GUADALUPE JUÁREZ | @LupJMendez
MARIO GALEANA | @MarioGaleana_*
La toma pacífica del Congreso de Puebla cumple su primera semana con el asedio de decenas de policías estatales, que entran y salen del edifico, lo rondan a pie y a bordo de patrullas. Esa intensa movilización precede a la sospecha de un posible desalojo en contra de las mujeres feministas que encabezan la toma.
La movilización policiaca inicia alrededor de las 10:30 horas de la mañana del 30 de noviembre, cuando un camión y una camioneta repletos de integrantes de la Policía Estatal arriba a la entrada alterna del Congreso local, en la calle 3 Poniente, a unos pasos del Zócalo.
Y esa movilización no será explicada sino hasta pasadas las 14 horas, cuando el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso, Gabriel Biestro Medinilla, y la presidenta de la Mesa Directiva, Nora Merino Escamilla, justifiquen que el despliegue policiaco no es con la intención de desalojarlas, sino para “protegerlas”.
Pero, mientras tanto, son las 11 horas. Una patrulla estatal distinta ronda cada minuto la calle 5 Poniente, donde se encuentra la entrada principal al Congreso y dos casas de campaña en las que pernoctan y pasan el día otras mujeres que refuerzan la toma.
Dentro del edificio ya hay alrededor de 30 elementos policiacos que graban con sus teléfonos, recorren los salones y husmean hacia el salón de protocolos, que es donde se encuentran más de una docena de mujeres para exigir, entre otras cosas, la despenalización del aborto.
.
Quizá te interese leer: Las mujeres a las que el Congreso de Puebla no pudo seguir ignorando
.
Al frente, en donde está el plantón de las colectivas feministas, un par de policías pasan a pie. En apariencia comen galletas y toman un yogurt, pero cuando se les observa detenidamente se nota que cuentan de reojo, con los dedos: cuentan a las mujeres que están en las casas de campaña, a las fotógrafas que están haciendo guardia y a las reporteras.
Pasan una vez, pasan dos veces, pasan tres veces y siguen contando y observando.
En la 3 Poniente, el traspatio del Congreso local que utilizan los empleados y algunos diputados para entrar y salir está rodeado de reporteros y fotógrafos. Todos captan el momento en que salen cinco policías y se suben a una patrulla que las espera, aunque se amontonen en el asiento trasero, en medio de una pandemia.
Y las fotos, las notas y las publicaciones en redes sociales dirán que el grupo de policías salió del recinto, aunque las mujeres que protestan al interior reportan que todavía hay un grupo de elementos estatales que toman fotos y las intimidan.
Ahora son las 13:50 horas. En la entrada alterna del Congreso de la 3 Poniente, los reporteros comienzan a irse y un empleado del Congreso es el encargado de filtrar quién puede o no entrar a las oficinas.
.
Quizá te interese ver: Una mirada a la toma feminista del Congreso de Puebla
.
“Ya váyanse a dar la vuelta, es hora de la papa. Ya no va a pasar nada”, dice al grupo de cuatro personas de prensa que quedan en el sitio. Ahora sólo quedan dos.
Y cinco minutos después, un grupo de cuatro policías estatales, todas mujeres, bajan de la patrulla y vuelven a entrar al Congreso. Poco después llegan seis más en otra patrulla, y una hora después otras dos con un paquete de McDonald’s.
.
Diputados justifican presencia policial
Mientras esto ocurre, la diputada Nora Merino Escamilla, que como presidenta de la Mesa Directiva posee la concesión abrir y cerrarle las puertas a la fuerza pública cuantas veces quiera, argumenta que la Policía Estatal no ha llegado para desalojarlas, sino para protegerlas.
Y luego trata de explicarse: asegura que los grupos de derecha que se oponen a la despenalización del aborto también se han manifestado, y que por eso temen que haya un enfrentamiento entre ellos y las feministas.
Pero omite decir una cosa: las manifestaciones de esos grupos han ocurrido en una sede alterna del Congreso local, a seis calles del recinto en el que se encuentran la Coordinadora Feminista de Puebla y la colectiva Coatlicue Siempre Viva, quienes encabezan la toma pacífica.
A las 14:30 horas, el diputado Gabriel Biestro Medinilla ofrece su propia conferencia de prensa para argumentar que sólo hay mujeres policías al interior del Congreso local, y que éstas han ingresado para proteger algunas oficinas y al personal que aún acude a laborar.
“Hoy lo que se hizo fue exclusamente solicitar presencia policial femenina desarmada, sin ningún tipo de aditamentos o equipamiento antimotines, ni nada de eso. Es sólo para resguardar la puerta trasera, las oficinas y las personas que están laborando. No hemos roto el diálogo ni las queremos sacar”.
Pero también advierte que la despenalización del aborto, la principal demanda de las manifestantes, no será votada sino hasta el 7 de abril, tras un “ejercicio parlamentario abierto” que iniciará en enero, y al que serán convocadas todas las organizaciones: feministas, de derechos humanos, de derecha y ultraderecha.
Luego explica que el análisis de la legalización de la interrupción del embarazo hasta las 12 semanas de gestación correrá a cuenta de cinco comisiones.
Y eso supone, de inicio, un farragoso proceso legislativo que contrasta con el método usual que Morena emplea con otras iniciativas de su interés: se discuten por una o dos comisiones, se presenta al pleno y se aprueban en un plazo que no cumple las dos semanas.
.
El hostigamiento no cesa
Lejos de la conferencia de prensa transmitida por Zoom, las patrullas siguen dando vueltas por la manzana del Congreso local y una camioneta con un conductor se estaciona frente a la entrada de la 3 Poniente.
A las 15:37 horas, la diputada Vianey García Romero arriba a ese acceso. No da declaraciones, pero deja que le tomen fotografías y entra para reunirse con las representantes de las colectivas feministas.
Hacia las 18:30 horas, las colectivas alertan que desde el interior del Congreso hay hombres tomándoles fotografías, así como otras personas sospechosas que desde el exterior también fotografían al plantón de la entrada principal.
*Con información de Denisse Meza | @DenMeza
