Hace 10 años, Eduardo Rivera Pérez se convirtió en alcalde de Puebla por primera ocasión. Este viernes rindió protesta por segunda vez para los siguientes tres años… ahora, con el gobernador de su lado.
GUADALUPE JUÁREZ/ @lupjmendez
Eduardo Rivera Pérez ha regresado como presidente municipal de Puebla. Se trata de su segundo periodo al frente de la ciudad, pero todavía hay sombras de las heridas en su pasado que se reflejan en las primeras palabras de su discurso de su nuevo gobierno.
Dice, frente a la élite política poblana y un salpicón de políticos nacionales, entre panistas, priistas, perredistas y morenistas, que al finalizar su primer periodo como presidente municipal, hace siete años, fue víctima de persecución política. Habla de Rafael Moreno Valle, pero ya no dice su nombre.
Luego su mente viaja a 2018, cuando volvió a competir por la presidencia municipal, pero no logró el triunfo. “Ya ni me quiero acordar”. Se refiere al momento en el que perdió las elecciones contra la ahora expresidenta municipal, Claudia Rivera, a quien tampoco menciona, pero a quien criticará más adelante: “Estamos recibiendo un municipio con muchos problemas”.
Hace un contraste entre ese gobierno y el suyo, y repite ese eslogan de su campaña que promete “corregir el rumbo”. Y de su discurso puede suponerse que se trata, sobre todo, de una carrera contrarreloj. Porque promete hacer casi todo durante sus primeros 120 días: estancias infantiles, 5 mil árboles sembrados, 10 parques, 265 calles…
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Eduardo Rivera habla frente a sus invitados, la mayoría políticos. En primera fila, junto a su esposa Liliana y sus hijos, y muy cerca de la esposa del gobernador Miguel Barbosa, Rosario Orozco, está el expresidente Felipe Calderón Hinojosa, quien mantiene los brazos cruzados entre sí y se dedica sólo a aplaudir cuando habla el alcalde. Varias veces la cámara que transmite para facebook lo enfocará de refilón hablando por teléfono.
Al costado del expresidente panista se encuentra Margarita Zavala, su esposa, que mantiene fija su mirada en el templete.
Entre el público también está el senador morenista Alejandro Armenta Mier, el perredista Jesús Zambrano, el panista Marko Cortés Mendoza, el exgobernador priista Melquiades Morales Flores y la panista Josefina Vázquez Mota.
Eduardo Rivera menciona que al ser un gobierno de coalición, gobernará para todas y todos, aunque por ahora sólo se ha dedicado a enlistar a presidentes municipales de otros estados, a líderes partidistas y a las autoridades que se encuentran junto a él.
La gran ausente ha sido la panista Genoveva Huerta Villegas, con quien ha tenido diferencias cuando fungía como presidenta del Comité Directivo Estatal por el número de posiciones dentro del Ayuntamiento para su grupo.
Junto a Eduardo Rivera, en la mesa principal, está el gobernador Miguel Barbosa Huerta, quien se había rehusado a asistir a cualquier evento municipal en la capital poblana hasta hoy, cuando el que gobierna tiene tras de sí los colores partidistas del PRI y del PAN y hasta del PRD.
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En el cierre de su discurso, el nuevo alcalde de la ciudad dice que pondrá a Puebla “en los ojos del mundo” con la celebración del Campeonato Mundial de Futbol 7 en 2023. Y Barbosa lo secundará más adelante: “Yo me conformo con México, pero tú dijiste el mundo… entonces el mundo”.
Es el gobernador de Puebla quien da su discurso cuando concluye el de Rivera. Aunque habla de cordialidad y de trabajar por primera vez de la mano entre su gobierno y el municipal, menciona algo que hasta entonces Eduardo Rivera había evitado: la concesión del agua en la capital.
“No lo menciona Lalo porque le tiene miedo al tema”, dice. Y eso causa incomodidad en Eduardo Rivera, que intenta disfrazarla con ademanes y una risa nerviosa oculta por el cubrebocas. Le responde al gobernador en una frase que no llega al micrófono, pero que Barbosa repite.
“Dice que es mío, sí es mío, pero también es de él”, y ambos ríen. La cámara, casualmente, alcanza a Felipe Calderón que -otra vez- está al teléfono.
“Yo auguro tres años de progreso. Lo que pasa en la capital pasa en todo el estado, y en mí no van a encontrar un obstáculo para que las cosas avancen”, cierra el gobernador. Ambos chocan el puño y el himno al estado de Puebla resuena en el Centro Expositor.