“Rolar el pack”. Estas tres palabras podrían condensar la violencia en el uso de la tecnología en la vida sexual. Porque está claro que cada persona puede enviar fotografías, videos o audios de sí mismo a quien desee. Pero, ¿qué pasa cuando esas imágenes o grabaciones son utilizadas para exhibir a otro? ¿Qué ocurre cuando cientos de personas hacen viral la fotografía íntima de una mujer sin su consentimiento?