Por Alexia M. Montalban / @AlexiaMtzM
Hasta el 10 de diciembre de este año, 452 personas han perdido la vida en la República Democrática del Congo (RDC) debido a un brote histórico de ébola, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El 1 de agosto, el Ministerio de Salud de la RDC declaró un nuevo brote del virus del ébola en el norte de la provincia de Kivu. Este reciente estallido es considerado el segundo más grande en la historia según la OMS y es el décimo en este país desde que fue descubierto en 1976.
La historia de esta enfermedad surge en los años 70 cuando se registran los primeros casos en lo que hoy es Sudán del Sur y la República Democrática del Congo; este virus es nombrado así por el río Ébola que se encuentra en este último país.
El brote de ébola más reciente fue el de 2014-2016 en África Occidental del cual se registró la muerte de más de 11 mil personas; además es considerado el más extenso y complejo.
El contagio de esta enfermedad se da a través del contacto con sangre, órganos y secreciones de animales infectados como gorilas, chimpancés, antílopes y murciélagos furgívoros. El virus es propagado al ser humano por el contacto directo igualmente con órganos, sangre y otros líquidos corporales, así como con contacto indirecto con materiales contaminados, esta es una de las razones principales por las que la propagación de este virus es tan rápida y peligrosa.
Los entierros e inhumaciones son algunos de los principales focos de contagio de la enfermedad debido al contacto directo con el cadáver, lo que también representa un reto para las organizaciones internacionales dedicadas a contener este brote en las comunidades.
La enfermedad que provoca fiebre, debilidad, dolores de cabeza y garganta acompañados de vómitos y hemorragias internas y externas, por mencionar algunos síntomas, se propaga en un país que hoy atraviesa un momento de profunda inestabilidad política marcada por la violencia.
Esta inestabilidad es, en gran medida, gracias a las próximas elecciones presidenciales que se llevarán a cabo el próximo 23 de diciembre; este proceso electoral ha sido pospuesto desde 2016 cuando el actual presidente, Joseph Kabila, se negó a abandonar su puesto postergando las elecciones hasta finales del 2018.
Los permanentes conflictos armados en el país entre grupos rebeldes y el gobierno han provocado que los trabajadores internacionales no puedan llegar a las comunidades con las vacunas porque sus propias vidas están amenazadas. Esta es otra de las razones por las que este último brote de ébola se ha vuelto mucho más peligroso y complejo ya que la misma población tiene miedo de salir a las calles y no confía en los trabajadores que ofrecen ayuda humanitaria.
Matanzas como la del pasado 11 de diciembre en la región de Beni, donde murieron 9 personas a manos del grupo armado Fuerzas Aliadas Democráticas, diezman los esfuerzos internacionales para contener la propagación de este virus. La violencia que hoy impera en la RDC ha sido clave para que el ébola se extienda en el país que en los próximos días atravesará un proceso electoral que promete más incertidumbre.
Parece ser que, más que la transmisión por contacto directo o indirecto, la propagación del ébola incrementa gracias a la violencia, inseguridad e inestabilidad en un país donde una crisis humanitaria puede pasar a segundo término frente a un proceso electoral que no promete ningún cambio profundo.
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