CARLOS GALEANA | @CarlosGaleanaB
El 2020 ha sido un año inusual. En Puebla, por ejemplo, el primer trimestre estuvo marcado por movilizaciones históricas, y antes de que llegara la pandemia, gran parte de la agenda mediática era protagonizada por estudiantes y mujeres feministas.
Personas jóvenes y universitarias, sobre todo, estaban ahí, hombro a hombro, gritando con alegría, euforia y/o rabia, recordándonos que la violencia en la que hemos crecido no es normal.
Hago énfasis en esto porque hace cinco años este proyecto llamado Manatí nació en mis últimos meses como universitario. En aquel momento junto con amigas y amigos teníamos una radio por internet, algunos transmitían desde su casa y otros acudían a la cabina improvisada de cartón que instalamos en el “cuarto extra” del departamento que rentaba en una vecindad del Barrio de Santiago.
Pasó el tiempo, egresamos y cada quien decidió tomar un rumbo distinto. Manatí se encontraba en peligro de extinción. Yo conseguí un empleo como reportero en un canal de televisión y al mismo tiempo aprovechaba la cobertura para armar una notita rápida para subir al portal.
“Cambia el rumbo el caminante”, dice una canción popular. Así fue, hubo un momento en el que cambié de empleo, después hicieron recorte de personal y estuve navegando en la incertidumbre —para las cifras oficiales seguramente fui un desempleado porque la actividad que estuve realizando no me dejó ni un solo peso—.
La curiosidad —y el dominio— seguía ahí. Dos años y medio después me di cuenta que en realidad tener un medio de comunicación nativo digital no sonaba tan descabellado.
En ese momento hablé con una amiga y dos amigos para pedirles apoyo en el “plan para conservar Manatí”.
Aceptaron, estuvimos haciendo lluvias de ideas, analizando temáticas que nos gustaría cubrir y reflexionando mucho en los cómos.
Manatí recibió oxígeno y siguió nadando.
Meses después, dos de los integrantes tuvieron que salir para continuar con sus planes personales y profesionales.
Sí, otra vez Manatí estaba en peligro de extinción.
Abrir un medio de comunicación nativo digital no sonaba tan descabellado, el problema era mantenerlo.
Ahí estuvo el punto de inflexión, junto con Mario Galeana —quien actualmente es co-coordinador de Manatí— nos organizamos para darle continuidad al proyecto.
Entre las múltiples chambas que cada quien tenía salvamos por otro periodo al Manatí.
Después llegaron más integrantes: Den, Lupita, Paloma, Vale, los dos Luis, Roy, Lenin, quien recientemente se incorporó al equipo —spoiler, algunos no nos conocemos en persona porque pandemia—, un puñado de columnistas y de fotógrafxs y la audiencia, esa a quien todos los días servimos con nuestra oferta de contenidos.
Estos cinco años han sido de aprendizajes y retos. Como medio estamos conscientes del impacto y el poder que tiene cada clic que damos, es por eso que no me queda más que agradecer a todas las personas con las que hemos estado hombro a hombro gritando con alegría, euforia y/o coraje cada una de las historias contadas.