece que el vientre azulado de la serpiente zigzaguea a través de los muros, que se achican y oscurecen como si se tratara de una tráquea que engulle cuadros, vasijas, objetos y fotografías de artistas de distintas épocas.
Para el 2023, el Museo Amparo prepara las exposiciones temporales “Los huecos del agua”, “Maya Goded”, “Orozco en papel. Expresión gráfica en los años cuarenta”, “Claudia Andujar. The Yanomami Struggle” y “Artemi Narro Aguilar. Sangre”.