El analista y economista político Carlos Brown conversó con Purgante rumbo a las elecciones intermedias del 6 de junio en México.
RICARDO LÓPEZ | Purgante
A días de que México afronte unas elecciones intermedias decisivas para encarar la segunda mitad del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, me propuse plantearle algunos temas para desarrollar a Carlos Brown, analista, economista político y especialista de finanzas públicas y gobernanza en el Instituto del Sur Urbano (SUR).
¿Qué se juega en México en las elecciones del domingo?
Esta elección representa, en primer lugar, la pregunta sobre si se refrenda o se rechaza el programa del gobierno de López Obrador, al cederle o negarle el control de la cámara de diputados para el control sobre el presupuesto y sobre reformas estratégicas. En segundo lugar, será un reflejo de la dinámica política subnacional, es decir, en gobiernos estatales y municipales. Hay que recordar que no solo se renuevan congresos locales y algunas gubernaturas, sino también los cabildos y concejalías en gobiernos municipales y alcaldías.
¿Podemos hablar de las elecciones intermedias más importantes de la historia?
No sé si las más importantes, pero sí una de las más relevantes, pues es la primera elección tras un cambio de rumbo luego de casi tres décadas de gobiernos con una orientación más bien tecnocrática, que no es necesariamente un gobierno posneoliberal.
¿Cómo ha interpretado la sociedad la palpable e irreversible crisis partidista?
Depende a quién le preguntes. El desencanto con los partidos políticos es generalizado y creciente, pues no suelen representar a las personas, sino que son franquicias de los intereses cupulares y de las élites locales. El problema es que un cambio de sistema político no se ve cercano y, con lo cerrado de nuestro sistema político basado en partidos, las alternativas independientes dependen en buena medida de los recursos con los que cuentan, lo que termina encumbrando a las mismas élites de siempre.
¿Vislumbras un costo político para Morena por la gestión de la pandemia y el colapso del metro?
Todo lo contrario. Creo que, a partir de lo que muestran los agregadores de encuestas, al menos mantendrán números similares a los de 2018. La caída en la cámara de diputados de Morena dependerá mucho más de los espacios cedidos al PVEM y al PT en la alianza electoral que a una caída de popularidad. Creo que habrá pocas sorpresas en esta elección, pero las habrá. El mayor cambio será en el norte del país, donde no podrán sostener la elección histórica que tuvieron en 2018, producto de los cambios en las élites locales dentro de la administración federal.
¿Hay un discurso de fondo más o menos articulado en la oposición más allá de evitar la concentración de poder?
Eso se responde fácilmente: ¿puedes pensar en cinco propuestas planteadas por alguno de los partidos o alianzas opositoras? Si la respuesta es que no o tuviste que pensarla mucho, entonces claramente el discurso no está ahí.
Venimos de un período de campaña francamente deleznable. ¿Existen garantías para que las elecciones no tengan sobresaltos o estamos condenados por nuestro contexto?
Creo que los mayores sobresaltos serán en tiempos de campaña, fuera de algunos incidentes como siempre ocurre. Esto no hace menos lo observado hasta ahora: es, por mucho, la campaña electoral más violenta de la historia del país. El papel del narcotráfico y del crimen organizado es algo que deberemos cuestionarnos mucho a futuro, porque en un sistema político donde ya es difícil participar para representar, esto se vuelve una barrera que limita aún más la participación.
Candidatos improvisados, alianzas partidistas que se sostienen sobre alfileres, el intervencionismo del presidente, abajofirmantes… Es, parece, un momento inmejorable para evaluar el estado actual de nuestra democracia.
Mientras no cuestionemos este modelo de democracia liberal que limita la participación ciudadana a votar cada tres años, con un modelo político cerrado a la participación por la vía de los partidos y sujeta a la cantidad de dinero o poder que tienes, difícilmente veremos algo distinto. Apostemos por la democracia local, con mecanismos nuevos para fomentar la participación en todos los espacios de la vida pública. Creo que por ahí podremos empezar a sacudir un poco nuestra apagada vida democrática.
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